Terelu Campos ha superado dos cáncer de mama. A principios de 2012 se enfrentaba por primera vez a esta enfermedad y seis años después, a mediados de 2018, recibía el segundo diagnóstico. Desde entonces, sigue con revisiones periódicas y tomando medicación. "Todas las mañanas abro un ojo y me tomo mi pastilla del cáncer", ha contado en el evento organizado por Ausonia y la Asociación Española Contra el Cáncer.
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La periodista, de 58 años, también ha recordado las secuelas físicas de la enfermedad. Además de someterse a una doble mastectomía, sufrió un aumento de peso considerable que, en un principio, le afectó bastante. "Cuando tuve el primer cáncer, la medicación y el metabolismo por la menopausia provocaron que con 46 años yo engordara muchísimo, cosa que no me había ocurrido nunca, pero me tenía que tratar con ese medicamento durante mínimo tres años. Luego he ido cambiando, pero todavía sigo tomando medicación", ha explicado.
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Cuando finalizó el primer tratamiento, antes de su segundo diagnóstico de cáncer, pensó que volvería a su peso habitual, pero el doctor le dijo que lo importante era seguir viviendo y olvidarse de los kilos. "Eso me hizo relajarme, no castigarme por lo que me había ocurrido y a partir de ahí enfocarme en lo que realmente es importante. Hay muchas cosas por las que nos preocupamos muchísimo, que somos una soberana chorrada".
Terelu confesó que su mayor miedo como enferma de cáncer fue pensar qué pasaría con su hija si a ella le ocurría algo. "Tenía miedo de lo que me pasara a mí, pero no por lo que me pasara a mí, sino por las consecuencias que eran, no ver crecer a mi hija, dejar a mi hija sola. Sí, tendría a su padre y a su familia, pero no tendría a su madre y una madre es muy importante en la vida", dijo muy emocionada, pues ella hace tan solo un mes que perdió a la suya.
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La primera vez que le diagnosticaron la enfermedad, la presentadora intentó que su hija no fuera excesivamente consciente de la situación. "Yo lo que quería es que ella disfrutara de la vida, que viviera, que no me sintiera enferma. Yo me despertaba, me daba una quimio y al día siguiente por la mañana me despertaba con la niña para ir al colegio. Luego me podía meter en la cama, pero desde luego que ella se fuera tranquila", señaló.
La segunda vez que tuvo cáncer su miedo fue otro. "Me sentía culpable al pensar que yo podría haberle traspasado a mi hija algo en mis genes y que ella pudiera tener una enfermedad como esta". Con el tiempo aceptó que esa es "la realidad de la vida" y que en sus manos tan solo está que Alejandra se haga sus revisiones periodicas y ella se repeta las pruebas genéticas cuando sea preciso.
Por último, Terelu lanzó un mensaje de esperenza. "Tener un cáncer de mama no es baladí, es duro, muy duro, pero también se sacan muchas cosas buenas de una experiencia tan fuerte. Te haces más humana, entiendes mejor el sufrimiento ajeno, aprendes a relativizar los problemas y te das cuenta de que hay muy pocas cosas importantes en la vida que merezcan la pena y una de ellas es poder envejecer. Envejecer es un regalo y más cuando se ha pasado por un cáncer de mama. Envejecer significa ver que muchos de nuestros sueños se han cumplido. Envejecer es aprender a valorar las cosas pequeñas, es disfrutar de la vida con calma y sosiego, es ver la vida con experiencia y sabiduría. Es poder seguir amando a los tuyos. ¡Ojalá todas podamos envejecer!", deseó.