Por primera vez en cuatro siglos —425 años, para ser exactos—, la ciudad de Valencia ha vuelto a acoger una boda royal: la de Louis Nicolas Crépy de Orleans y Carolina Torio Ballester, que se ha celebrado este sábado 14 en la catedral de la capital levantina, tal y como ya nos anunciaron los propios protagonistas en ¡HOLA! en marzo. Louis Nicolas, de 28 años, es el mayor de los once nietos del príncipe Michel de Orleans, conde de Évreux —a su vez, hermano del conde de París— y Beatriz de Orleans, la afamada relaciones públicas que ha trabajado desde Madrid para una importante firma de moda.
Por su parte, la novia, Carolina, de 26, es hija del consultor Antonio Torio Martínez, que fue un alto ejecutivo del Grupo Santander durante tres décadas, y de Maite Ballester Fornés, socia fundadora del fondo de inversión Nexxus Iberia y también consejera de varias empresas —entre ellas, del Grupo Prisa—.
La novia lució una elegante tiara de la familia de Beatriz de Orleans. Es una joya que regaló el marqués de Franclieu al bisabuelo del novio, a principios del siglo XX
A las 15:30 horas del sábado, el novio ya se encontraba en la catedral de Valencia, que es el mismo templo de estilo gótico en el que se casó el Rey Alfonso V de Aragón con María de Castilla —primera mujer en ostentar el título de princesa de Asturias—, en 1415, y en el que también contrajo matrimonio el Rey Felipe III de España con Margarita de Austria, en 1598. Louis Nicolas, hijo de la princesa Clotilde de Orleáns y Édouard Crépy —director gerente del banco de inversión Morgan Stanley— no tardó en recibir a su familia. No faltaron ni sus cuatro hermanos ni sus tres tíos maternos: los príncipes Adelaida, François y Carlos Felipe, que dio el ‘sí, quiero’ a la modelo Naomi Valeska-Kern hace justo un mes.
Del brazo de su padre, la novia llegó luciendo un traje nupcial digno de una princesa. Se trata de un diseño de Marcos Luengo, elaborado en crepe de seda y con una larga cola de tul. Carolina quiso hacer un guiño a su familia política y, en la capelina, llevó bordada una preciosa joya en forma de flor de lis, símbolo heráldico de la Casa de Borbón-Orleans. Sin embargo, la pieza más espectacular de su look fue la tiara. Esta joya pertenece a la familia de Beatriz de Orleans y es un obsequio que el marqués de Franclieu regaló a su padre, Bruno de Franclieu, antes de fallecer con solo 30 años en la II Guerra Mundial.
Entre los miembros de otras dinastías reales europeas, figuraban Bruno Gómez-Acebo —hijo de la infanta Pilar—, Cristina de Borbón-Dos Sicilias y los duques de Calabria
Entre los más de 400 invitados, se encontraron miembros de otras dinastías reales europeas. Por ejemplo, Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria y jefe de la Casa Real de las Dos Sicilias, que es familia de los Orleans por su rama materna. Fue acompañado por su mujer, Sofía Landaluce, y coincidió también con su hermana Cristina de Borbón-Dos Sicilias, que acudió con su hija Victoria López-Quesada, a la que muchos recordarán como la ‘víctima’ de las travesuras de Felipe de Marichalar en la boda de los entonces Príncipes de Asturias Felipe y Letizia. A sus 26 años, Victoria ya es licenciada en Marketing y trabaja en una empresa especializada en eventos en el sector ecuestre.
Junto con su exmarido, el príncipe Michel, y la actual mujer de este, Bárbara de Posch Pastor, Beatriz de Orleans posó con sus cinco hijos y sus once nietos
El hijo de la Infanta Pilar
El enlace contó con la presencia del príncipe alemán Philippe de Wurtemberg —jefe de la dinastía que gobernó el Reino de Wurtemberg—, sin embargo no acudió ningún representante de nuestra Familia Real. “No han podido, no es el momento adecuado”, manifestó Beatriz de Orleans sobre la ausencia de doña Sofía y don Juan Carlos. No hay que olvidar que el padre de Felipe VI se crió en Estoril con el abuelo del novio, Michel de Orleans, durante su exilio. En su lugar, sí estuvo Bruno Gómez-Acebo. El tercero de los cinco hijos de la desaparecida Pilar de Borbón fue con su mujer, Bárbara Cano de la Plaza.
La soprano Ainhoa Arteta, que es amiga de la madre de la novia, cantó durante la ceremonia religiosa y lo hizo junto a la Coral Catedralicia de Valencia. “El Ave María de Ainhoa, ha sido… Vamos, una maravilla”, declaró Beatriz de Orleans, a la salida del templo gótico. A continuación, los recién casados y sus invitados se trasladaron a una preciosa masía de Bétera, a unos 20 kilómetros al norte de la capital levantina.
Sobre las ausencias de don Juan Carlos y doña Sofía, la abuela del novio manifestó: “No han podido venir. No es el momento adecuado”
Entre naranjos y olivos, se sirvió el cóctel y la cena. El menú estaba compuesto por vieiras al Oporto y solomillo con foie. Por supuesto, no faltaron los vinos franceses ni el mejor champán. Igual de deliciosa fue la tarta nupcial, de siete pisos y decorada con naranjas, elaborada por el maestro Michael Lewis-Anderson. Es el mismo repostero que realizó la tarta que se sirvió en la boda de Felipe y Matilde de Bélgica y también en la de Jorge Romanov con Rebecca Bettarini.
Además de música en directo, la celebración contó con el DJ Mickey Pavón, que suele animar las noches del festival Starlite marbellí. Todo ello hizo que la fiesta se alargara hasta cerca de las cinco de la madrugada, en la que los invitados pasaron una divertidísima noche junto a los novios, que rubricaron así una historia de amor que comenzó en Madrid hace diez años.