Cristina Yanes y José Luis Santos forman una de las parejas más queridas y admiradas del panorama social. Sus fiestas son legendarias, ya que, cada cinco años, celebran su aniversario con sus seres queridos. Todo comenzó con sus bodas de plata (25 años de casados), después celebraron sus bodas de perlas (30 años) y el 22 de septiembre cumplieron 35 años de matrimonio (bodas de coral), razón por la que el pasado fin de semana reunieron a todos sus familiares y amigos, un total de 400 invitados, para celebrarlo a lo grande en Barcelona.
El hotel Porta Fira, uno de los más espectaculares de Hoteles Santos (la empresa familiar que preside José Luis) y de la Ciudad Condal, fue el escenario de los dos días de fiesta. El lugar no fue escogido al azar, sino que tenía toda la intención, ya que el edificio, de 110 metros de altura, creado por el arquitecto japonés Toyo Ito, recuerda con su fachada de color rojo y su perfil sinuoso al tronco de un coral. La escultural obra fue galardonada con el Premio Emporis al mejor rascacielos de 2010, superando al Burj Khalifa, de Dubái, que quedó segundo en la misma categoría.
Todos los invitados se alojaron en el hotel. En cada habitación, decoradas también con detalles en rojo, les esperaba una sorpresa de bienvenida: cojines en blanco con el coral estampado y un regalo, envuelto en celofán y adornado con globos rojos, que contenía, para las damas, un broche de Yanes, la conocida joyería de la familia de Cristina, con forma de coral, y para los señores, unos gemelos con el mismo motivo.
Los anfitriones, acompañados por sus tres hijos, José Luis (junto a su mujer, Fátima Úrculo), Natalia y Michi, recibieron a sus invitados a las nueve en punto de la noche del sábado en el hall del hotel, transformado en un universo coralino para acoger el cóctel. La elegancia de todos los asistentes inundó la estancia, como si de una alfombra roja hollywoodiense se tratara: los hombres de esmoquin y las mujeres, bellísimas, con trajes de noche en todos los tonos del coral —rojo, verde, gris, negro, blanco...— y joyas impresionantes, fueron desfilando hacia el salón de la cena.La novia, Cristina, estaba realmente espectacular con un vestido blanco con incrustaciones de cristal y un bordado de corales en el corsé, diseñado a medida por Marta Rota, fundadora de Tot-Hom, que combinó con un fabuloso collar y pendientes de diamantes, que le prestó su madre, Manuela. Su hija Natalia llevaba las mismas joyas y el mismo vestido rojo, también de esta firma, que Cristina usó hace diez años en sus bodas de plata.
Fue el momento de los reencuentros, los abrazos, los cariñosos saludos entre esta gran familia de amigos incondicionales de José Luis y Cristina. Paloma Cuevas, una impresionante mujer de rojo con un vestido capa en gasa de su línea para Rosa Clará, íntima amiga y comadre de los novios, acudió a la fiesta con sus dos hijas, Palomita y Bianca —Luis Miguel, que sigue batiendo récords con su tour mundial, no pudo acompañarla—, y su sobrino, José Andrés, al que todos llaman cariñosamente Jota. Lydia Bosch ‘rivalizó’ en estilo con su hija Andrea (las dos de Rosa Clará) y, junto a su hija Eugenia, viajó también Margarita Vargas, deslumbrante con un diseño dorado de Jenny Packman. Su marido, Luis Alfonso de Borbón, se encontraba en Madrid en la boda de su primo Daniel, hijo de Cristóbal Martínez-Bordiú y Jose Toledo, con sus hijos. En verdad, la duquesa de Anjou hizo un gran esfuerzo para poder acompañar a sus amigos en su fiesta de aniversario, puesto que, tras asistir a la ceremonia religiosa de la boda por la mañana, viajó a Barcelona por ser una ocasión tan especial. Es tanto el cariño que José Luis y Cristina regalan a sus amigos que nadie quería perderse un acontecimiento como este.
Esther Alcocer Koplowitz, Marquesa de Casa Peñalber, que está casada con Pablo Santos y, por tanto, es cuñada de los novios, asistió también con su familia. Patricia Cerezo —acompañada de su pareja, Kiko Gámez— y Nuria March —con su marido, George Donald Johnston III— llevaban vestidos diseñados por Paloma Cuevas, en rojo y naranja coral, respectivamente. Aneta Mijatovic, rutilante con lentejuelas multicolor, junto al exfutbolista Pedja Mijatovic; Patricia Rato, la elegancia en negro, con Javier Moro, junto al que acaba de celebrar su primer aniversario de boda… Entre las parejas más románticas se encontraban también Rosa Clará y Josep Artigas, Pedro y Begoña Trapote, Gema Ruiz —guapísima en tul y lentejuelas de Temperley London— y Juan Díaz, así como Jaydy Michel, de Tot-Hom, y Rafa Márquez, que viajaron acompañados de su hijo Leo.
Porque fue una fiesta para todas las generaciones, desde el padre de Cristina, Jesús Yanes, que tiene 90 años, hasta los invitados más pequeños… Paz Padilla, con un diseño en negro de Yolancris, llegó directamente desde el teatro. Alejandra Martos, con un clutch de Chávarri; Marian Camino; Sandra García-Sanjuán; Yolanda Font; Paloma Segrelles, y Fiona Ferrer, que ese día celebraba su cumpleaños y fue sorprendida por los anfitriones con una tarta, destacaron también la generosidad y el buen hacer de Cristina y José Luis, que en cada una de sus convocatorias se superan.
Tras el cóctel, tuvo lugar la cena-baile, porque, desde el minuto uno, los invitados no pudieron contener las ganas de saltar a la pista, gracias al espectáculo de Bravo, un grupo de cantantes y bailarines que, ataviados con maravillosos trajes inspirados en el coral, animaron a los comensales con sus ritmos. No era una cena protocolaria ni formal, sino todo lo contrario. La diversión era la máxima de la noche. Esa fue la intención de Cristina al diseñar su fiesta, ya que se ocupó personalmente de todos los detalles y creó un ambiente precioso, con centros espectaculares de candelabros y flores sobre las mesas redondas. Además de la decoración, el menú también fue una fantasía para los sentidos, con platos tan impactantes como crema de corales y albahaca con mini tartar de bogavante sobre un plato de hielo (literalmente); lomo de rape en suquet con langostino XXL, y arrecifes helados de corales con frutos rojos y frutas de la pasión. Como detalle, los meseros iban acompañados de un llavero ideal con forma, claro está, de coral.
Candela Palazón y Diego Antoñanzas, amigos de los novios, ejercieron de maestros de ceremonias al comienzo de la cena y dieron paso a José Luis, que, con su discurso, hizo reír y emocionó a partes iguales a todos los presentes, dedicando toda una declaración de amor a Cristina y recordando que esta era la cuarta vez que se casaba, pero con la misma mujer.
Mónica, Juan y Pedro Fernández de Valderrama, que integran el grupo Materia Prima, subieron al escenario para poner más música a la noche, con canciones de toda la vida adaptadas a ritmos muy bailables. De hecho, hasta se recordó a Julio Iglesias, que ese día cumplía 80 años, con sus canciones más emblemáticas. Pero las sorpresas no habían terminado, ya que faltaba uno de los platos principales de la noche: la actuación que Cristina y sus amigas (una treintena) protagonizaron en la pista al ritmo de Amigas para siempre, una versión de la canción que Los Manolos inmortalizaron en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y cuya coreografía llevaban semanas ensayando. Después, un DJ siguió poniendo música a esta fiesta sin igual, que se prolongó hasta las seis de la mañana.
El domingo por la mañana, todos los invitados volvieron a reunirse en la planta baja del hotel para asistir a una Misa de Acción de Gracias, oficiada por los padres Ortuño y Beltrán, en la que Cristina y José Luis renovaron sus votos matrimoniales. Durante la ceremonia, preciosa, el novio y su hijo José Luis tomaron la palabra para volver a emocionar a todos los presentes. Mónica, de Materia Prima, cantó para los novios, que también contaron con la presencia de una soprano, mientras los invitados mitigaban el calor con los abanicos con la imagen de la Virgen de la Mercé (cuya festividad se celebraba ese mismo día), regalo de los anfitriones.
A continuación, en la terraza de la planta 24 del hotel, con unas impresionantes vistas, se sirvió un brunch gastronómico catalán, donde se degustaron viandas típicas de la tierra, como butifarra y calçots, mientras un grupo de flamenco amenizaba la comida, haciendo que, una vez más, muchos se arrancaran a bailar. Porque la diversión fue la tónica general de este fin de semana inolvidable, en el que José Luis y Cristina volvieron a compartir sus alegrías con su gran familia, mientras celebraban, una vez más, su maravillosa historia de amor.