A sus 25 años, la hija menor de la princesa Estefanía está tan visceralmente unida al principado como a su casa familiar. Camille Gottlieb ha accedido a hablarnos desde el palacio principesco, escenario de maravillosos recuerdos con su abuelo el príncipe Raniero, de su infancia feliz, de su amor por Mónaco y de sus compromisos.
“Descubrí que era capaz de emprender acciones, hacer algo con mi vida y hacer que los que me rodean se sintieran orgullosos de mí”
—Be Safe, su asociación de lucha contra la conducción bajo los efectos del alcohol, celebra este año su sexto aniversario. Son cinco amigas detrás de este proyecto altruista. ¿Qué lo desencadenó?
—Durante el verano de 2017, uno de nuestros amigos perdió la vida con su Scooter en un accidente provocado por un consumo excesivo de alcohol. Este triste suceso nos traumatizó. Había que cambiar las cosas. Así nació la asociación.
—¿Cuál es exactamente el mensaje?
—Que hay que respetar los límites de alcoholemia fijados por el Estado y la Policía. No hay que olvidar que, más allá de estos límites, nuestra visión se deteriora y el tiempo de reacción se alarga. El consumo de alcohol suele ir acompañado del síndrome del héroe, de esa sensación de que nada nos puede pasar. No prohibimos beber a nadie, simplemente, tienen que ser conscientes del peligro.
“Estoy muy unida a mi madre, pero también a mi padre (Jean-Raymond Gottlieb), para el que siempre reservo una comida a la semana”
—Durante el verano de 2023, en Mónaco y las ciudades de los alrededores, Be Safe obtuvo buenos resultados, duplicando el número de personas que han sido acompañadas a sus casas tras beber. ¿Cómo se siente?
—Estamos contentos porque esta cifra va en aumento y demuestra que la estrategia que hemos puesto en marcha funciona y que existe una demanda real. Podríamos haber duplicado el número si todas las personas ebrias hubieran solicitado instintivamente nuestros servicios.
“Me interesan el interiorismo, la pintura, el dibujo e incluso vivir una temporada en París, pero una cosa es segura: me casaré y tendré hijos aquí, en el principado”
—¿Qué cree que hay que mejorar?
—La llamada a los voluntarios es primordial. Y tenemos que seguir concienciando a los fiesteros, ¡a los jóvenes y los mayores!
—¿Usted bebe alcohol alguna vez?
—Nunca, ni siquiera un vasito para el aperitivo. No me gusta el sabor y menos aún la idea de perder el control de mi cuerpo y de mi mente.
—¿Qué le dijo su madre, la princesa Estefanía, cuando le anunció la creación de su asociación?
—Mamá me animó, como siempre lo ha hecho. Sabía que el alcohol era un tema que siempre me había rondado por la cabeza y que me hacía muchas preguntas en torno a ese tema.
—¿En qué sentido es un modelo para usted?
—Mi madre nos transmitió a mi hermano Louis, a mi hermana Pauline y a mí el deseo de implicarnos con los demás. De hecho, me dijo que lo que le hacía feliz era ver las sonrisas en los rostros de la gente a través de sus acciones. Mi padre también me inculcó el gusto por compartir.
“Mi tío está muy implicado y entusiasmado con todo lo que emprendo. Por ejemplo, cuando le hablé de mi proyecto Be Safe, reconoció que en Mónaco faltaba una asociación así”, cuenta sobre su relación con el príncipe Alberto
Una auténtica tribu
—¿Es esencial para usted cultivar este espíritu familiar?
—Por supuesto. No podría vivir sin mis hermanos y mi hermana. Louis, Pauline y yo estamos muy unidos, incluso nos llamamos ‘los tres mosqueteros’. Somos capaces de decirnos las cosas con franqueza o discutir, pero sin animadversión. Mamá, que se lleva bien con su exmarido Daniel Ducruet, así como con papá —Jean-Raymond Gottlieb—, supo crear una auténtica tribu. Durante el encierro, mis hermanos pequeños —Thomas y Maxime— se quedaron con nosotros en casa de mi madre porque mi padre estaba atrapado en Marrakech. También tengo una bonita relación con mi madrastra, a la que adoro.
—¿Tienen algunos pequeños rituales familiares?
—Cuando Pauline vuelve a Mónaco, hay una comida familiar obligatoria en casa de mamá. Nos llamamos regularmente y somos muy activos en nuestro grupo familiar de WhatsApp, donde intercambiamos muchos mensajes y fotos. Sobre todo las de nuestra pequeña Victoire. Lo acapara todo.
—¿Qué clase de tía es usted para Victoire?
—Estoy muy presente, y creo que es un poco invasivo para sus padres. Voy a menudo a su casa, sobre todo, a la hora del baño, pero siempre avisándoles que voy. Victoire es la primera nieta y ¡ya es la estrella de la familia! Nadie puede resistirse a ella, sobre todo mi hermano.
“Algunas personas se tomaron la libertad de juzgarme por mi aspecto o mis acciones y eso me hirió mucho. He aprendido a desprenderme de ello. Hoy hago las cosas como quiero y publico lo que quiero, guste o no. Llevo un año con mi novio, pero no desvelo su cara ni su nombre. Es asunto mío”
—A sus 25 años, ¿se siente preparada para formar una familia?
—Todavía no. Es cierto que me encantan los niños y no imagino mi vida sin ellos. Lo ideal sería tener uno antes de los 30 años. Pero las personas mayores son igual de importantes para mí y no puedo entender por qué algunas de ellas están dejadas de lado por sus propias familias. En la Cruz Roja, trabajo actualmente en el vínculo intergeneracional entre jóvenes y mayores.
—¿Presta la misma atención a sus abuelos paternos?
—Por supuesto. Asisten a todos los actos que organizo y están muy presentes a diario. Mi abuela es más tranquila y reservada, pero es el pilar de todos nosotros. Es la jefa, igual que mi abuelo, que es un poco una estrella para mis amigos. Es muy divertido, le encanta bailar y, como yo, un poco bruto.
—¿Era tan fuerte el vínculo con su otro abuelo, el príncipe Raniero, cuyo centenario celebramos este año?
—Mi abuelo era una persona maravillosa, muy protectora, muy divertida y muy atenta, con la que almorzaba todos los miércoles en palacio, los dos solos. Yo solía llegar disfrazada de marquesa y pedir pasta con salsa de tomate, raviolis o filetes rusos con salsa de pimienta. Y si él no podía almorzar, debido a su apretada agenda, ‘Papoune’, como le llamábamos, siempre se las arreglaba para encontrar un momento para recibirme.
La supertía de todos
—¿Cuál es su mejor recuerdo con él?
—Yo era un poco la revoltosa de la familia y, a menudo, durante las fotos oficiales, me cogía de la mano, me decía que sonriera y me encauzaba. Se tomaba muy en serio su papel de abuelo. Una vez perdí mi conejo de peluche favorito. Mi abuelo, al que no le gustaba verme triste, pidió a la lavandera del palacio que me hiciera una réplica exacta con una de sus camisetas. Cuando me la dio, estaba encantadísima. Aún conservo un trocito, que atesoro en un sobre.
—¿Sigue viviendo con su madre?
—Sí. Debido a algunos de sus compromisos, a menudo estoy sola en casa. Funcionamos como una pareja de ancianos, ¡como Huguette y Raymond en «Scènes de Ménages»!, una serie que nos gusta ver juntas. Estoy muy unida a mi madre, pero también a mi padre, para el que siempre reservo una comida a la semana.
“No podría vivir sin mis hermanos y mi hermana. Louis, Pauline y yo estamos muy unidos, incluso nos llamamos “los tres mosqueteros”. Somos capaces de decirnos las cosas con franqueza o discutir, pero sin animadversión”
—¿Cuál es su relación con su tío el príncipe Alberto II?
—Mi tío está muy implicado y entusiasmado con todo lo que emprendo. Por ejemplo, cuando le hablé de mi proyecto Be Safe, reconoció que en Mónaco faltaba una asociación así para luchar contra la conducción bajo los efectos del alcohol. Desde entonces, siempre que su agenda se lo permite, participa en actos de recaudación de fondos y en llamamientos a voluntarios.
—Se os nota muy cercanos...
—Estoy cerca de todos. Familia principesca o no, siguen siendo mi tío, mis tías, mis primos... No tenemos la oportunidad de vernos muy a menudo, pero siempre que hay una celebración familiar u oficial, nos gusta reunirnos. Carlota viene ahora a Mónaco con más regularidad y me encanta asistir a una de sus reuniones filosóficas. Me río mucho con sus hermanos, Andrea y Pierre, y sus esposas son encantadoras, al igual que Alexandra, con la que solo me llevo un año de diferencia. Los momentos compartidos con los hijos de mis primos son siempre estupendos. Soy como la supertía de todos.
Su relación con la princesa Charlene
—¿Cuál es su relación con la princesa Charlene?
—Tengo una bonita relación con ella. Estoy encantada de que trabajemos juntos en la Cruz Roja, de la que es vicepresidenta. Es muy atenta conmigo. En cuanto a Gabriella, es una pequeña maravilla, muy divertida. Con mucho carácter y energía. No es raro encontrarme en el suelo jugando con ella y con Jacques y construyendo legos.
—¿Tiene alguna afición o placer inconfesable?
—Me encanta colorear dibujos misteriosos para adultos. Es un arma antiestrés, perfecta para canalizar mi energía. También soy aficionada a la astrología.
—Usted está presente en las redes sociales. ¿Cuál es su relación con este medio de comunicación?
—Antes me sentía obligada a publicar posts para todos los que me seguían o a prestar atención a lo que decían. Algunas personas se tomaron la libertad de juzgarme por mi aspecto o mis acciones y eso me hirió mucho. He aprendido a desprenderme de ello. Hoy hago las cosas como quiero y publico lo que quiero cuando quiero, guste o no. Llevo un año con mi novio, pero no desvelo su cara ni su nombre. Es asunto mío.
“Mi abuelo era una persona maravillosa, muy protectora, muy divertida y muy atenta, con la que almorzaba todos los miércoles en Palacio, los dos solos”
—Además de su trabajo de voluntariado, tiene una vida profesional muy ajetreada. ¿Puede hablarnos un poco más de ella?
—En septiembre puse fin a varios años de trabajo con un grupo propietario de dos clubes nocturnos. La experiencia de ser directora de Marketing fue muy enriquecedora y formativa. No tengo palabras para agradecer a quienes la hicieron posible porque, en aquel momento, me encontraba en una fase de mi vida en la que me estaba buscando a mí misma.
—¿Y se encontró a sí misma?
—Sí, porque descubrí que era capaz de emprender acciones, hacer algo con mi vida y hacer que los que me rodean se sintieran orgullosos de mí. También aprendí a afirmarme. Soy una persona a la que le gusta moverse, necesitaba descubrir nuevos horizontes. Es posible que muy pronto trabaje con una gran firma monegasca de joyería. También me interesan el interiorismo, la pintura, el dibujo e incluso vivir una temporada en París, pero una cosa es segura: me casaré y tendré hijos aquí, en el principado. Estoy muy apegada a mi nido monegasco.