Si en una conversación cualquiera, alguien utiliza el adverbio “claramente”, ¿a cuántos de ustedes no les viene a la cabeza de repente… “Clara - mente, es igualita que tú-uh-uh-uh-uh / pa’ tipos como tú-uh-uh-uh-uh?” No levanten la mano, no es necesario. En su descargo y que Clara Chía nos perdone, es que ese estribillo no tiene parangón. Ni qué decir tiene también la cantidad de gasolina que las sufragistas de los años 20 podrían haberse ahorrado para quemar sus sujetadores si alguien les hubiera dicho antes algo así como “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”... Y de “pasta”. Y un siglo o dos de lucha política y de discursos caídos en saco roto… Porque nadie ha elevado el empoderamiento femenino a las cotas de Shakira con una sola frase.
Y Bzrp Music Sessions, Vol. 53 —hemos hecho la cuenta— ¡tenía 60! Es un “Yo confieso” en toda regla. Pagano, sí, pero no aconfesional. Porque la de Barranquilla desnudaba su alma y dejaba a la intemperie las vergüenzas de su infidelidad. Perdón, de la infidelidad de su ex. Ésa que ella sufrió a lo largo y ancho de la prensa internacional. Porque lo que le estaba pasando, desgraciadamente, ya lo han vivido muchas mujeres a lo largo de la Historia, que sí, que eso es cierto, pero ¿verlo en la tele? ¿plasmado en negro sobre blanco en los periódicos de todo el mundo y en todos los idiomas? Porque, entiendan, que esas pequeñas grandes tragedias de la cotidianidad salgan a la luz es humillante, ya sea tu (dificil) relación con la suegra o que la mermelada que tú guardabas como oro en paño en la nevera desaparecía por una chiquita de 22 años sin miedo ni a la gravedad ni a los kilos...
Sin embargo, muy al contrario de achantarse y esconderse, Shakira sacó pecho. Hizo de su pundonor herido, una bandera. Shakira era una estrella, sí; una mujer multimillonaria; una artista, vale… pero, también, una mujer engañada y madre. Era, en esencia, una loba herida. Como todas. Como cualquiera. Sus palabras fueron entendidas y acogidas por hombres y mujeres que se sentían reflejados en ese mismo dolor, en ese mismo orgullo, en esa misma humillación. Y así, en 24 horas, la canción se hacía viral y conseguía más de 45 millones de reproducciones en todo el mundo.
Pero Shakira también tuvo que enfrentarse a quien, antes, le dijo que esa demostración de fragilidad y fuerza no era de recibo para una diva. Que podría afectar a su carrera, que podrían criticarla, que podría ir en su contra. Shakira estaba decidida. Sabía lo que hacía. O no. Pero, en cualquier caso, no iba a guardar silencio. Más. Así nos lo cuenta. ¡HOLA! Colombia fue su interlocutora y Shakira no utiliza la música ni las metáforas para abordar el tema. Un tema que, efectivamente, le aconsejaron no cantar y, madre mía, qué equivocados estaban...
- Acabas de sacar nuevo single, El Jefe. ¿Cuáles son tus próximos planes? ¿Quizá un disco? ¿O una gira? Que tus fans de todo el mundo están deseando verte en directo… ¿Qué es lo que más te apetece?
- Sí, ahora mismo estoy cerrando un álbum que me tiene muy entusiasmada, con canciones que la gente ya conoce y con otras que no he lanzado aún. Va a ser un documento vivo que recoge mis emociones y vivencias de los últimos dos años; y es un trabajo muy personal. Estoy muy feliz con las colaboraciones que vendrán con este álbum, que la gente no se espera. A principios del año que viene, espero estar lanzándolo y, luego, vendrá una gira mundial, la más extensa e importante de toda mi carrera.
- ¿Cuál es la mejor lección que has aprendido en estos últimos dos años?
- Una lección que he aprendido es que pensé que era mucho más frágil de lo que soy. He entendido que el ser humano tiene una resiliencia enorme y que puede superar cualquier cosa. También he entendido que la amistad es más larga que el amor y que lo mejor que puedo trasladar a mis hijos es que tengan buenos amigos, que serán su soporte emocional en el futuro como han sido para mí los míos.
- Tus últimas canciones contienen mensajes muy claros y directos. ¿Te ha costado reflejar tus sentimientos con tus canciones? ¿Has pensado mucho en ser tan clara y directa o antes de publicar?
- Sí que había algo de preocupación antes de que sacara la canción. Gente de mi equipo intentó convencerme de que cambiara la letra, pero yo no soy una diplomática de la ONU. Soy una artista y, ante todo, una mujer. Siempre he sido honesta conmigo misma y con los demás y no puedo vivir en un mundo en el que tengo que esconder mis sentimientos, en el que no puedo sublimarlos. En esto el arte cumple una función esencial: no solo la catarsis que representa, sino la capacidad de transmutar tus emociones y el dolor, en fuerza, en determinación, como una verdadera alquimia.
- En Acróstico tus hijos han tenido un papel muy importante. ¿Cómo valoran ellos tus últimas canciones y cuál de las que has publicado últimamente les ha gustado más?
- Desde el día que nacieron, mis hijos han sido mi mayor inspiración. Pero ahora, además, son una fuente continua de ideas. Están llenos de opiniones, y además las expresan, porque intento siempre enseñarles que hay que expresar lo que se piensa. Y cuando se siente el dolor, no hay solamente que sentirlo sino pensarlo y expresarlo. Es la única manera de poder elaborar las situaciones difíciles de nuestras vidas. Esto lo entienden cada vez más y es muy lindo poder llegar a esta etapa de mi carrera artística, compartirla con ellos, que saben apreciar mucho la música porque además tienen una gran sensibilidad artística.