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Cinco años han pasado desde que la potente e inigualable voz de Aretha Franklin se apagara para siempre a los 76 años debido a un cáncer de páncreas y casi cinco años es el tiempo que llevaban enfrentados sus herederos por su legado, valorado aproximadamente en 72 millones de euros.
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La reina del soul se marchó sin dejar un testamento formal en el que se ratificara el reparto de su herencia y en su lugar se encontraron dos documentos escritos a mano ocultos en su hogar de Detroit: uno fechado en 2010, que estaba guardado en un cajón bajo llave, y otro de 2014 que apareció entre los cojines de un sofá, que poco o nada tenían que ver entre sí y que llevó a sus herederos a entrar en conflicto y a preguntarse cuál de los dos sería realmente válido.
Aretha que fue madre de cuatro hijos -Clarence, nacida cuando ella tenía tan solo 12 años, Edward quien vino al mundo cuando ella tenía 15 años; Ted, que ahora tiene 60 años, quien fue uno de sus guitarristas de apoyo; y Kecalf, de 53 años- nombraba a un hijo diferente como albacea en cada uno de los documentos creando así una disputa entre sus descendientes.
Así que mientras que el documento de 2010 convertía a su hijo Ted en el gestor de su patrimonio en la versión manuscrita de 2014 el nombre de Ted estaba tachado y el nombre de Kecalf era el que aparecía como como albacea, por lo que ambos decidieron que fuera la justicia quien resolviera el entramado.
De esta manera un jurado de Michigan decidía el pasado mes de julio que los escritos aparecidos bajos los cojines de un sofá eran realmente los válidos y que, por tanto, prevalecían sobre el anterior documento, a pesar de que estaba firmados con una carita sonriente en lugar de con la rúbrica de la artista.
El gran beneficiario de este veredicto fue su hijo Kecalf, pues en aquellos papeles hallados en el sofá era él quien figuraba como el albacea de legado, así como su hijo Edwards quien siempre se mostró al lado de su hermano, también en parte porque el documento de 2010 obligaba a ambos "a tomar lecciones sobre negocios y a obtener un certificado o un grado" para poder acceder a la herencia, algo que no figuraba en el documento de 2010.2
Solucionado el misterio del testamento, Kecalf y sus hijos -los únicos nietos de Aretha- se quedarán con la mansión de su madre en Bloomfield Hills valorada en más de un millón de euros, así como cuatro coches de alta gama: dos Cadillacs, un Mercedes y un Thunderbird descapotable.
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Edwards también recibirá otras de las cuatro propiedades que poseía la artista cuando murió y Ted se quedará con los beneficios derivados de otra vivienda que se vendió por 300.000 euros tras la muerte de su madre Aretha. Por su parte Clarence quien sufre actualmente una enfermedad mental y vive bajo tutela, tendra cubierto todos sus gastos económicos por sus hermanos han acordado apoyarle en todo lo que necesite. A su vez, los cuatro compartirán los derechos de autor y los beneficios que aún sigue generando el catálogo musical de su madre.