En los platós es un carismático presentador, pero en su casa Ion Aramendi es todo un chef. No lo decimos nosotros, sino su mujer, la periodista María Amores, con quien se casó en 2011 y tiene tres hijos: Ion, Lucas y Marieta. Es algo que al presentador le viene de familia, ya que sus abuelos regentaban uno de los restaurantes más emblemáticos de San Sebastián, aunque también ha trabajado entre fogones en Australia. Ahora que compagina los debates de Gran hermano VIP con el concurso Reacción en cadena, Ion nos descubre con ¡HOLA! su maña para la cocina. Lo hace mientras prepara una de las recetas de su madre y en compañía de sus mejores pinches: su mujer y su hija pequeña, Marieta, de catorce meses.
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—Ion, ¿quién cocina en tu casa?
—Normalmente, yo. Como buen vasco (ríe). Me encargo de la cocina de batalla, la de los niños, y María, mi mujer, hace la cena.
—Entonces, eres cocinillas.
—No soy un supersibarita, pero hago muy bien las cuatro cosas para los niños.
—¿De dónde te viene esa mano?
—De mis padres. Mi madre es hija de hosteleros. Mi abuelo Paco tuvo un restaurante, Casa Nicolasa, que fue muy importante en Donosti durante muchos años. Dio de comer a grandes estrellas que visitaron el festival de cine: Elisabeth Taylor, Ava Gardner, Rita Hayworth, Gina Lollobrigida, Kirk Douglas… También a Sara Montiel, la duquesa de Alba, Aga Khan y políticos, embajadores y oficiales. Mi madre aprendió en esa cocina y, luego, se la enseñó a mi padre, que es quien cocina en casa.
“Normalmente, cocino yo en casa. Como buen vasco”, bromea Ion. “Cualquier cosa que hace sabe mejor. Hasta el pollo rebozado. Es que le pone amor”, añade su mujer
—Y ahora tú en la tuya. ¿Pasas mucho tiempo en la cocina con tu mujer e hijos?
—Sí. Es uno de los puntos de reunión y aprovechamos para ver nuestros programas.
—¿Qué tipo de platos te gusta preparar?
—Platos sencillos, como la pasta. También hago bonito con tomate o hígado encebollado, que me encanta. Pero mi especialidad son los sándwiches. Parece una tontería, pero me salen espectaculares. Por ejemplo, con pechuga de pollo, lechuguita, una salsita que hago, su cebolleta, su tomatito… Y quedan estupendos.
—Cocina muy bien —interviene María, su mujer—. Cualquier cosa que hace sabe mejor. Hasta el pollo rebozado. Pero es porque le pone mucho amor (ríe).
—Ion, ¿y algún plato griego? Porque, hace años, cuando vivías en Australia, trabajaste en un restaurante griego.
—Sí, cuando me fui a Sídney por una ruptura sentimental fastidiada. Pero allí aprendí muy poco y hacíamos lo típico: moussaka , taramosalata, tzaziki…
—¿Eres goloso?
—De dulce no. Eso sí, me gusta mucho comer, aunque no soy el sibarita de tres estrellas Michelin en estas cosas.
—¿Qué tipo de restaurantes te gustan a la hora de comer fuera?
—Nos gustan los de producto, los que te hacen una buena carne o un buen pescado… En Donosti, imagínate… Vamos a sitios como Elkano o Kaia.
—¿Te cuidas mucho a la hora de comer?
—Intento no comer demasiado. No soy el típico vasco que come infinito y necesita siete platos. Yo como lo justo.
—¿Y a nivel de deporte, habiendo sido jugador de baloncesto de joven?
—Sí, ahora hago tablas de gimnasia en casa. También me encanta el surf y, siempre que puedo, me escapo un poco a Donosti.
“Me casé con 26 años y me divorcié con 29”
—Jugador de baloncesto, repartidor de bombonas de butano con tu hermano, trabajador en un restaurante y ahora presentador… ¡Has hecho de todo!
—Sí. También fui director de fábrica en una de parachoques y otra de pintado. Fue con 26 años, cuando estuve casado.
—Antes de María, ¿te casaste a los 26?
—Sí. Y me divorcié con 29. Mientras tanto, también cobraba jugando al baloncesto.
—Hablemos de trabajo, que ahora estás presentando los debates de Gran hermano VIP.
—Adoro el formato, desde la primera edición. Veía todo el rato el 24 horas para saber qué estaba pasando en la casa. Luego, María ha trabajado en más de diez ediciones de Gran hermano . Empezó en producción y pasó por todos los departamentos. Ella también está enamorada del formato, así que imagínate… Presentarlo ahora es un regalazo para mí.
—Tu mujer ahora está haciendo sus pinitos delante de las cámaras. Tiene su propio canal en MTMAD, Generouser.
—Sí. Además es muy buena, es una gran comunicadora.
—¿Cómo os apañáis siendo padres de familia numerosa?
—Muy bien, porque la diferencia de edad entre los niños nos ayuda. El mayor va solo, así que el mediano es el que necesita más atención. Luego, la pequeñita nos tiene todo el día encima. Pero nos coordinamos muy bien.
—¿Cómo está la pequeña, Marieta, que hoy está ejerciendo de pinche?
—Buah, es una pasada. Estoy notando la diferencia entre los dos hijos mayores y la niña. Esta es igual de amorosa que los otros, pero más rápida y más espabilada.
—¿Os plantáis con tres ?
—Sí, sí.
—Marieta fue una sorpresa —añade María—. Fue como de propina. Ya somos muy mayores, que tenemos 46 los dos y lo notamos. La verdad es que es muy cansado.—Yo no tengo la misma fuerza y mismas ganas como cuando nació el mayor —dice Ion—.
—¿Cómo te defines como padre?
—Muy atento a lo que pasa con mis hijos y muy presente en todo momento. Intento estar con ellos y participar de sus juegos, de sus cosas del cole. En todo. Yo estoy muy presente, soy un padre que me vuelco en ellos.
Calamares en su tinta al estilo de mi madre
Tiempo de preparación: 6 horas
Ingredientes (para 6 personas):
● 5 calamares grandes con sus bolsas de tinta (6 kg) ● 1 kg de tomate frito natural ● una taza de consomé de carne ● medio vaso de cava o champán ● 5 cebollas grandes ● 4 dientes de ajo ● aceite de oliva ● sal
Elaboración:
- Primero, corta las cebollas y sofríelas en una olla a fuego medio. Añade los dientes de ajo, también troceados y quitando el centro, pero no le eches todavía la sal. Mientras se pocha la cebolla, limpia bien los calamares y córtalos en cuadrados. Dos de las bolsas de la tinta que tienen los calamares las guardaremos para después.
- Cuando ya esté pochada la cebolla, añade los trozos de calamar en la olla. También el cava o champán. Ve removiendo repetidamente hasta que el calamar esté tiernecito. Hay que ir probando para ver si está en su punto, pero tarda en hacerse entre hora y media y dos horas. Cuando ya esté listo el calamar, echa la sal. Si lo haces antes, se queda tieso. Tampoco hace falta que añadas agua, porque el calamar ya saca la suya durante la cocción.
- A continuación, vierte el tomate frito en la olla y deja que se vaya mezclando con el sabor del calamar a un fuego algo más bajo, entre cinco y diez minutos. Durante ese tiempo, mezcla las dos bolsas de tinta de los calamares con la taza de consomé y cuélalo para que este tome un color negro uniforme. Luego, añádelo a la olla y déjalo otros cinco minutos cociendo, pero a fuego un poco más bajo. Pasado ese tiempo, estará el plato listo para servir.
- Lo puedes acompañar con un poco de arroz blanco cocido, a modo de guarnición, o solo los calamares. Eso sí, que no falte pan, que la salsa está muy rica y queda densa, aunque no hayamos puesto harina.