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Si en el último año y medio Pablo se había convertido en el gran descubrimiento de la familia Urdangarin despertando pasiones a su paso con su simpatía y su atractivo, ahora le ha salido un competidor dentro de la familia: su hermano Miguel. Y es que el tercero de los cuatro hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin ha dado un gran cambio y este verano ha causado sensación.
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A sus 21 años, ya ha alcanzado la altura de su padre -que mide 1,97-, está en plena forma física y es un apasionado del deporte, la música, la naturaleza y del mar, hacia donde ha encaminado sus pasos profesionales. El pasado mes de julio se licenció en Ciencias del Mar, grado que ha cursado en Reino Unido, en la Universidad de Southampton, y ahora, tiene pensado seguir estudiando y hacer un máster relacionado con su carrera.
Este verano ha pasado la mayor parte de las vacaciones al lado de su madre. Con ella y con su hermana Irene ha estado en Grecia, visitando a su familia materna, y también en Bidart. En este enclave del País Vasco francés, al que acuden cada verano desde que eran pequeños, estuvo con su madre, su abuela Claire Liebaert, y algunas de sus tías. En las imágenes que publicábamos en agosto en las páginas de nuestra revista, llamó la atención la destreza que demostró sobre la tabla de surf y que se ha dejado el pelo más largo.
La semana pasada hizo una nueva aparición pública en el debut de su hermano Pablo en la Liga Europea de balonmano, donde acudió con su madre y su hermana y allí se reencontró con su padre, Iñaki Urdangarin. En el estadio pudimos ver a Miguel como nunca antes, muy cariñoso con sus padres a los que abrazó y besó en varias ocasiones, demostrando la gran complicidad que tiene con ambos.
Miguel, a diferencia de su hermano, no ha hecho declaraciones sobre la separación de sus padres y siempre se ha mantenido en un segundo plano y en silencio ante la prensa. En gran parte, porque ha estado estudiando en Reino Unido y cuando saltó la noticia de la ruptura del matrimonio y de la relación de su padre con Ainhoa Armentia el único de los hijos que se encontraba en España era Pablo.
Pablo empezó a tener más protagonismo desde entonces. Demostró una gran madurez al responder con serenidad a las preguntas de los periodistas sobre la situación de su familia y también ha ido hablando en estos meses sobre su carrera deportiva. Siempre atento, muy educado y con una sonrisa ha atendido a los medios de comunicación y vive su vida como un joven más. Ahora está cumpliendo su sueño en el mundo del balonmano, siguiendo los pasos de su padre, y a su lado siempre está su novia, Johanna Zott, quien ya es una más en la familia.
