Ella era la ‘mujer que mejor lo conocía del mundo’, y, por tanto, la única que podía hacer la entrevista más sorprendente y reveladora que Julio Iglesias había ofrecido hasta aquel momento. Habían pasado seis años de su divorcio; e Isabel Preysler -casada entonces con Carlos Falcó- se sentaba de nuevo, ‘cara a cara’, con su exmarido, su primer gran amor.
En su faceta de entrevistadora para ¡HOLA!, Isabel conseguía que el artista más universal hablase a corazón abierto de todo: desde su fama de conquistador a su faceta como padre -un tanto ausente, por la distancia que le imponían sus giras y conciertos, como él mismo se lamentó en alguna ocasión-.
Aunque hay algo que, en este excepcional reportaje, sí se negó a confesar: sus secretos mejor guardados con la madre de sus tres hijos. “Las cosas que sólo sabemos tú y yo no las contaría en vida. Les tengo mucho cariño para contarlas”.
“Fue un toque de fascinación. Tenía clase, era distinta…”
Su historia es conocida. Lo suyo con Isabel fue un auténtico flechazo a primera vista. Se conocieron en una fiesta organizada por los Terry, pero Julio -que ya era una estrella internacional- no logró acercarse a esa bella joven oriental que le había cautivado, y tuvo que pensar en la manera de producir un nuevo encuentro que tampoco fue fructífero -no consiguió su número de teléfono-.
Finalmente, gracias a varios contactos, logró ponerse en contacto con ella, y tras numerosas llamadas, se produjo su primera cita en un concierto de Juan Pardo. Ocho meses más tarde, se casaban en la que, para la prensa, fue ‘la boda del año’; y ese mismo año (1971) daban la bienvenida a Chábeli, su primera hija.
En 1973 llegaría Julio José, y dos años más tarde, en 1975, darían la bienvenida a su tercer y último hijo en común, Enrique.
Sin embargo, en 1978, tras varios meses de rumores, se hacía oficial su separación . Una noticia que comunicaron a través de un comunicado que hizo público la revista ¡HOLA! y con el que hicieron historia: nunca antes una pareja tan conocida de la crónica social había anunciado su ruptura así.
Isabel y Julio, tras siete años de matrimonio, iniciaban una nueva etapa separados, pero unidos, siempre, por sus tres pequeños, que fueron su máxima prioridad.
Frente a frente seis años después
El 23 de marzo de 1980, Isabel volvía a pasar por el altar. En una boda celebrada en la más estricta intimidad, se casaba con Carlos Falcó, marqués de Griñón; y, al tiempo que daba el ‘sí, quiero’, nuestra revista se ponía en contacto con Julio. A ojos de todos, él era el gran amor de Isabel, y España estaba expectante por conocer la opinión del que había sido su primer marido.
A miles de kilómetros de distancia, en Las Bahamas -donde se encontraba para grabar una canción en inglés, Paloma blanca-, el cantante revelaba a nuestra revista que su representante, Alfredo Fraile, fue quien le había comunicado la noticia. “Después de la nulidad de nuestro matrimonio, se estableció una absoluta independencia entre Isabel y yo… Sólo queda la unión que pueda existir por ser la madre de mis hijos…”.
Una unión que ha perdurado con el paso del tiempo y que, además, se transformó en amistad. “Fue mi marido durante siete años y medio y es el padre de mis tres hijos. Un amigo periodista me comentó que sería para mí, sin duda, la entrevista más difícil. En un sentido no es cierto, puesto que no tenía que documentarme ni que hacer grandes esfuerzos para intuir el fondo de la personalidad de Julio y porque la amistad y confianza que nos sigue uniendo facilita enormemente mi tarea de entrevistadora”, escribía Isabel en nuestras páginas.
Era 1984. Habían transcurrido seis años de su separación y, ahora, cambiaban los ‘papeles’. Isabel se presentaba ante al artista no sólo como su exmujer y madre de sus hijos, sino como una periodista dispuesta a desvelar a nuestros lectores un perfil del artista latino más universal que no conocían. La atendió en la casa de sus hermanos Carlos y Mamen, “relajado y con buen aspecto, a pesar de la agotadora gira que realizaba por Estados Unidos”.
“Como siempre, estuvo cariñoso y lleno de sentido del humor, hasta el punto de que tuvimos muchas ocasiones de reír juntos a lo largo de la entrevista. Es un hombre enormemente atractivo, mucho más que hace unos años, cuando era más joven”, describía la entonces marquesa de Griñón. Recuperamos algunas de sus confesiones más impactantes.
Julio, siempre solo
“¿Te sientes solo a veces, Julio?”. Esta fue una de las preguntas más sorprendentes que Isabel formuló al cantante, quien respondía, rotundo: “Isabel, la contestación a esa pregunta tú la sabes mejor que nadie. Yo he sido siempre un solitario, ¿sabes? Un solitario acompañado”.
“Yo me siento solo a ratos porque la soledad que tengo es una soledad de libertad; es decir, yo provoco mi soledad, no me la provocan”.
“Me arrepiento de todo menos de haber nacido”
- ¿De qué te arrepientes”
- De todo menos de haber nacido.
- ¿De todo? ¿Pero por qué de todo?
- Porque si ahora naciera otra vez, haría las cosas diferentes… No sé, el arrepentimiento es una cosa muy española, o sea, el ‘mea culpa’.
- O sea, que si volvieras a nacer no hubieras sido cantante y no estarías donde estás…
- No, no, por el amor de Dios; estamos hablando, Isabel, de qué me arrepiento, pues de muchas cosas, de todo; en realidad, de todo. Es que es muy difícil decir de qué te arrepientes, me arrepiento en general… no me arrepiento de algo en concreto.
“El amor lo mueve todo”
“Si es un amor que te mueve, como dice Dante Alghieri en La Divina Comedia, entonces lo cambio todo. Pero si no te mueve, todo queda en el mismo sitio. El amor profundo y fuerte, el único amor que existe, es el que te cambia. El amor mueve todo; o sea que si lo tengo alguna vez, cambiaré; si no lo tengo, no cambiaré”, le decía Julio a Isabel.
- ¿Te has arrepentido alguna vez de no haberlo puesto en primer lugar?
- Me estás acusando, ¿eh?
- No, Julio, te estoy preguntando
- Bueno, pues si me preguntabas, te diré que es una pregunta sin contestación.
“Posiblemente lo que echo de menos de nuestro matrimonio es la emoción”
Isabel no se dejó ninguna pregunta en el tintero. Ni siquiera, las referentes a su situación actual y su anterior matrimonio.
- Oye, me han contado que te molesta que me llamen marquesa. ¿Es verdad?
- Yo pienso que tú no eres marquesa, Isabel; marquesa es un título que se hereda, no se adquiere…
- ¡Por supuesto! Pero cuando te casas, lo llevas
- ¡A cuestas! -dice, riéndose.
- Antes llevaba señora de Iglesias. Entonces, ¿tampoco era señora de Iglesias?
- ¡Tú siempre has sido Isabel Preysler, gracias a Dios!
- Incluso cuando era señora de Iglesias…
- Incluso. Te lo confieso personalmente. (...)
- ¿Te reprochas algo de nuestro matrimonio, Julio?
- No, nada.
- ¿Y a mí me reprochas algo?
- Nada.
- ¿Y qué echas de menos de nuestro matrimonio?
- Vamos a ver… posiblemente, la emoción, el sentido de la emoción; es decir…, dos personas que al mismo tiempo se quieren casar; es emocionante convivir sin más razón que la de convivir por cariño. Ahora me costaría mucho más pensar que la convivencia sería posible sólo por la emoción.
“No me importaría que alguno de mis hijos fuera cantante”
Julio se mostraba muy orgulloso de sus tres hijos. Reconocía que Chábeli era su ‘ojito derecho’ -es la única que sale en una portada de su disco-, para él, la mujer más importate después de su separación de Isabel. “Pienso que, de mis tres hijos, la que tiene los gustos más parecidos a mí es Chábeli; el que se parece físicamente más es Enrique, y el que es una icógnita para mí es Julio, porque... es carismático, es rápido, pero... aún no le conozco bien a Julio”.
“Julio es más parecido a su madre”, apuntaba Isabel. “¿Sí?”, respondía Julio. “Pero Chábeli es mucho más parecida a ti”. “¿Lo dices por el carismático, no?”. Isabel sonrió, y Julio no pudo evitar hacerlo a carcajadas. Poco imaginaba entonces que, años más tarde, tanto Enrique como Julio seguirían sus pasos en el mundo de la música.