La voz española de María Jiménez se apagaba el pasado 7 de septiembre a causa de un tumor. Hace tan solo diez días de su fallecimiento, y su recuerdo aún sigue muy presente entre sus familiares y amigos. Es por ello que, su hijo Alejandro Sancho, ha querido realizarle un homenaje este fin de semana en forma de misa flamenca. La ceremonia ha sido lo más íntima posible y el lugar escogido ha sido la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en Cádiz.
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Alejandro ha estado acompañado por su pareja, Danae de Castro, y su hija Julia. Él ha sido el responsable de organizar esta misa en honor a su madre, la cual ha sido de lo más emotiva. Además, tal y como ha contado el propio hijo de la artista a los medios, la ceremonia se ha realizado en el mismo lugar en el que se hizo la de su padre, Pepe Sancho: "La última que hice aquí fue la de mi padre, entonces creí que era una buena idea. Y es lo que estamos haciendo, dedicarle un día, después de una semana de su fallecimiento, para que tenga un poquito de arte", explicaba, argumentando el motivo de la misa flamenca.
Familiares, amigos y una legión de fans despiden a la inolvidable María Jiménez
El tributo ha estado marcado por la música. El arte flamenco rezumaba por todas las esquinas de la parroquia para darle un sentido homenaje a María Jiménez, reflejando la pasión que tenía la propia artista por este género musical. Durante un momento dado de la eucaristía, el grupo de artistas que se habían congregado allí elevaron sus voces -junto a las guitarras- en honor a la intérprete de Se acabó, haciendo que Alejandro no pudiese contener las lágrimas de la emoción. Sentado en primera fila, escuchaba con ojos vidriosos las canciones y la música que le hacían recordar a su madre con mucho cariño.
"Súper contento con todo el mundo, cómo se está portando en todos lados. Los amigos, toda la gente que quería a María, los fans, la familia, mi tía... Todas las amistades de mi madre, así que muchas gracias a todo el mundo", expresaba Alejandro a los medios que aguardaban afuera de la parroquia, agradeciendo las muestras de cariño que había estado recibiendo durante estos días tan duros por el fallecimiento de su madre. Al tributo de María Jiménez no podían faltar amigos muy cercanos a la familia como son, el torero Juan José Padilla y su mujer, Lidia Cabello.
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La despedida de María Jiménez en Triana
Aunque este homenaje ha sido más íntimo, también ha recordado de alguna forma a la despedida que le hicieron en el barrio de Triana, en su Sevilla natal. Allí, el arte flamenco resonó a cada paso que daba su féretro tirado por un carruaje de caballos. De hecho, así era como ella quería que se la despidiese, en la ciudad que la vio nacer y crecer, y donde tantas canciones dejó guardadas en el corazón de los andaluces. El traslado del féretro desde el Ayuntamiento de Sevilla a la iglesia de Santa Ana se realizó como ella deseó, al igual que el que fue hasta el cementerio de San Fernando tras la misa, donde ya están reposando sus restos para siempre, junto a los de su madre y su hija María del Rocío.