Javier Sardá vuelve al prime time con Crónicas Marcianas, programa que marcó un antes y un después en su vida profesional y personal, pues fue allí donde conoció a su mujer, Ana Gutiérrez, que era la peluquera del citado espacio. El presentador, de 65 años, no suele hablar de ella en público, pero en su libro Adiós, muy buenas, la define como la "mejor compañera textual y argumental". Además, a su lado ha formado una gran familia de la que se siente muy orgulloso. "Mi mujer, con sus dos hijas, y yo con la mía, es muy importante, es la estabilidad, es una situación que me costaba imaginar que me fuera a resultar tan placentera y tan satisfacctoria. Se acabaron las mentiras e ir justificando en base al trabajo recibir más afecto del que das", reconoció a Mamen Mendizabal en Palo y Astilla, de laSexta.
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En esta cadena también contó que Ana había sido su gran apoyo tras el accidente que sufrió en plena calle en el municipio catalán de Canet de Mar, donde reside. El 31 de diciembre de 2019 se tropezó mientras paseaba a su perro y al caer sufrió un fuerte golpe en la cabeza. El presentador estuvo seis días ingresado en el hospital hasta que los médicos descartaron cualquier daño neurológico. Tras este fin de año tan accidentado, Sardá volvió a casa con su mujer.
No se sabe con exactitud cuando se inició la relación entre el presentador y la peluquera, pero en la última emisión de Crónicas Marcianas, el 22 de julio de 2005, Sardá dedicó el programa a "esta peluquera que destila misterio" mientras aparecía la imagen de Ana en la pantalla.
Lo que si trascendió fue la fecha de su boda. La pareja se casó en enero de 2006 en Canet. La ceremonia fue civil y los novios acudieron con ropa informal. Después, celebraron un banquete al atardecer en un restaurante de Arenys de Mar al que acudieron 24 invitados, entre ellos, Toni Cruz y Josep Maria Mainat, creadores del formato y máximos responsables de la productora Gestmusic Endemol. También acudieron las respectivas hijas de los recién casados. Sardá estuvo acompañado por Helena, nacida de su anterior relación con la bailarina Rosa María Grau, y Ana acudió con Paula, de 28 años, y Mar, de 25.
Helena, que ya tiene 30 años, estudió Ciencias Políticas y ha heredado la faceta periodística de su padre, ya que trabaja en un importante medio de comunicación y es creadora de contenido. Además, aprendió francés en Quebec y estudió árabe durante casi diez años. En su biografía de Instagram, donde tiene más de 14.000 seguidores, podemos leer: "Darse cuenta de que la vida es absurda no es el final, es el principio", una cita del filósofo Albert Campus.
La primera y única vez que la vimos en un plató de televisión fue a finales de 2022, cuando acudió al programa La gran confusión, de TVE, para sorprender a su progenitor. "Pero qué haces aquí si vives en Catar", exclamó Sardá al verla. Helena respondió: "En estos últimos cuatro años he vivido muchos momentos familiares en la distancia y he tenido tiempo de ver las cosas con más claridad. Por eso, quiero decirte algo que ya sabes, que siento una gran admiración profesional por ti, pero también personal, porque uno de los mayores privilegios de mi vida ha sido tener un padre y una madre que me han hecho sentir siempre tan querida y tan comprendida. Creo que cuando la familia te da esto, te lo da todo", dijo emocionada.
Con estas palabras, la joven dejaba claro que aunque sus padres se separaron cuando ella tenía solo tres años, siempre se han llevado bien y que lo verdaderamente importante para el desarrollo de cualquier ser humano, "más que el formato o la estructura familiar es la calidad del afecto y de las atenciones que reciba". Además, puso de relieve la gran relación que tenía con su tía Rosa María Sardá, fallecida el 11 de junio de 2020. "Mi primer libro me lo regaló ella. Cada Navidad me regalaba un libro", recordó.
Helena confesó que no tenía claro si quería ser madre o no y Sardá, rápidamente, dijo que él ya podría ser abuelo "por tres partes porque mi esposa tiene dos hijas". "Espero que alguna me haga abuelo pronto", manifestó.
Para el presentador su familia es lo más importante, pero reconoce que no siempre ha sido así. Según contó en Palo y Astilla, su pasión por el trabajo le ha jugado malas pasadas en el terreno sentimental. "Yo he trabajado mucho, el programa diario es sacerdotal, he trabajado más que he amado, y eso que he hecho bastante el amor", reconoció en este programa. "He sido injusto con algunas de mis exparejas, en el sentido de que estás con la cabeza puesta en el trabajo. Cuando vas al cine siempre estás pensando en qué puedes aprovechar, qué idea te sugiere, cuando lees, cuando hablas. A veces estás en los sitios y no estabas ahí", añadió.