Ha crecido entre platós y rodajes, ha recorrido el mundo y ha tenido oportunidad de coincidir con multitud de personalidades, desde que era una niña. Pero también conoce de primera mano las luces y las sombras de la fama y seguramente, si quisiera, podría desgranar, tan fácil como deshojar una margarita, la realidad de ese Hollywood que siempre nos parece misterioso a los que no lo vivimos desde dentro. Como hija de dos grandes estrellas, Antonio Banderas y Melanie Griffith, es consciente de lo privilegiado de su vida, aunque también, en determinados momentos, le ha resultado abrumador el interés mediático. Sobre todo ahora, que acaba de anunciar su compromiso con su novio, Alex Gruszynski, al que conoció cuando apenas era una niña, en la escuela Wagon Wheel School, de Los Ángeles.
Quizá por eso, Stella del Carmen, muy tímida y reservada, estaba nerviosa por su primera gran aparición ante la prensa en España, el pasado mes de noviembre, en la presentación Magic Cosmos de Rabat, una oda a la artesanía y un viaje a través de la luz de las cuatro piedras preciosas: el rubí, el diamante, el zafiro y la esmeralda. El mejor consejo —que mantuviera la calma— se lo había dado su padre horas antes en Málaga, donde lo visitó aprovechando su viaje desde Los Ángeles. Y así se enfrentó a sus propios temores con cercanía, simpatía e ingenio, y terminó deslumbrando a todos.
Como lo hizo en nuestras páginas, posando con joyas de las colecciones más icónicas de Rabat: “Creo que sus colecciones son atemporales y están cargadas de significado. Me ha impresionado mucho la importancia y el peso que dan a la familia, además de su belleza visual que es incuestionable”, asegura.
No es de extrañar, de todas formas, que enamore a la cámara. Lo lleva en los genes. Armas de mujer (como su madre). Y mucho talento heredado. Seguirá los pasos familiares en el mundo del cine, aunque será detrás de las cámaras, esa es su elección. Ya nos lo había dicho Antonio en una entrevista en estas páginas, hace un par de años, que su hija tiene un gran mundo interior y la veía inclinada hacia la dirección y el guion, más que a la actuación. Y él tiene mucho que ver en esta decisión, sin duda, porque la niña de sus ojos bebe directamente de su pasión por la lectura y el arte, de su enorme creatividad y de su “mente privilegiada”.
Entre dos aguas
Nos encontramos con Stella del Carmen en Madrid y nos acercamos a su manera de ser y de pensar. A sus 27 años, lejos de tener ‘pájaros’ en la cabeza —como su abuela, Tippi Hedren en la película de Hitchcock—, es un diamante que va puliéndose: ha hecho de modelo ocasionalmente, escribe por pasión, le preocupa el medioambiente, lanzó su propio perfume donde encierra las esencias asociadas a su infancia en Málaga, ha rodado dos cortos y prepara el tercero… Hablamos de sus ilusiones, sus gustos y sueños y de cómo ha sido crecer entre dos culturas, entre el glamour de Hollywood y el calor de la ciudad que la vio nacer —vino al mundo en Marbella en septiembre de 1996—, entre dos aguas y un enorme ‘charco’.
Su herencia estadounidense y su herencia española ya confluyen en su nombre de pila: del Carmen; lo eligió su padre en honor a esta virgen, muy popular en Málaga, como símbolo del amor por su tierra y por su abuela, doña Ana, que era una gran devota. Y aunque vive en Los Ángeles, las raíces tiran. Cuando aterriza en este lado de ese gran ‘charco’ del que hablábamos, lo primero que hace es disfrutar de un buen jamón ibérico, su frase favorita es “ponme un tinto de verano” y se siente en “familia”.
— ¿Cuál es la joya de tu joyero más especial para ti?
—He tenido la suerte de heredar algunas piezas del joyero de mi madre y de mis abuelas: los relojes de mi abuela, los anillos de boda de mis padres, regalos de amigos... Pero, por desgracia, me robaron todas mis joyas en casa. Estoy triste porque nunca podré recuperar esas piezas de gran valor sentimental, ni podré dejárselas a mis propios hijos, pero eso no va a hacer que desaparezca el amor y el significado que tenía hacia cada uno de esos recuerdos que jamás olvidaré.
—¿Alguna vez entraste en el joyero de tu madre o de tu abuela y les ‘robaste’ algo para ir a cenar, a una fiesta, o un evento especial?
—Tengo la enorme suerte de tener una familia que está dispuesta a compartir conmigo y que me anima a coger prestadas sus joyas especiales. Así que sí, me aprovecharé de eso, seguro.
—Rabat es una firma española. ¿Eso ha tenido que ver en tu decisión de querer colaborar con ella?
—Totalmente. Nunca acepto una oportunidad simplemente por el hecho de que se presenta. Para mí es importante la intención que hay detrás de cada elección que hago… Y me sentí conectada emocionalmente con Rabat por el hecho de que es una marca española de gran tradición.
—¿Cómo fue tu infancia con tus padres actores y creciendo entre dos culturas, la española por tu padre y la americana por tu madre?
—Me siento realmente afortunada de haber dividido mi tiempo entre dos países y de haber podido vivir entre dos culturas. Siento que estas dos experiencias, en mi caso, se fusionan en un único mundo, por lo que no necesariamente me siento más estadounidense o más española, a pesar de haber vivido en Los Ángeles toda mi vida.
—Evidentemente has pasado mucho más tiempo en Estados Unidos. ¿Cuáles son los mejores recuerdos de tu infancia asociados a España y cómo, ya siendo más mayor, has reconectado con tu parte española?
—Crecí en Estados Unidos, así que obviamente me siento más cómoda expresándome en inglés, porque es la lengua que hablo cada día y eso me permite transmitir mis pensamientos mejor que en español, puedo matizar con más detalle lo que siento o pienso. Una cosa que he aprendido, con el paso del tiempo, es a dejar de juzgarme a mí misma por el hecho de no hablar en español con la misma fluidez, imagino que otras personas también bilingües pueden sentir lo mismo. Eso no quita que nací aquí, crecí aquí y la mayoría de mis primeros recuerdos sucedieron aquí, en España. Me siento muy conectada con esos recuerdos de mi infancia, cuando era una niña.
—Hoy en día, Stella, ¿qué dirías que tienes de malagueña y de española, y qué de americana? ¿Te ves algún día viviendo en España?
—Me considero una fusión de la herencia malagueña y española con la cultura americana. En concreto, de Málaga y España he heredado un profundo aprecio por las tradiciones y un fuerte sentido de la familia. Mis raíces americanas han agregado un elemento de ambición y deseo de perseguir mis sueños. Aunque actualmente no vivo en España, la idea de regresar y convertirla algún día en mi hogar es algo que no descarto.
Cuando era niña
—Hace un par de años te trasladaste a Málaga para trabajar junto a tu padre, como asistente de dirección en Company. Esta experiencia ¿te ayudó a despejar dudas y aclarar el camino que querías seguir?
—Fue divertido y una experiencia de aprendizaje increíble. Admiro mucho lo que mi padre está haciendo con su teatro y todos los proyectos alrededor del mismo, y me sorprende cuánto ama su ciudad natal y lo generoso que es con ella. El tiempo que pasé en el Teatro del Soho me ayudó a discernir mejor el camino que quiero tomar, que es dirigir, pero quiero estar ocupada a la vez con proyectos paralelos. Todavía conservo mi marca de perfumes Lightbound, que se distribuye a través de varios minoristas de Estados Unidos, pero mi principal objetivo es dirigir. He rodado dos cortometrajes este año y quiero dirigir otro en los próximos meses.
—También te interesa la escritura. ¿Cómo surgió esa pasión y cómo la desarrollas? Eres una persona muy creativa. ¿Cuáles son tus otras pasiones?
—Cuando era niña, siempre me encantaron las clases de escritura, así que ahí fue donde surgió el amor por las letras. Simplemente me gusta estar en un ambiente creativo. Aprovecho cualquier oportunidad para trabajar en un set o en un proyecto colaborativo. Me gusta experimentar diferentes tipos de trabajo y no ceñirme demasiado a una única opción. Soy muy curiosa y estoy interesada en todas las oportunidades que la vida me brinde.
—¿Nunca pensaste en ser actriz? Aunque te graduaste en Estudios Narrativos, también llegaste a estudiar interpretación en la escuela de Stella Adler, en Nueva York. ¿Te veremos delante de la cámara algún día?
—Quería probarlo para ver cómo me sentía; al fin y al cabo, lo llevo en la sangre, pero prefiero estar detrás de la cámara. Esos estudios de narración me enseñaron a contar historias a través de múltiples medios, así que aproveché la ocasión para aprender videografía, dirección, edición, dirección creativa, etc. Fue muy enriquecedor.
En el siglo XXI
—Como joven mujer de 27 años en el siglo XXI, ¿cuáles son tus inquietudes? ¿En qué te implicas?
—Como una joven del siglo XXI, estoy profundamente comprometida con diversas causas, ya que creo que a la mayoría de la gente no nos queda más remedio que afrontar la multitud de crisis que estamos experimentando a nivel mundial. Siento que mi mente es un carrusel en el que giran todos los problemas a los que nos enfrentamos: sostenibilidad ambiental, pobreza y desigualdad, acceso a la educación, etc. Un tema que me preocupa mucho es cómo se puede alcanzar el equilibrio en las redes sociales, como catalizador para solventar estos problemas y, a la vez, como causante de un daño aún mayor. Me sorprende que la gente reaccione inmediatamente, a veces de manera poco reflexiva online, pero carezca de empatía en la ‘vida real’ hacia los demás.
—Si preguntáramos a la gente que te conoce, tu familia, tus amigos, ¿qué nos dirían de Stella del Carmen Banderas? ¿Cómo eres?
—Creo que te dirían que al principio parezco reservada y tranquila. Prefiero ser una persona de pocas palabras, pero cargadas de significado, que alguien que habla simplemente para llenar un silencio.
—¿Cuál crees que es la mejor herencia de tu padre y cuál de tu madre, en qué te pareces a cada uno?, ¿qué admiras de ellos y cómo es vuestra relación?
—Su mejor legado es quiénes son como padres y como seres humanos. Al final del día, los logros profesionales son solo eso. Nací del encuentro entre dos personas extremadamente generosas, cariñosas, inteligentes y creativas que nos ofrecieron, a mis hermanos y a mí, crecer en la seguridad que todos los niños merecen. Eso no significa que mi infancia fuera perfecta, pero tenía todo lo que necesitaba. Me gustaría heredar su amabilidad y amor por los demás. Ahora que soy mayor, me siento más cerca que nunca de ambos y los entiendo y respeto aún más. Veo a mi madre con más frecuencia, puesto que vivimos en la misma ciudad, pero eso no quita que siga sintiéndome muy cerca de mi padre.
—Respecto a la moda, ¿en qué te pareces a tu madre, Melanie, y a tu hermana, Dakota?
—Tenemos gustos muy similares. Nos gustan las cosas como antiguas, estilo vintage. Nos sentimos atraídas por las cosas que antes pertenecían a otras personas, porque para mí tienen un significado más profundo detrás.
—¿Cómo es tu relación con tus hermanos?
—Genial, perfecta, nuestra familia es tan mezclada, todos estamos muy unidos.
—Ahora que tu padre se instaló en Málaga hace varios años, ¿vienes más a menudo a verle?
—Sí, desde que mi padre se mudó a Málaga hace unos años, vengo a visitarlo más a menudo. Intento venir dos o tres veces al año, pero la distancia entre ambos países a veces lo complica.
Su piedra, el zafiro
—¿En qué momento te encuentras?
—Profesionalmente, estoy entusiasmada. Creo que estoy por fin en el camino de hacer lo que quiero ser. Me ha llevado un tiempo tener la confianza para alcanzarlo. En lo personal estoy muy contenta, vivo en el barrio en el que crecí, en Los Ángeles, con mi novio y mi perra, cerca de mis amigos.
—¿Cómo te ves dentro de unos años o cómo te gustaría verte?
—No tengo planes inamovibles, quiero también dejarme llevar por la vida, estoy abierta a lo que venga y, con suerte, espero encajar de una forma positiva en el mundo. Encontrar mi lugar, que me permita compartir mi trabajo con la gente y hacer progresar mi carrera.
—¿Cuál es tu gran sueño por cumplir?
—Construir una familia propia, a la vez que alcanzo mis objetivos profesionales.
—Ahora que estamos cerca de la Navidad, ¿qué joya elegirías para completar tu look?
—Un sencillo par de aros dorados.
—El rubí, el diamante, el zafiro y la esmeralda… ¿cuál de estas piedras preciosas te representa más y por qué?
—Tendría que decir zafiro porque es la piedra que corresponde a mi mes de nacimiento, representa la sabiduría, el carácter y el amor. Siempre me ha atraído el significado que hay detrás de las piedras y la creencia de que tienen poderes curativos. Forman parte de la sabiduría ancestral que me parece apasionante, ya que se ha transmitido de generación en generación.
—¿Las joyas más preciadas de tu vida?
Mi familia, mis amigos, mi perrita. Creo que tengo muchas joyas en ese sentido. Mi madre sería un gran anillo de diamantes, precioso y brillante, porque ella es radiante y tiene mucha personalidad en ese sentido. Mi padre posiblemente sería un reloj porque está obsesionado con el tiempo y la historia, los recuerdos y mirar al pasado.
—Hablando de Navidad, ¿cómo y dónde la celebras y qué tradiciones españolas sigues?
Celebro la Navidad en Estados Unidos y cada año es un poco diferente, dependiendo de dónde esté mi familia, hacemos una cosa u otra. Sin embargo, todavía mantengo la tradición de comer uvas en Fin de Año y he tratado de que mis amigos se apunten a esta costumbre también.