A sus 25 años, Camille Gottlieb , la mejor de los tres hijos de la princesa Estefanía de Mónaco, es el vivo retrato de Grace Kelly. En sus redes sociales, se puede comprobar que mantiene un sorprendente parecido con su abuela materna. Su cabello rubio y la penetrante mirada de sus ojos azules recuerda a la protagonista de películas como La ventana indiscreta, deAlfred Hitchcock, y Atrapa un ladrón, fallecida en un trágico accidente de tráfico el 14 de septiembre de 1982.
Precisamente, en su faceta como activista, Camille está celebrando el sexto aniversario de la organización sin fines de lucro Be Safe Mónaco , que fundó para concientizar a la juventud sobre el peligro de conducir bajo los efectos del alcohol. La iniciativa surgió hace tres años, luego de perder a uno de sus mejores amigos en un accidente con su Scooter al salir de una fiesta. En esa misma línea, puso en marcha un servicio de transporte gratuito en Montecarlo que llevaba hasta sus casas a aquellos jóvenes que habían bebido de más.
De ello habló a la revista Point de Vue desde el Palacio principesco , escenario de maravillosos recuerdos con su abuelo, el principe Rainiero III, de su infancia feliz , de su amor por Mónaco y de sus compromisos solidarios: “Mi madre nos transmitió a mi hermano Louis, a mi hermana Pauline y a mí el deseo de implicarnos con los demás. De hecho, me dijo que lo que le hacía feliz era ver las sonrisas en los rostros de la gente a través de sus acciones. Mi padre (Jean-Raymond Gottlieb) también me inculcó el gusto por compartir”.
Asimismo, Camille trabaja actualmente en el vínculo intergeneracional entre jóvenes y mayores con la Cruz Roja: “Las personas mayores son igual de importantes para mí y no puedo entender por qué algunas de ellas están dejadas de lado por sus propias familias”. En este sentido, Camille admite que mantiene una excelente relación con sus abuelos paternos: “Asisten a todos los actos que organizo y están muy presentes a diario. Mi abuela es más tranquila y reservada, pero es el pilar de todos nosotros. Es la jefa, igual que mi abuelo, que es un poco una estrella para mis amigos. Es muy divertido, le encanta bailar y, como yo, un poco bruto”.
En este sentido, Camille también admite el fuerte vínculo que mantenía con el príncipe Rainiero, fallecido el seis de abril de 2005: “Mi abuelo era una persona maravillosa, muy protectora, muy divertida y muy atenta, con la que almorzaba todos los miércoles en Palacio, los dos solos. Yo solía llegar disfrazada de marquesa y pedir pasta con salsa de tomate, raviolis o filetes rusos con salsa de pimienta. Y si él no podía almorzar, debido a su apretada agenda, “Papoune”, como le llamábamos, siempre se las arreglaba para encontrar un momento para recibirme”.
Asimismo recuerda como siempre estaba pendiente de ella y lo detallista que era: “Yo era un poco la revoltosa de la familia y, a menudo, durante los actos oficiales, me cogía de la mano, me decía que sonriera y me encauzaba. Se tomaba muy en serio su papel de abuelo. Una vez perdí mi conejo de peluche favorito. Mi abuelo, al que no le gustaba verme triste, pidió a la lavandera del palacio que me hiciera una réplica exacta con una de sus camisetas. Cuando me la dio, estaba encantadísima. Aún conservo un trocito, que atesoro en un sobre”.
A Camille también se le ilumina la mirada cuando habla de su tío, el príncipe Alberto de Mónaco, con quien también asegura mantener un estrecho vínculo: “Está muy implicado y entusiasmado con todo lo que emprendo. Por ejemplo, cuando le hablé de mi proyecto Be Safe , reconoció que en Mónaco faltaba una asociación así para luchar contra la conducción bajo los efectos del alcohol. Desde entonces, siempre que su agenda se lo permite, participa en actos de recaudación de fondos y en llamamientos a voluntarios”.