Estuvieron siempre juntas en los buenos momentos, pero, sobre todo, en los peores. Isabel ayudó a María Jiménez cuando dio a luz a su hija Rocío con tan solo 17 años; la sostuvo cuando perdió a la niña en un accidente de tráfico; testificó a favor de ella en el juicio de malos tratos contra Pepe Sancho y la cuidó cada vez que la enfermedad aparecía en su vida. A pesar de todo lo que han sufrido, Isabel ha sido muy feliz con su hermana, según ha confesado en el programa Y ahora Sonsoles, de Antena 3. "Ella siempre me decía: 'Yo soy un caballo desbocado y tú eres la única que me tiras de la riendas'. Y así ha sido siempre. Y yo he sido feliz porque, además, he estado en los momentos que tenía que estar. Yo me quedo con lo bueno y con lo malo de ella porque ha sido mi hermana, ella ha sido mi hermana", ha dicho con orgullo.
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En su entrevista con Sonsóles Ónega, Isabel ha recordado el revés más duro que sufrió la artista: la muerte de su hija Rocío el 8 de enero de 1985 en un accidente de tráfico en el término municipal de Madridejos (Toledo). "Eso la hundió. Se levantó después como pudo y siguió adelante, pero nunca se repuso de eso, la marcó para toda la vida", ha contado. Isabel ha detallado que a su hermana le costó "un poco más de dos años salir un poco arriba" y que en esa época tan dura se refugió en su hijo Alejandro, que entonces tenía dos añitos, en ella y en sus amigos. "Se vino a vivir a Sevilla conmigo y el niño, pero le costó muchísimo volver otra vez a la vida real".
La última vez que Isabel vio a su sobrina fue en Madrid, el día de Reyes, antes de que la joven pusiera rumbo a Málaga, donde estudiaba. Ese día, Rocío le contó a su tía los planes que tenía. "Mi sobrina me dijo: 'Tita, yo me voy a ir en el tren, pero están aquí unos amigos míos que se van en coche'. Y yo le dije: 'Pero tú te vas en tren, ¿no? Y me dijo: Sí, yo me voy en tren'".
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Después de la celebración, Isabel regresó a Sevilla y fue allí donde recibió la terrible noticia. "De madrugada llamaron a la puerta de mi casa. Era Maruja, la madrina de Rocío, y en ese momento pensé que venía a decirme que Pepe Sancho había matado a mi hermana", ha confesado.
De camino a Madrid, ya le comunicaron lo que realmente había pasado y al llegar al depósito de cadáveres de Madridejos Isabel se encontró a su hermana totalmente destrozada. "Eso fue horroroso, ni ella ni yo la vimos. Además decíamos: 'Si se ha montado en el tren'. Pepe (Sancho) la dejó en el tren y ella se bajó por la otra puerta, así fue. Mi hermana estaba loca, decía: 'Mi hija no es, si mi hija va en el tren'", ha narrado con mucho dolor. Con el paso del tiempo, Isabel se ha resignado a pensar que el destino de Rocío estaba escrito. "Se tenía que subir al tren, bajarse del tren y subirse al coche, estaba para ella", ha lamentado.
A pesar de tener su casa llena de fotos con Rocío, María Jiménez prefería no hablar de su hija. De hecho, Isabel ha revelado que nunca conversó con su hermana sobre lo ocurrido. "Nunca hemos hablado de la niña, ni ella ni yo", ha declarado. Tan solo tenían una especie de ritual en torno a una foto única que solo tenían ellas. "Las dos tenemos una foto, que solo la tenemos ella y yo, de cuando la niña se fue a un viaje, y yo, cuando llegaba a Chiclana le decía: 'Hermana, no tiene flores la niña puestas'. Y ella me decía: 'Cógeselas del jardín'. Y me iba al jardín le cortaba las margaritas, lo que hubiera, y le ponía un ramito. Pero cuando yo no iba, a ella le costaba", ha manifestado Isabel.
Al borde de las lágrimas, Isabel ha explicado por qué nunca compartieron juntas el profundo dolor que sentían por lo ocurrido. "No teníamos conversación sobre la niña, no hablábamos de la niña, solamente mirábamos la foto porque la teníamos enfrente, y en mi casa yo la tengo enfrente también siempre para verla, pero nosotras nunca llegamos a comentar nada de la niña, era como una cosa que teníamos ahí... que no éramos capaces de hablar de la niña las dos, porque claro, yo la crié porque mi hermana se iba a trabajar, pero mi hermana nunca se separó de su hija. Ella se iba a trabajar a Venezuela, a Japón, a Barcelona, a Madrid, pero ella siempre volvía a su casa y esa niña se la quitó el destino", ha señalado muy emocionada.
Así es la casa gaditana en la que vivió María Jiménez los últimos 23 años de su vida