En el último episodio de Hermanos, éramos testigos de la discusión entre Şevval y Akif. La madre de Sarp confesaba entonces que encerró a la señora Sevgi. A su vez, el empresario, que había grabado la información, se dirigía a la policía para denunciarla. En ese trayecto, acababa teniendo un accidente con la moto provocado por la mujer de Ahmet, que lo perseguía para intentar detenerlo.
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Ante semejante panorama, en los nuevos capítulos, Şevval, al ver al gerente del club tirado en el suelo, decide robarle el teléfono para deshacerse así de las pruebas que la incriminan. Sin embargo, no lo consigue hacer puesto que aparecen varios vecinos en la escena y la madre de Yasmin tiene que recular en sus intenciones.
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Akif es trasladado al hospital y, por suerte, no ha sufrido daños de gravedad. Se encuentra en buen estado y, consciente de todo, mantiene su telefóno cerca sabedor de lo que contiene. Desesperada por lo que pueda hacer el padre de Doruk con la información que tiene en su poder, Şevval le ofrece dinero a cambio de que borre la conversación y no la denuncie. Un trato que Akif no tarda en aceptar.
La gota que colma el vaso
Después de todo lo que ha sucedido, el exempresario no tiene a donde ir. Sabe que ni Nebahat ni Suzan lo dejarán entrar en su casa, por lo que intenta engañar de nuevo a su mujer. De esta forma, vuelve a su hogar en silla de ruedas y le asegura que no podrá volver a caminar tras el accidente.
Suzan, que ya no cree nada de lo que sale de la boca de su todavía marido, pone en cuarentena sus palabras. Acto seguido, llama al hospital y se entera de que le han dado el alta y que no tiene ningún tipo de problema. Así que decide tenderle una trampa para demostrar que está mintiendo. Tras dejarlo al descubierto, lo expulsa de casa y le pide el divorcio. El siguiente paso de la madre de Ömer es despedirse del club, no sin antes haber advertido a Nebahat.
La cara y la cruz de los hermanos Eren en el amor
Sarp le cuenta a Süsen que el único motivo por el que Ömer le dio falsas esperanzas fue para hacerle daño a él. Muy dolida por la situación, la chica se enfrenta a su expareja y se despide de él para siempre. Sin embargo, el destino no dejará que se alejen demasiado ya que un trabajo de clase unirá sus caminos de nuevo.
Süsen está decepcionada con Ömer pero no consigue olvidarle. Aún así, acepta seguir fingiendo tener una relación con Sarp para dar celos al joven Eren. Por su parte, Asiye y Doruk son la viva imagen de la felicidad y están mejor que nunca. La pareja acepta un trabajo que consiste en pegar publicidad de unos conciertos en unas vallas, mientras imaginan un futuro juntos plagado de éxitos en el mundo de la música.
Zehra contra las cuerdas
El hermano de Zehra la vigila y comprueba que acompaña a su marido al colegio. En un momento en el que los chicos se despistan, consigue acercarse a ella y la amenaza duramente. A raíz de su matrimonio, ha contraído una cuantiosa deuda con el que iba a ser su esposo y ella debe pagarla. Para ello, Şeref la obliga a robar en el colegio para sacar el dinero con los objetos sustraídos y, si se niega a hacerlo, matará a Tolga.
La joven está muy afectada y decide llevarse el móvil de Yasmin, pero su recién estrenado esposo se da cuenta y se enfada con ella. Zehra no es capaz de contarle a Tolga los motivos que la han llevado a hacerlo, por miedo a las posibles represalias de su hermano.
La venganza es un plato que se sirve frío
Şevval se reúne con la abogada que le está tramitando el divorcio y se entera de que Ahmet quiere dejarle sin nada. Mientras, el empresario se encuentra con Ömer visitando la tumba de la señora Sevgi. El joven no entiende la actitud de su padre contra su futura exmujer y le reprocha que no haya hecho justicia para vengar la muerte de su madre y su abuela. El padre de Yasmin y Sarp le asegura que sí le dará su merecido y que lo hará quitándole lo que más quiere: el dinero.
Şengül cae en la trampa y los Eren se quedan en la calle
La pareja de Orhan sigue adelante con el negocio del aceite creyendo que va a ganar una fortuna. De primeras, recibe una gran suma de dinero por su inversión en este mercado. Ha ganado 300 mil liras (unos 9.500 euros), ha pagado sus deudas y piensa que es un milagro, así que decide vender su casa y gastarse todo lo que gane por ella en esta empresa. No se da cuenta de que, poco a poco, está cayendo en el juego que Ayla y Gönül han trazado para hundirla para siempre.
Feliz por lo que está sucediendo y convencida de que va a ganar mucho dinero, Şengül reúne a su familia para contarles las buenas nuevas. Sin embargo, las cosas no salen como ella espera y se produce un giro de los acontecimientos: su agente ya no responde a sus llamadas y es Ayla, junto a Gönül, quien aparece en escena como nueva dueña de la casa y del gallinero. La madre de Berk no duda en echar a todos los Eren a la calle. Şengül se desmorona al ver que ha perdido el dinero y su hogar mientras que su familia no puede creer lo que está pasando.