Ya se puede verbalizar, pero ha costado. Mucho. Al principio, casi pidiendo permiso. Como si confesaras tu flaqueza, tu fragilidad… Tu culpa. Como si en un momento de felicidad extrema, no tuvieras derecho a estar mal. Como si solo se te permitiera por causa mayor. Porque, convertirte en madre es una buena noticia, sí, pero ser feliz por ello no tiene por qué ser una obligación. Porque quizás no llega en el mejor momento o no te encuentras fuerte o las hormonas se revolucionan o porque para llegar a conseguirlo, has sufrido mucho y cuando, por fin lo logras, te da el bajón. Gisela va a ser mamá, pero no le ha sido fácil. En agosto, confirmó que el bebé iba para adelante pero no se ha permitido, aún, explotar de alegría. Porque pasó que, en otras dos ocasiones, desgraciadamente, todo se malogró. Tuvo dos abortos con sus consiguientes meses de espera. Con sus análisis, pinchazos, ilusiones y decepciones… Una noria física y emocional que cobra factura. Porque han sido casi cinco años y el cuerpo quizás puede resistirlo. Tiene 44 años, es joven, es fuerte… Pero mentalmente, no siempre estamos preparados para aceptar el fracaso, la pérdida, la frustración, el dolor… Gisela ha sufrido y, al tiempo que ha compartido con ¡HOLA! la buena noticia, también ha querido ser generosa y contarnos el lado oscuro de la Luna. Podría haber obviado esa parte. Podría haberse mostrado radiante, como si las páginas de nuestra revista se hubieran convertido en una suerte de feliz filtro de red social. Pero, no. La cantante ha sido sincera y ha mostrado la realidad con toda su crudeza. Ha desnudado su alma y nos ha relatado todo el proceso de su embarazo. Tortuoso, difícil, ingrato. Una batalla por ser madre, sí; en la que ha salido victoriosa, también; pero en el que, durante la lucha, vio peligrar su salud mental. Especialmente cuando, al saber que el bebé era viable, mes y medio después, tuvo otro problema. “Se produjo un desprendimiento del saco gestacional. Tenía un 50% agarrado, 50% desenganchado. Fue un momento de crisis, porque después de cinco años, todas las estimulaciones, la fecundación… colapsé”, nos cuenta.
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“El médico me prescribió reposo absoluto. He tenido que estar casi dos meses en cama, con lo que todo eso conlleva tanto a nivel físico como emocional y laboral. Porque nosotras, las mujeres, tenemos todo el peso, el peso de todo y tomar decisiones es difícil… Tocaba conciliar antes incluso de que el bebé naciera y eso ya es complicado… Tenía compromisos profesionales que había estado batallando durante años, a mi tampoco me gusta no cumplir con mis compromisos… Todo eso me generaba mucha ansiedad porque aunque lo que me estaba pasando no lo hubiera buscado ni mucho menos, sino que era algo accidental y que le puede pasar a todo el mundo, sentía mucha culpa encima”, nos explica Gisela.
.- Y ¿cómo se gestiona todo eso emocionalmente? Sobre todo ¿cómo mantienes las ganas de seguir adelante?
.- ¿Sabes lo que pasa? Que tenemos muy poca información. Realmente, yo creo que al mundo maternidad, obstetricia, ginecología… le queda mucho camino en cuanto a comunicar, a informar. Entonces, al primer aborto, te dicen “es normal. Un X% muy elevado de chicas, la primera vez que se quedan embarazadas, tienen un aborto”. Entonces tú, al principio, dices “bueno, es una cosa que entra dentro de la normalidad. Es una pena. Es un susto. Todavía te ves joven de alguna manera”. Emocionalmente, es un palo, porque también es doloroso físicamente, sí, pero es un palo. Pero, es solo el primer intento. Ahora, cuando llega el segundo, realmente es cuando te asustas de verdad. El tiempo avanza, es la segunda vez que te pasa, no hay motivo, no saben por qué… Incluso, cuando he tenido el desprendimiento, tampoco se sabe por qué pasa, no hay tratamiento. Es como todo muy random. Muy aleatorio.
.- ¿Pasaste miedo?
.- Claro. Pasas miedo. Porque no fue un aborto espontáneo, fue un aborto que tuve que entrar en quirófano, con lo que significa una sedación total.
.- Es por eso que el miedo no te permite ser del todo feliz…
.- Todavía, no. Totalmente. Me cuesta mirar ropita de bebé… Me cuesta todavía creérmelo. Me da miedo hacerme ilusiones. Voy con la cautela. Te notas un poco de barriguita, te vas viendo cambios en el cuerpo, pero siempre vas como con el freno echado.
.- Todavía no sabes el sexo del bebé ni tienes un nombre elegido… Eso también forma parte de la precaución que estás teniendo.
.- Exacto.
.- Y porque del momento de la noticia a guardar reposo absoluto pasó poquísimo tiempo, ¿no?
.- Ha sido durísimo porque, cuando estás en reposo total, solo puedes leer, ver la tele y poco más. Pero la cabeza va a 10.000. Que si no va a ir bien. Que otra vez. Que qué voy a hacer ahora. O sea, el coco no para porque tienes muchas horas libres. Luego, el trabajo, ¿qué va a pasar? ¿Cuándo voy a poder volver a trabajar? Piensas en los compromisos, ¿cómo se lo van a tomar si no puedo? Me van a volver a contratar en un futuro… O sea, ese maremagnum mental es súper complicado de llevar porque, además, estás todo el día con las hormonas muy revolucionadas. Y mucha culpa. Qué he hecho mal, qué podía haber hecho mejor… Todo eso.
.- Este embarazo es una prueba de que los problemas se superan, ¿no?
.- Sí, sí. Y que hay que ser fuerte día a día. O sea, esto es una carrera de fondo, como la vida. Pero en mi caso, en mi proceso de maternidad, está siendo una carrera de fondo de verdad. De aguantar día a día, porque sigo siendo un embarazo de riesgo. Aunque ahora estoy mejor, hemos pasado como la fase más aguda del riesgo más agudo, pero tampoco nadie te garantiza que esto vaya a ir bien.
.- Con lo que has sentido tu salud mental flaquear, imagino, pero ¿tanto como para caer en una depresión?
.- Por supuesto, porque es un proceso muy difícil digerir, de entender, de aceptar. Lo que más me cuesta es aceptar el porqué me está costando tanto. Y, una vez lo he conseguido, ¿por qué tiene que ser tan difícil para mí? Es un proceso en el que necesitas ayuda.
.- ¿Has necesitado ayuda profesional para superar estos problemas?
.- Fui al psicólogo al principio. Ahora, la verdad es que estoy haciendo terapia como una alternativa más. Con acupuntura, con homeopatía… Con cosas que me equilibran.
.- Por suerte, has tenido a Jose a tu lado…
.- Hemos ido de la mano en el sentido más amplio de la palabra. Me ha cuidado todo lo que ha podido, apoyándome emocionalmente, que para mí es lo más importante. Animándome. Pinchándome también cuando tenía que pincharme y yo no podía, porque es difícil pincharse una sola, ha dejado también trabajos por acompañarme en muchas ocasiones…. Una persona sola, con todas las dificultades que yo he pasado, puede entrar una depresión y puede pasarlo mentalmente muy mal. Al menos, cuando alguien tienes al lado, que te hace de cojincito y que te dice “Venga, va. Si no es ésta, es otra” O “No te preocupes, va a ir todo bien”. Te saca un poco de tu nube mental.