“Me encantó, con jardín, está muy cerca del centro y con estas vistas sobre la ciudad no me dejaron indiferente. En esta casa, mis hijas y yo vivimos muy a gusto. Es muy cómoda, tiene mucho espacio”, nos decía la baronesa Thyssen de su casa de Andorra donde reside, cuando abrió las puertas a ¡HOLA! por primera vez, donde hoy nuevamente nos recibe junto a sus hijas Carmen y Sabina , a las que no veíamos hacía algún tiempo, y que están muy cambiadas a sus 17 años. Camino a su mayoría de edad —el 6 de julio del próximo año—, Tita nos descubre cómo son ahora sus hijas, qué pasos les gustaría seguir y cuáles son sus anhelos y deseos para ellas. “Vivo feliz. Y procuro, como siempre he hecho, no salir de mi forma habitual de ser, centrada en el trabajo y la familia”, asegura de su vida hoy, más de un año y medio después de la firma del histórico convenio de alquiler de su colección, el l9 de febrero de 2022, que España no podía dejar escapar, cerrando un acuerdo muy importante para la cultura y arte de nuestro país. Pero la baronesa no baja el ritmo, enfrascada siempre en negociaciones, reuniones, patronatos, sus museos, sus joyas más preciadas y otras nuevas facetas que están suponiendo toda una nueva aventura, como el hotel boutique The Pink Elephant, que inauguró el pasado abril en S’Agaró, muy cerca de su querida Mas Mañanas, su residencia de la Costa Brava. Con ella hablamos también del amor… y del desamor, de las alegrías y las desilusiones, de la soledad, y de la felicidad.
—Carmen y Sabina están muy cambiadas Tita, han dejado de ser unas niñas.
—¡Cómo pasa el tiempo! Qué pena… —ríe—. El próximo 6 de julio cumplen 18 años. Están fenomenal, terminando el bachillerato y estudiando mucho porque el próximo año comenzarán la universidad.
—¿Cómo celebrarás su mayoría de edad, tienes pensado algo especial?
—Cuando llegue el momento, ellas organizarán su propia fiesta.
“Cumplen 18 años el próximo 6 de julio. ¡Cómo pasa el tiempo! Están fenomenal, terminando el bachillerato y estudiando mucho porque el próximo año comenzarán la universidad”
—Aunque es normal que vayan cambiando de idea. ¿Ya saben qué camino tomarán?
—Parece mentira que nacieran a la misma hora, son mellizas y a la vez son tan diferentes. Sabina es muy creativa y me ha manifestado que hará algo artístico porque es lo que más le gusta. Tiene una profesora de solfeo y canto, tiene una buena voz, sus profesores la califican ya de soprano y toca el piano muy bien desde hace años. Al mismo tiempo, le gusta escribir cuentos y e incluso ilustrar las historias. En cuanto a Carmen es una brillante estudiante. En marzo estuvo doce días en Nueva York, viajó junto a un grupo de alumnos elegidos de varias escuelas para asistir a un modelo de debate de las Naciones Unidas. Era la primera vez que salía de viaje sola y ha sido un gran aprendizaje para ella.
—¿Sabe dónde estudiará y qué hará?
—Sí, está en un proceso de selección con una prestigiosa escuela de negocios española, siendo consciente de sus responsabilidades con los negocios familiares y con el mundo del arte en el que se está implicando.
—No te veo muy preparada para que abandonen el nido.
—Nadie lo está, pero es normal que abandonen el nido, la vida es así, es inevitable. Que crezcan y se vayan los hijos creo que es la pena que tenemos todos los padres. Mis niñas se han convertido en adolescentes y ya está —ríe—.
“Cuando nacieron me trajeron mucha felicidad. Para mí fue el destino. Ahora mismo habría tomado la misma decisión, absolutamente, y la seguiría tomando”
—Ellas tienen además la nacionalidad americana, porque nacieron en Los Ángeles.
—Sí, ellas son americanas. Nacieron en Los Ángeles con el nombre de Carmen Thyssen-Bornemisza Cervera y Sabina Thyssen-Bornemisza Cervera. Pero es justo reconocer que se sienten muy orgullosas y felices de vivir en Andorra. Un país que les ha brindado su educación y sus amigos desde hace 17 años.
—¿Les has dado libertad para elegir o qué te gustaría que hicieran?
—Nunca les he dicho lo que tienen que hacer porque creo que deben ser ellas mismas quienes elijan. Les puedes aconsejar, claro, sin forzarlas. Sí quisiera doque se dedicasen a gestionar los museos que tenemos y Carmen está decidida. En ese sentido, estudiará ADE y Relaciones Internacionales. Ya una colección de arte internacional tiene que llevarse también como una de empresa.
—¿Cómo estás lidiando con la adolescencia? Tampoco te han dado disgustos, ¿no?
—Nunca me han dado disgustos. Son muy responsables Pero les gusta salir e ir a bailar. Es normal —ríe.
—¿Y les das permiso para salir?
—Sí, tienen la edad y el talento para eso. Lo que no puedo es decirles “no salgáis”. Salen y se divierten los fines de semana y merecidamente.
—¿Y ya te han llegado con algún noviete?
—Claro, es lo normal, todos lo hemos vivido. Y menos mal que son románticas y el amor es importante para ellas. En realidad, a estas edades son amigos más que novietes. Ellas tienen su grupo sobre todo de amigas, son muy sociables y me encanta que lo sean.
“Mi mayor preocupación es que pierdan el tiempo con una persona que no sea adecuada —ríe— y afecte a sus vidas y, si eso ocurre, en el amor también se aprende”
—Y ahora que ya son más mayores, ¿no crees que Andorra se les queda un poco pequeño?
—No, Andorra es un gran país que ofrece muchas oportunidades, en cuanto a trabajo, sociabilizar, cultura y deporte.
—¿Qué planes hacéis las tres juntas?
—Durante la semana desayunamos y cenamos juntas y ellas se ocupan, durante el día, de sus responsabilidades en el colegio, que van desde estudiar a practicar deporte. Los fines de semana es cuando ellas los destinan a salir con sus amigas. Yo aprovecho para pasear con mis perros, siento pasión por los animales. En Andorra hay unos entornos preciosos, mucha naturaleza, pero también me gusta perderme por sus calles en la parte antigua de la ciudad.
—¿Tus hijas están muy enmadradas?
—Sí y se les nota aunque, como es normal, ahora lo están un poquito menos —ríe—. Estoy feliz y tranquila porque me escuchan, aunque no estoy todo el día aburriéndolas; en alguna ocasión, cuando veo que necesitan mi consejo, les digo “vamos a hablarlo bien, vamos a ver los pros y los contras”. Pero no son muchas las veces que tengo que hacerlo, saben lo que hacen y lo que quieren. Los chicos jóvenes están ahora más adelantados que cuando nosotros teníamos 18 años.
“Carmen y Sabina conocen su historia, lo saben todo, porque yo con ellas no tengo secretos”
La invasión del armario
—Sus 18 años son muy diferentes a los tuyos.
—Naturalmente. A su edad nos reuníamos con amigos en casa de uno o de otro y poníamos música, hablábamos de cosas interesantes o que creíamos que lo eran. Y ahora más o menos es lo mismo, aunque hablan menos en persona y más por el teléfono.
—¿Con tus hijas tienes la confianza que tenías con tu madre?
—Sí, igual, hablamos de todo. Es que creo que, si no, se forma una barrera y no hay que permitirlo. Tienen que saber que te pueden contar todo.
—¿Tienen redes sociales?
—Sí, pero en eso también saben hasta dónde pueden llegar por respeto a mí, a su vida y a ellas mismas.
“Físicamente me encuentro muy bien. Compagino la responsabilidad familiar con el deporte, el trabajo y la vida sana. Como he hecho siempre”
—¿Invaden tu armario para cogerte cosas?
—¡Yo les doy el armario! —ríe−. Es tontería comprar cosas que tienen ahí y están divinas. Por juventud o modernidad, quieren ir desenfadadas, pero como yo también lo he sido bastante, les gustan mis cosas. ¡Menos mal!
—¿Conservas alguna prenda especial?
—He guardado algunos trajes de Alta Costura. Uno muy bonito con el que me fotografió Helmut Newton (fue un fotógrafo australiano de origen alemán, considerado uno de los más importantes del siglo XX), color amarillo, bautizado como la espiga de trigo de Balmain (el modisto mito de la moda de la mitad del siglo XX). Lo doné hace años al Museo del Traje que pertenece al Gobierno de España. Precisamente ese vestido me hubiera gustado que lo tuviera Carmen, porque le hubiera quedado genial, pero la alta costura es arte también y patrimonio de los españoles y me parece estupendo exponer las piezas en museos.
—¿Qué te trajeron Carmen y Sabina cuando nacieron?
—Me trajeron mucha felicidad. Para mí fue el destino.
“Mis niñas se han convertido en adolescentes y ya está —ríe—. Es normal que un día abandonen el nido, la vida es así”
—¿Ahora mismo habrías tomado la misma decisión?
—Sí, absolutamente, y la seguiría tomando.
—¿Ellas conocen su historia?
—Sí, Carmen y Sabina lo saben todo, porque yo con ellas no tengo secretos.
—¿Cuáles son tus mayores preocupaciones respecto a ellas?
—Que pierdan el tiempo con una persona que no sea adecuada —ríe— y afecte a sus vidas y, si eso ocurre, en el amor también se aprende. Deseo de corazón que tengan salud, sean responsables y felices. Y encuentren personas que las quieran y no les hagan daño.
—A casi todo el mundo le han hecho daño alguna vez. A ti también…
—Claro que me lo han hecho y con su misma edad. Es ley de vida, por eso hay que ser comprensivo e intentar que te cuenten todo, como hacen.
“¿Que si han llegado ya con algún noviete? Claro, es lo normal, todos lo hemos vivido. En realidad, a estas edades son amigos más que novietes”
Borja, en Suiza
—¿Cuál es la mayor de las alegrías que te han dado?
—Quererme como me quieren.
—¿Son cariñosas?
—Sí y mucho.
—¿Fuiste más estricta con Borja que con ellas?
—No, igual. Siempre eduqué desde la premisa de que lo que estaba bien y mal de pequeñas sigue estando bien y mal de mayores.
“Son americanas. Nacieron en Los Ángeles con el nombre de Carmen Thyssen-Bornemisza Cervera y Sabina Thyssen-Bornemisza Cervera. Pero se sienten muy felices de vivir en Andorra”
—¿Borja se ha ido a vivir a Suiza?
—Sí, se ha ido a Gstaad. Nosotros hemos pasado muchas Navidades allí. Y como sabes, vivimos en Villa Favorita, en Lugano, cuando Borja era pequeño.
—¿Os veis menos de lo que quisieras?
—Sí, a todas las madres nos gusta tener a nuestros hijos más tiempo y más cerca, a él y a sus niños.
—¿Qué has hecho este verano, Tita?
—Hemos estado en Capri y navegando por la costa amalfitana. Es precioso y hacía años que quería volver. A Carmen y Sabina les ha encantado. Queríamos estar un poco tranquilas y practicar el italiano. Yo lo hablo porque cuando estuve casada con Lex Barker teníamos casa en Roma y vivimos allí varios años.
—Y qué tal tu faceta de empresaria hotelera. ¿Cómo ha ido el primer verano de tu hotel en S’Agaró, el The Pink Elephant?
—Es un hotel con mucho potencial. Está delante del mar e incluso oyes sus olas. Rodeado de una exuberante vegetación con piscina exterior, interior, SPA. Puedes cenar con música en vivo, rodeada de un ambiente muy agradable en el que se dan cita personajes del mundo de la cultura, del arte y de la vida pública en general.
“Nunca me han dado disgustos, son muy responsables. Pero les gusta salir e ir a bailar. Es normal tienen la edad y el talento para eso. Lo que no puedo es decirles “no salgáis””
—¿Te consideras una persona muy disciplinada contigo misma?
—Demasiado. De joven no era así, pero vas aprendiendo que, si no eres disciplinada, pierdes el tiempo y todo te cuesta mucho más hacerlo. Sin orden ni disciplina sería un caos, porque yo tengo muchas responsabilidades de las que ocuparme.
—Físicamente ¿cómo te encuentras?
—Muy bien. Compagino la responsabilidad familiar con el deporte, el trabajo y la vida sana. Como he hecho siempre.
La vida social
—¿Y qué nos puedes contar de tu vida social?
—Tengo mucha vida social, me gusta organizar almuerzos y cenas en casa, también yo voy a casa de mis amigos, y frecuento restaurantes, hago reuniones, voy a recoger premios por mis aportes al mundo del arte y trabajo, mucho trabajo, es inevitable en mí.
“Quisiera que se dedicasen a gestionar los museos que tenemos y Carmen está decidida. En ese sentido, estudiará ADE y Relaciones Internacionales. Está en un proceso de selección con una prestigiosa escuela de negocios española”
—¿Eres mujer de muchos amigos o de pocos y escogidos?
—Me siento orgullosa de tener muchos amigos en todo el mundo.
—¿Ha habido gente que se ha acercado a ti por interés?
—Naturalmente, sobre todo en los negocios.
—¿Te has sentido traicionada en ese sentido?
—Por suerte, mi intuición y conocimientos me han permitido detectarlo a tiempo. Independientemente, tengo un gran equipo en el que confío y me apoyo.
“Sabina es muy creativa y me ha manifestado que hará algo artístico porque es lo que más le gusta. Tiene una buena voz, sus profesores la califican ya de soprano y toca el piano muy bien desde hace años”
—Tienes un patrimonio que salvaguardar. ¿Te sientes sola por eso?
—Sí, un poco. Se denomina profesionalmente la soledad del empresario. Y quienes son empresarios la tienen. Toda decisión la tengo que tomar yo en cada momento, es así. Cuando enviudé de Lex Barker, si bien yo era un gran soporte para él y todo me lo consultaba, desde ese momento supe lo que era enfrentarme sola a papeleos, firmas, documentos. Era una pareja muy unida y siempre aprendíamos el uno del otro. Desafortunadamente se fue muy pronto.
—Y cuando conociste a Heini…
—Cuando conocí a Heini intuí rápidamente dónde me estaba metiendo, se trataba de una vida compleja, muy compleja. Poco después de haberlo conocido, un día en broma le dije: “Nadie te mira a ti o cómo eres, sino al dólar que se te refleja en tu cara”. Y estoy muy contenta de que nuestro destino fuera traer la espectacular colección a España, un hecho histórico, porque ha sido el movimiento de arte más grande que se ha hecho en los últimos 100 años de historia. Me siento muy orgullosa de haber ayudado a Heini a conseguir su sueño de tener su colección reunida y que no fuera vendida por los herederos. Fue un gran momento para España, pero también para él.
—¿Qué ha significado para ti traer a España su colección?
—Fue un arduo trabajo, pero era la ilusión del Gobierno y la nuestra y, finalmente, entre todos lo conseguimos. No había, ni hay otra colección privada en el mundo igual, como no hay otra colección como la mía actual, que la complementa y mejora.
“Me sabe mal lo que está pasando con Nieves (Herrero). Lo que ocurrió es que cuando leí los dos primeros capítulos le dije que había cosas equivocadas y que esa no era mi forma de expresarme”
—Tener una colección de arte así te dará muchas alegrías, pero también debe dar quebraderos de cabeza.
—Es mucha responsabilidad gestionar mis museos. El de Málaga, es maravilloso de verdad, precioso… Es una joya para mí. Es el único museo del mundo que tiene obras tan completas de arte español de los siglos XIX y XX. Y luego el de Sant Feliu de Guíxols, que se está construyendo, con la colección catalana; también es la más completa. Se hizo un concurso y lo ganó el estudio de arquitectura Nieto Sobejano y Fuensanta que ha hecho un diseño maravilloso. Estará en la zona más bonita de la ciudad, pegado al monasterio del siglo X. El alcalde Carlos Mota tiene un gran interés en beneficio de su ciudad.
Grandes amores
—¿Cómo está el tema de tus memorias? ¿Las has encargado de nuevo, estás escribiéndolas tú?
—Estoy haciéndolas yo. Me sabe mal lo que está pasando con Nieves (Herrero). Lo que ocurrió es que, cuando leí los dos primeros capítulos, le dije que había cosas equivocadas y que esa no era mi forma de expresarme. Ella siguió escribiendo, pero no son mis memorias. Ha hecho una novela con algunos fragmentos de mi vida, pero a veces es difícil captar al personaje.
“Con mis hijas tengo la misma confianza que tenía yo con mi madre. Hablamos de todo. Es que creo que, si no, se forma una barrera y no hay que permitirlo”
—¿Te saltarás algún capítulo?
—Contaré las cosas como son, pero no perderé el tiempo en contar si fui a una fiesta con vestido verde —ríe—. Eso no. Pero las cosas importantes, mis vivencias, el amor y mi vida tal y como son.
—Y tú que has sido una mujer de grandes amores, ¿por qué no te has permitido un último gran amor?
—Justamente por esa razón, porque he tenido grandes amores. ¿Tú crees que después de Lex Barker y Heini Thyssen yo me puedo enamorar de otras personas? Ellos eran perfectos a su manera y no he vuelto sentir nada por nadie. Me acostumbré a estar con mi familia y es lo que me gusta. Estoy muy feliz.
—Fuiste la quinta esposa de Lex y la quinta de Heini.
—Sí, yo siempre digo que es mejor ser el último amor. Lex estudió en Berkeley y la universidad tiene todavía su foto. Era muy educado, hablaba francés perfecto. Fue mundialmente conocido como el actor de Tarzán, ese papel me encantaba, pero tenía más facetas como actor.
“En Andorra hay unos entornos preciosos, mucha naturaleza, pero también me gusta perderme por sus calles en la parte antigua de la ciudad”
—¿Estás contenta con cómo es tu vida ahora?
—Sí, pero me gustaría tener más tiempo para poder pintar, leer y dedicarme a mi jardín, podar, cuidarme de los árboles, flores… como ha sido mi pasión toda mi vida.
—¿Ves mucho la tele?
—No, las noticias y alguna película en plataformas digitales.
“¿Crees que después de Lex Barker y Heini Thyssen yo me puedo enamorar de otras personas? Ellos eran perfectos a su manera y no he vuelto a sentir nada por nadie”
—La última vez que hablamos Tita, justo acababa de nacer Anita, la niña de Ana Obregón y te sentiste muy feliz por ella. ¿Has podido conocerla?
—No, porque ella ha estado muy liada con la llegada a España; yo también, pero tengo ganas de verla, la niña es una preciosidad y me siento muy feliz por ella y la felicito desde aquí.