Su nombre y apellidos están vinculados a la televisión y el espectáculo. A ella, sin embargo, parece no haberle importado nunca el mundo del espectáculo. Hablamos de Natalia Mastrota, la hija de Natalia Estrada (presentadora que saltó a la fama como sustituta de Penélope Cruz en el programa La quinta marcha ) y el actor italiano Giorgio Mastrota.
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Nacida en Gijón en mayo de 1995, Natalia es una enamorada del deporte y su pasión se divide entre el esquí, la escalada, el ciclismo y la carrera en montaña. Su primer amor, sin embargo, como ella misma reconocía en en La Gazzeta dello Sport, fue montar a caballo. Una pasión transmitida por su madre, que ha convertido la equitación en su pasión... y en su modo de vida en Italia.
“La huella hacia la competitividad me la dio este deporte. Empecé cuando tenía seis años, siguiendo la pasión de mi madre. Recuerdo bien la escuela de equitación de Piacenza. Luego, cuando tenía siete, comencé a competir”. De su padre, en cambio, heredó la pasión por el ciclismo: “Participé en cuatro etapas del Giro de Italia. Aún recuerdo el dolor en las piernas al final de cada ruta. Pero, a partir de ese momento, surgió un nuevo amor. Y nunca más volvía a dejar mi bicicleta”.
Durante su adolescencia, Natalia Mastrota sufrió trastornos alimentarios . En particular, la bulimia, un problema que afecta cada vez a más a niños desde edades muy tempranas. De ello habló con la presentadora Silvia Toffanin, en el programa Verissimo, donde, a corazón abierto, confesó que “el deporte me ayudó a salir de ello. Fui a una clínica de Londres y encontré las herramientas para sanar”. A los catorce años disputó sus primeras competiciones y, en 2013, cuando tenía dieciséis, participó en su primer Mundial. Actualmente es corredora de trail y esquí de montaña. Y, como profesional, forma parte del equipo Vibram, para el que produce contenidos exclusivos como el documental rodado en Asturias, Nat a la cumbre.
Además de ser una auténtica ironwoman, a Mastrota también le encantan las redes sociales , en la que tiene casi treinta y siete mil seguidores y los viajes, que publicita en su cuenta de Instagram. De hecho, cuando ocurrió el terremoto de Nepal en mayo de 2015, ella se disponía a escalar el Himalaya, un desafío que tuvo que posponer por precaución.
En la actualidad, Natalia vive en Chamoix, en el Valle de Aosta, donde divide su tiempo entre el deporte y su familia. Está comprometida con Daniel Castillo, un guía de montaña y escalador de ochomiles sin oxígeno de 34 años, de quien no se sabe mucho, salvo que es un hombre muy reservado. Tienen dos hijos: Mario, nacido en 2018, y Sasha, nacida en el 2020.
“No tenemos una rutina bien definida, pero nuestros hijos crecen con el deporte en la sangre. Siempre los llevamos a mis carreras y entienden que mamá corre y papá va a la montaña. Parece que a ellos también les gusta este mundo y espero que puedan convertirse en deportistas”, dijo de nuevo en La Gazzetta dello Sport.
Aunque ha preferido la naturaleza a las discotecas y la vida social, el parecido de Natalia con sus padres, una de las parejas de culto de la televisión de los años 90 (juntos desde 1992 a 1998) está a la vista de todos. Tiene la misma mirada vivaz y sonrisa radiante de su madre y los mismos hoyuelos impertinentes que su padre, rey indiscutible de la telecompra en Italia.
Ella misma hablaba también recientemente de la relación que le une a sus padres, a pesar de que ambos se separaron cuando ella era una niña de apenas cinco años: “No recuerdo casi nada, excepto verlos a menudo en los periódicos. Mi padre era un poco más libertino después de su separación de mi madre. Ella, en cambio, tenía historias más largas. Me hubiera gustado verlos juntos alguna vez, cómo hubiera sido la vida cotidiana”. Y añadía: “Mi madre como abuela es muy buena, pero aleja a los niños, mientras que mi papá es más juguetón”.