Para Carlos Felipe, su boda con Naomi-Valeska, este fin de semana, suponía el “triunfo del amor”, la “unión de dos almas gemelas”. Y no podía tener mejor escenario para esa victoria que la ciudad a la que la familia está unida desde hace siglos y da nombre a la Casa Real a la que pertenece: Orleans, por un tiempo, incluso, capital del Reino Franco. El lugar elegido para darse el ‘sí, quiero’ tendría como marco “uno de los ayuntamientos más bonitos del país”, tal y como nos contaba en una entrevista hace unos días ante su inminente enlace. O lo que es lo mismo, el emblemático Hôtel Groslot, un edificio del siglo XVI que asistió de trágico escenario a la muerte del Rey Francisco II, pero también a la proclamación de Carlos IX y fue residencia de Catalina de Médici en sus primeros meses de regencia.
Es el segundo matrimonio para ambos y a él ‘le ha costado’ su título
Para el hijo de la princesa Beatriz de Orleans, estas eran sus segundas nupcias y quería que la celebración fuera fastuosa, sí, pero íntima y familiar. “Lo más importante en la vida es la familia y los amigos más cercanos, por eso es con ellos con quienes queremos estar rodeados en este gran día de nuestras vidas”. Y así fue, aunque también es cierto que los nombres y apellidos de esos seres queridos y personas cercanas pertenecen a algunas de las familias más destacadas e importantes de la historia europea de todos los ámbitos, desde la política a la cultura. Como, por ejemplo, sus testigos, Édouard Crépy, esposo de su hermana, la princesa Clotilde, o el diseñador Philippe Starck, así como también Candy Kern, hija del difunto primer marido de Naomi, y Olivier Widmaier Ruiz Picasso, hijo de Maya Picasso, a su vez, hija del genio malagueño.
“Casarse es formar un equipo para superar juntos los desafíos de la vida. Nos respetamos, confiamos el uno en el otro y nos impulsamos mutuamente, tanto en la vida privada como en la profesional. Esta simbiosis es mágica”, contaba el propio Carlos Felipe a ¡HOLA! sobre lo que significaba este matrimonio para él, en el que, además, su hija, Isabella, de once años y ahijada, por cierto, del Rey Felipe, ha tenido un papel importante: fue la encargada de portar las alianzas.
Historia de un amor
Cupido disparó sus flechas durante un almuerzo informal al que asistieron ambos, allá por el 2019, en Mónaco. Entonces, el hijo de Afrodita tenía el rostro del príncipe Serge de Yugoslavia... No obstante, no sería hasta dos años después cuando, en un evento de la Fundación Príncipe Alberto, la punta de aquellas flechas se clavaran en el corazón de la pareja. “Pasamos la cena de gala como si estuviéramos solos en el mundo, nada de lo que nos rodeaba importaba; nada importaba más que el uno para el otro. Nos reímos mucho y bailamos hasta la madrugada. No quería que esta noche terminara...”.
A pesar de todo, el cortejo fue largo: “Me hizo esperar. Fue un intenso y trepidante juego de seducción, digno de las películas más románticas de Hollywood”, recuerda Carlos Felipe, para quien Naomi, modelo y empresaria con su propia firma de ropa, es “el amor de mi vida”, “una mujer extraordinaria, llena de vida y entusiasmo. No puedo imaginar mi vida sin ella”.
Carlos Felipe está separado de Diana Alavares Pereira de Melo, duquesa de Cadaval. Naomi, por su parte, estuvo casada con el diseñador Otto Kern, que falleció en 2017. Pero cuando la pareja anunció su compromiso saltó la polémica. Según se estipula en las normas que rigen la Casa Real de Francia —acordes con los cánones de la Iglesia Católica—, el nuevo matrimonio del príncipe y duque de Anjou “no podría ser reconocido dinásticamente y, en caso de contraer matrimonio civil, él perdería su título de Alteza Real”.
A pesar de tamaño obstáculo, haciendo frente a las reglas y apoyado por su familia, con su madre, la princesa Beatriz, de su lado, Carlos Felipe ha unido su destino, tal y como contamos, al de Naomi ante el alcalde de la localidad francesa y el conde Édouard de Pradel de Lamaze, primo materno del novio, quien también ofició este sábado pasado la ceremonia junto al regidor. “Nací Alteza Real príncipe de Orleans y nieto de Francia, está en mi sangre, en mi ADN, y lo seguiré siendo toda mi vida. Nadie tiene el poder o la autoridad para quitármelo”, contestaba a nuestra revista Carlos Felipe sobre este asunto, remarcando además que, en estos momentos, vive “la felicidad más simple y pura” junto a Naomi. Una alegría a la que se une un profundo amor por España, que se materializó, por cierto, en el vestido de la novia, obra de una diseñadora madrileña, Valenzuela Atelier.
El diseño de Naomi para la gran ocasión estaba confeccionado en tafetán de seda en color gris nácar con corte dress coat cruzado, manga francesa y un bonito detalle sobre el hombro: un fruncido en tul de seda a modo de gran pañuelo. Concluía su outfit nupcial con un sombrero con encaje sobre los ojos. Carlos Felipe, como buen 50 por ciento del tándem, llevaba un traje cruzado conjuntado en gris acero. La cena nupcial tendría lugar el Hôtel Château Les Muids, un precioso castillo medieval en medio de los bosques de la Sologne.
La novia eligió para su gran día un diseño ‘marca España’ para hacer un guiño a la profunda relación que tiene Carlos Felipe con nuestro país