“Málaga es mi casa, mi tierra, mis amigos, mi familia… y el vivir bien”. María Esteve no puede contener la emoción cuando habla de su ciudad, la misma que vio nacer a sus abuelos, a sus tíos… y a su madre, la inolvidable Pepa Flores , quien, para muchos, será siempre la inolvidable Marisol.
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María es la hija mayor de la actriz, icono y leyenda del cine español –“No conozco a nadie que no haya visto sus películas”, nos dice, cuando preguntamos por ella-, fruto de su relación con otro artista que marcó un antes y un después en la cultura de nuestro país, el bailarín Antonio Gades.
Si de algo no cabe duda es que el arte corre por sus venas. Aunque ella decidió, en un primer momento, ‘seguir’ los pasos de su madre en el mundo de la interpretación, ahora se encuentra volcada en otra misión: mantener viva la danza y el legado de su padre, como presidenta de la fundación que lleva su nombre.
Hablamos con ella durante el encuentro en el que Larios presentó a Antonio Banderas como su nuevo embajador, dos meses después de sufrir la pérdida de Massimo Stecchini, marido de su madre.
- ¿Qué es la buena vida para María Esteve?
- Es estar en paz, disfrutar, tener cerca a los tuyos, los reencuentros con amigos, tomarte una copita alegremente, olvidarte de las preocupaciones, mirar a los sitios donde te sientes bien y los que te han visto crecer. No los sitios en los que te han visto crecer, sino las personas que te han visto crecer. Para mí, por ejemplo, hoy es vivir bien.
- Tu madre es la ‘niña bonita’ de Málaga…
- Mi abuela, mi abuelo, mi tía, mi tío, mi madre… todos somos de Málaga.
- Pero por parte de padre no, por ejemplo
- No, pero, como la vida es así, se crean sinergias preciosas gracias a Larios. De alguna manera siempre vuelvo a casa. Me trae mucha alegría tener a otro Antonio con el que poder hablar de Málaga, de futuro, de cultura, de teatro, de danza, de música…
- Eres ‘heredera’ de dos grandes sagas de artistas…
- Al principio de mi carrera, cuando yo me empecé a dedicar a la misma profesión, era como un hándicap. Ahora es una tradición. Mi hermana es cantante, pero es cantaora de flamenco, y es malagueña; yo me dedicaba a la interpretación y ahora a la conservación el patrimonio a través de la danza; mi madre había cantado toda la vida, ha sido actriz… entonces, ¿qué supone? Una forma de vida y de vincularte con el espacio en el que vives.
- Y me imagino que un orgullo también…
- Sí, claro, siempre
- Eres actriz, pero, ¿alguna vez te planteaste ser bailarina?
- ¿Bailar? Muchas veces. Sí, yo creo que antes de ser actriz, siempre quise bailar, y, de alguna manera, mi profesión me dio la posibilidad de rodar musicales en cine, y ahora vivir, a parte de la interpretación, del mundo de la danza y trabajar con ese mundo estrechamente. Sólo me gustaría que esa parte de mi trabajo estuviese todavía más vinculada al sur, y, por supuesto, a Málaga.
- ¿Qué nuevos retos tienes?
- ¿Con una compañía privada de danza de 30 bailarines? (se ríe) Cada día es un reto diferente. Ahora estamos haciendo la obra de Gades por todo el mundo, colaboramos con el Arena de Verona, seguimos trabajando, montando las partes musicales de la Traviatta en Omán, por ejemplo… colaborando en series y en momentos y personajes que me permitan seguir trabajando, pero que me gusten. Pero, sobre todo, manteniendo el patrimonio cultural de nuestro país, de la danza concretamente, siendo una entidad privada, que eso es un reto continuo.
- Al final como embajadora de la cultura, ¿qué crees que tiene la cultura española de diferente?
- Yo creo que el mundo del espectáculo, del cine, de la televisión, de la literatura, de la pintura… Hay muchos géneros para todo el mundo. Hay entretenimiento, que es fundamental, porque nosotros somos un país que hace un chiste de una desgracia. El entretenimiento nos salva de todas las cosas. Hemos visto en pandemia un libro, una película… pero también hay una parte de la cultura que tiene que ver con quiénes somos, quiénes fuimos y quiénes nos representan… La educación es fundamental y es básica para formar a libre pensadores. Entonces creo que es indispensable cuidarlo porque ahora nosotros, cuando trabajamos, recuperamos danzas que se bailaban cuando se enterraba un niño… Somos un país que bailaba para enterrar a nuestros muertos. La gente que estudia en clase esas obras, y ve cómo vivían nuestros abuelos, cómo eran, cómo sentían, cómo se vestían… la dureza de nuestros pueblos andaluces… es un exponente para acercarnos a nuestro pasado y no volver a repetir los mismos errores. Y, en esto, es necesarísimo cuidar la cultura porque te da la libertad. Creo que eso es lo que hace nuestra cultura tan especial, como todas las culturas, y lo que es imprescindible cuidar como un tesoro.
- ¿Ha sido difícil crecer en familia de artistas? ¿Hay competición sana?
- Retroalimentación. De hecho, me gusta. Es una forma de entender, de expresarte, cuando no sabes hacerlo de otro modo. Cuando lo que te pasa no sabes cómo decirlo, lo cantas. Y cuando ya no sabes cómo expresarte, es la expresión del cuerpo, la danza, la que te ayuda. En mi casa pasan todas esas cosas juntas. Yo recuerdo, por ejemplo, mi hermana, la noche que conoció a su pareja, sólo cantaban… Ha sido un crecimiento y una relación ya no sólo con mis padres, sino con mis hermanas, en ese sentido, muy bonita, muy creativa…
- ¿Cómo estáis en estos momentos?
- Como cualquier familia que pierde una persona importante… Levantándonos, honrando su vida y siguiendo adelante y tratando de exprimir la vida al máximo porque esto no es para siempre. Viviendo en su honor.
- Y te preguntarán mil veces esto, pero… ¿Pepa Flores volverá algún día?
- Ay eso ya no depende de mí. Yo te puedo contestar todas mis cosas, pero las suyas ya… es otro cantar. Es muy difícil (nos dice, confidente).