Patricia Rato espera con ilusión una Navidad muy diferente. Será la primera que viva como abuela junto a su nieta, Ginebra, la hija de Alejandra Ruiz de Rato y Ernesto de Novales, que llegó al mundo el pasado mes de abril. En una conversación con ¡HOLA! nos cuenta con ilusión las tradiciones y los encuentros familiares que en su casa dan sentido a estas fechas. Además, como cada año las fiestas navideñas tienen un significado solidario para la familia, ya que comienzan con el concierto benéfico a favor de la Fundación Padre Arrupe, una ONG con la que tiene un vínculo muy estrecho. Este año el espectáculo tiene lugar el próximo 29 de noviembre en el Auditorio Nacional de Música de Madrid a las 19.30 de la tarde. Serán dos horas de música clásica, bandas sonoras de película y villancicos con artistas como el tenor salvadoreño Napoleón Domínguez y el baile de Natalia Vicente y Juan Manuel Nieto. Los beneficios servirán para contribuir a la educación Integral de alta calidad a niños y niñas en El Salvador.
Primeras palabras de Patricia Rato sobre su nueva faceta de abuela
La historia familiar de Patricia Rato está muy ligada a esta causa ya que fue su tío, el Padre Juan Ricardo Salazar-Simpson, el que fundó esta ONG con la que puso en marcha el Colegio Español Padre Arrupe en Soyapango, una ciudad de más de 600.000 habitantes a las afueras de San Salvador, la capital del país. Los estudiantes de este centro proceden de entornes desfavorecidos y con gran conflictividad social. La educación es una arma poderosa para el progreso no siempre al alcance de todos y el sistema de becas cofinanciadas abre la puerta a los alumnos a una formación de excelencia con la que auparse a un ascensor social que les permita aspirar a una vida digna.
La primera cita en el calendario en estas navidades tan especiales es el próximo 29 de noviembre en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Háblamos de este concierto benéfico en el que tu y tu familia estáis tan implicados
Este concierto sirve desde hace 27 años para financiar una obra educativa que inició un tío mío jesuita en El Salvador hace 30 años. Lo organizó mi madre ya que en España no había entonces concierto de Navidad. En Madrid, al menos, no había esta costumbre y a día de hoy mi hermana Aurora es la directora general y es quien lo organiza ahora. El objetivo del concierto de Navidad es ayudar a financiar las becas de los más de 1800 niños que estudian en el colegio desde parvulario a bachillerato y es una enseñanza tutelada por el Ministerio de Educación español además de por el salvadoreño. Son niños que viven en entornos muy básicos con recursos sociales y de integración limitadísimos, es decir, lugares en los que la renta básica es de unos 180 euros por familia.
Disfruta del 'Concierto benéfico de Navidad': un plan para toda la familia con un fin solidario
¿En qué consiste el trabajo de la Fundación Padre Arrupe en El Sálvador?
El trabajo de la fundación permite que algunos de los alumnos más brillantes participen en las olimpiadas mundiales de matemáticas, de física y de química que se celebran en Estados Unidos anualmente, es decir que reciben una educación de excelencia. Además de la ayuda directa, es importante fomentar la creación de un sistema que les permita desarrollarse por ellos mismos a través de sus hospitales, de sus propias reservas. La educación es la base del desarrollo en cualquier parte del mundo.
Son niños que vienen de medios rurales y algunos viven todavía en lo que ahí denominan champas, que son viviendas de madera que tienen techos de lata. Imaginate el calor sofocante que ahí se vive, sin agua corriente ni electricidad. La verdadera democracia supone que los derechos de un pobre son los mismos que los de un rico y eso supone que tengan acceso al mismo nivel de educación.
Conoces la situación de primera mano, ¿cómo ha sido tu experiencia viajando a El Salvador?
Sí, la he conocido a lo largo de muchos años y tuve la suerte, primero de ir con mis padres, después poder acompañar a mi madre, y he visto el desarrollo del país. Cuando era muy joven fue testigo del final de la cruenta guerra civil que padeció durante más de diez años y fue terrible para todo el sistema. Ver como un país resurge sobre sus propias cenizas es algo conmovedor, especial. Tanto en mí como en mi familia ha hecho que se desarrolle un gran sentido de responsabilidad.
Tus hijas también han visitado al país, ¿cómo lo han vivido ellas?
Sí, las dos y, además, la primera vez que fueron eran pequeñitas. Alejandra tenía 9 años e Isabella tenía 7. Siendo tan chiquititas lo recuerdan día a día. Tienen sus anécdotas con sus amigos, muchos momentos de familia. Mantienen muchos recuerdos de la infancia vividos allí.
La admiración por el trabajo de tu tío se ha transmitido de generación en generación
Este concierto de Navidad en nuestra familia se vive con una cierta intensidad porque al empezar a celebrarlo cuando nosotros éramos pequeños, al haber vivido el nacimiento de este proyecto de la mano de nuestro tío Juan Ricardo, forma parte de nuestra historia familiar.
Además, la familia ha aumentado, ¿cómo afrontas esta primera Navidad como abuela?
Estamos todos felices con el nacimiento de la primera nieta. Es una bendición como para tantos abuelos Es algo genial, estupendo, una maravilla. Imagínate, con una alegría, comprando juguetes y pensando en circunstancias, momentos, juegos que ya viví con mis hijos y nunca piensas que vas a tener la suerte de volver a vivir. Entonces, el doble de ilusión y dando muchas gracias.
¿Cómo tenéis pensado celebrarlas? ¿Qué tradiciones seguís en casa?
Nosotros somos todos muy clásicos y familiares. Vivimos mucho el día de Reyes y la Cabalgata. Todo lo hacemos siempre en familia. El día de Navidad también lo pasamos todos juntos. Como las familias también van creciendo, la única dificultad añadida es organizarse para ir acogiendo cada vez a más gente porque además la familia se agranda y te juntas con la familia de sangre y la que no es de sangre, gracias a Dios. En la carta a los Reyes Magos hay que pedir que las mesas sean más grandes por el espacio, ya no por la materiales que tengas, sino por la cantidad de gente con la que compartirla. Eso es una bendición y para los chiquitajos, no te quiero ni contar.