Si al final resulta que la genética lo determina todo y la vocación se encuentra escondida en el ADN, los biólogos hallarán un indicio de que el talento con los pies es hereditario en la familia del mítico delantero del Athletic de Bilbao, Telmo Zarraonandia, Zarra (1921-2006), autor del gol a Inglaterra en el Mundial de 1950 que metió a España en semifinales. Adriana Bilbao Zarraonandia, de 36 años, nieta de quien fuera el máximo goleador de todos los tiempos de la Liga Española, baila flamenco .
Lleva años dedicándose a ello. Dice que es así como consigue liberarse. Su baile se define dentro del flamenco más tradicional. No obstante, su inquietud e interés por renovarse le permiten ir explorando “y probando otros códigos a través de un movimiento elegante y sutil, pero también impetuoso y vivo” como su último espéctaculo, con el que rinde homenaje a su abuelo, fallecido en el año 2006.
-¿Qué hace una bilbaína metida en el flamenco? ¿Cómo lo conociste y te enamoraste de él?
-Lo bailo desde los once o doce años. Empecé a ir a clases con mi madre, porque también le gustaba y lo bailaba, así que, en cierto modo, fue ella la que me inculcó la afición por el flamenco.
-O sea, que eras de esas niñas que bailaban siempre en las fiestas.
-Sí, sí, siempre. Yo me subía a todos los escenarios que podía.
-¿Por qué te apasionaba tanto?
-Porque es un lugar en el que creo que puedo expresarme mejor que hablando, porque no soy muy ducha con las palabras. Bailando consigo llegar a un estado en el que me encuentro conmigo misma y en el que me da un poco igual lo que hay a mi alrededor.
-De Bilbao te marchaste a Andalucía ¿no?
-Sí, me mudé a Málaga con diecisiete años porque era donde vivía “La Lupi”, una bailaora a la que descubrí por Internet. Les dije a mis padres que quería aprender a bailar con ella y me apoyaron en mi decisión. Siempre lo han hecho, aunque, en ese momento, me pusieron como condición que hiciera una carrera. Estudié con ella y, al mismo tiempo, hice Comunicación Audiovisual. Hace cuatro años, me mudé a Sevilla, donde estuve estudiando también en varias escuelas y empecé en el Conservatorio Profesional de Música, y después me instalé en Madrid, donde estuve siete años e hice las pruebas para el Conservatorio Superior.
-Ahora has vuelto a instalarte en Bilbao.
-Sí. Y de aquí ya no me muevo, aunque es verdad que viajo bastante. Vengo a Madrid y también estoy con la compañía de Paco Peña, que es un guitarrista de Córdoba que vive en Londres.
-De los maestros con los que te has formado, ¿quiénes te han marcado más?
-Pues no sabría decirte porque, una de las cosas que aprendí con “La Lupi”, fue el saber coger de todos lo que más me interesaba, me convenía o más se ajustaba a mí y con ello ir conformando mi propia personalidad. En Sevilla, por ejemplo, he estudiado mucho con Andrés Marín y Rafael de Carmen, pero también, como somos de la era del Internet, me he nutrido también mucho de los vídeos de YouTube.
-¿Y quiénes son tus referentes en el mundo del flamenco?
-Es que tengo un mogollón en el baile, en el cante y en el toque, así que, si te dijera ahora tres, seguramente dentro de cinco minutos te diría: “¡Ay...se me ha olvidado este otro” Pero una imprescindible es Manuela Carrasco, una leyenda viva ahora mismo del baile. Es verdad que me fijo mucho en ella.
-¿Cómo te definirías como bailaora?
-No sé, yo creo que eso lo tendría que responder otra persona. Yo diría que me gusta ser sutil, elegante y romper en determinados momentos con fuerza y con garra.
-El baile ¿es talento, tesón y trabajo a partes iguales?
-Es verdad que hay mucha gente que nace con un don especial, pero el baile hay que trabajarlo mucho para que luego te puedas olvidar de la técnica y disfrutarlo y sentirlo más.
-¿Qué te animó a crear tu propia compañía?
-Al final son inquietudes personales. Yo llevaba diecisiete años viviendo fuera de casa, pero siempre me ha atraído mi tierra y la he echado muchísimo de menos: a mi familia, a mis amigos, las costumbres. Fue, entonces, cuando se me empezó a antojar la idea de poner en marcha algo mío y que me vinculara a mi lugar de nacimiento. Se me ocurrió el primer espectáculo, que fue el de Burdina, que se estrenó en el año 2019.
-Recientemente representaste un espectáculo con el que homenajeas a tu abuelo y al Athletic de Bilbao, ¿cómo surgió la idea?
-Era una idea que me rondaba por la cabeza desde hace muchísimos años, porque siempre he tenido una relación muy estrecha y especial con él. Y pensé que lo mejor sería hacerlo en el año que se cumplía el centenario de su nacimiento, en el 2021. Por culpa de la pandemia, se fue retrasando todo y al final se estrenó en el 2022. Lo hicimos un año más tarde, pero estamos super contentos con el trabajo y ojalá lo podamos hacer muchísimas veces más.
-Él llego a verte bailar en los escenarios.
-No, porque falleció casi el mismo año que yo me fuí a Málaga.
-¿Le gustaba el flamenco?
-A él le gustaba en general la música y el teatro. Y me vio bailar en los finales de curso en la academia de Bilbao. Venía a vernos bailar a mi madre y a mí. Y también a los campeonatos de gimnasia ritmica en los que participaba cuando era más pequeña. Además, siempre ha sido muy bailongo en las fiestas y celebraciones familiares.