Bianca Brandolini es chic desde mucho antes incluso de nacer. De ahí que apelativos como “la influencer de sangre azul” o la royal it girl , tan propios de la generación Z, le vengan cortos… Porque lo suyo es aristocracia en grado máximo. Como dice ella de sí misma en esta entrevista, es como “una pequeña gran bola de fuego”. Bianca se refiere, en realidad, a su carácter, fruto de su azarosa —y azul— combinación genética, pero nosotros lo extendemos a su poder magnético, a su brillo y capacidad arrolladora. Es hija de una princesa francobrasileña y un conde italiano. Para ser más exactos, de Georgina de Faucigny-Lucinge y Tiberto Ruy Brandolini d’Adda. Y sobrina nieta de L’Avvocato y de Marella Caracciolo, uno de los cisnes de Truman Capote. Quizá, de ahí su mesura a la hora de hablar de sí misma... Acordémonos de aquellas Plegarias atendidas que le costaron al de A sangre fría su amistad con la princesa napolitana.
Por eso, a pesar de su gran exposición pública en las red carpets de todo el mundo (precisamente hablamos con la aristócrata en la fiesta de Cartier en Venecia), ella guarda su privacidad con celo. Nada de amor y nada sobre sus íntimas, véase Carlota Casiraghi, Eugenie Niarchos o Tatiana Santo Domingo. Pero sí algo sobre su familia y ‘un desliz’ sobre aquel sueño de ser actriz cuando se formaba en el Studio Pygmalion, de París. Se lo preguntamos: “Bianca, estar aquí, con La Mostra, ¿le ha reavivado la llama de la interpretación?”. Y Brandolini, convertida en una de las grandes gurús del traveller mood de IG, no lo duda. O sí. “No creo que tenga paciencia para ser actriz. Requiere mucho tiempo de inactividad en el plató y a mí me gusta estar siempre en movimiento. Pero nunca se sabe... Si Sofia Coppola me llama, ¡no voy a decir que no!”. Y ríe con ganas. Su respuesta no es del todo inocua. Por un lado, la hija del director de El Padrino comparte espacio con ella en la Serenissima. Por otro, la pieza de Cartier que luce en el cuello es la misma que encargó María Félix a la maison en 1968. Cine por elección, moda por genética.
—Su madre fue musa de Valentino; pertenece a la familia Agnelli, que es sinónimo de elegancia; usted es amiga íntima de Giambattista Valli... Se puede decir que lleva la moda en la sangre.
—Crecí con la moda, ya que tanto mi abuela (Cristiana Brandolini d’Adda, Contessa di Valmareno) como mi madre y mi hermana (la editora Coco Brandolini d’Adda) aman la moda. Así que ¡se podría decir que está en mi ADN!
—¿Cómo definiría su estilo?
—Trato de ser sencilla, elegante y un pelín sexi. Pero siempre tengo que sentirme cómoda con lo que llevo puesto.
—¿ Y su personalidad? Porque, nacida en Francia, criada en Italia y de ascendencia brasileña, el cóctel se aventura explosivo…
—La verdad es que… sí. Siento que soy una combinación de todas estas nacionalidades. ¡Una pequeña gran bola de fuego!
Y lejos de apagarse, Bianca, como los vinos, gana en bouquet y elegancia.
—Su familia vive en Vistorta, rodeada de viñedos, muy cerca de Venecia, un lugar privilegiado. Pese a su vida de avión en avión, ¿ese es también su lugar en el mundo?
—Mi familia vive repartida en diferentes ciudades, pero es cierto que en Vistorta es donde la familia se reúne para estar unida. Mi tío es viticultor y, por cierto, me acaba de regalar un vino blanco llamado Bianca. Un vino 100 por 100 natural.