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La actriz Silma López, de 32 años, se ha casado este sábado con David Rodríguez, el amor de su vida y padre de la niña que espera. Entre los invitados se encontraba parte del elenco de Valeria, la serie de Netflix basada en el bestseller escrito por Elísabet Benavent. Diana Gómez, Teresa Riott y Juanlu González disfrutaron al máximo de la boda de su compañera, en la que Alice Wonder tuvo un gran protagonismo, pues fue la encargada de hacer llorar a los recién casados con una de sus canciones.
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- Silma López, actriz de 'Valeria', anuncia su embarazo con estas divertidas imágenes
Para un día tan especial, la madrileña que encarna a Lola en Valeria, eligió un original vestido blanco de encaje y transparencias que combinó con unos zapatos de tacón bajo de color rojo. Silma no lució velo, pero sí un gran lazo para decorar su larga melena rizada. Las únicas joyas que llevaba eran un collar de perlas a juego con una pulsera y su alianza de casada. El ramo estaba compuesto por calas blancas, unas flores que simbolizan la pureza, la compasión, la belleza y se cree que dan suerte.
Los novios se dieron el 'sí, quiero' en una ceremonia oficiada por la directora, guionista, actriz y publicista Inés de León, que se visitó de sacerdotisa para casar a sus dos mejores amigos. Una vez convertidos en marido y mujer, los recién casados se fundieron en un romántico beso y recibieron una lluvia de arroz por parte de sus invitados, entre los que también se encontraba la modelo Laura Ponte.
La actriz, que está a punto de dar a luz a su hija, ha asegurado que necesita asimilar todo lo que ocurrió en su boda, que terminó a altas horas de la madrugada con todos los invitados bailando y algunos dándose un baño en la piscina.
Silma también tardará en asimilar las preciosas palabras que su madre, Luchy López, le dedicó un día después del enlace. "Ayer fui testigo del compromiso que han adquirido David con Silma y Silma con David (gracias). Ayer sentí el curso del rio. Sentí cómo la vida que se creó en mi vientre surca sus propias aguas y lo hace con corazón y mucha cabeza también. Y por suerte para todos, también con mucha intuición. Ayer el vientre de mi hija me hablaba de tiempos circulares, de umbrales mágicos y de espacios superpuestos. Lo que ha de llegar es la confluencia de tanto, es tan inabarcable, que sólo puedo inclinarme ante ese Misterio y dar gracias porque ocurre, una y otra vez, ocurre. Qué alegría atestiguar tanta grandeza. Doy gracias por sentir de corazón la hora-buena-en que se encontraron estos dos y nos vincularon a otros miles para siempre. Somos uno, somos únicos. En verdad así es".