¿Argumentos por los que hacer una dieta? Mogollón. Políticamente correctos y… también de los otros, de los incorrectos, que no vamos a ser ingenuos (¿Tengo una boda y voy caber en este vestido de antes de la pandemia sí o sí? ¿Les suena? ¿Se están acordando ya de aquel festival del bizcocho? Pues eso) Que, ojo, el “Body positive” está muy bien. “Hay que quererse uno tal cual es”. Eso es obvio. De hecho, podríamos acortar la frase: “Hay que quererse”. Fin. Pero ahora, hagamos de abogado del diablo: ¿Qué hay de malo en lo aspiracional? Es decir, ¿qué hay de malo en que uno quiera verse/encontrarse mejor y que eso pase por estar más o menos delgado/a? Vale. Ya. Saltamos de ese jardín que si no, luego va a ser más complicado hacerlo… Efectivamente, la dictadura del peso, la báscula y la talla 38 son insoportables pero, como cantaba Sandro Giacobbe en “Aplauso” “La vida es asíííí, no la he inventado yoooooo” (al menos, por ahora) y que tampoco podemos eludir que, en cuestión salud, unos kilos de menos nunca vienen mal… Aunque eso sí, conseguir tu peso ideal (es decir, el que te corresponde por tus condiciones físicas, a tu edad….) no significa que tengas que boicotearte a ti mismo pasando hambre, sometiéndote a dietas milagros, blablabla… Pues bien, dicho todo esto, vamos a alimentar el morbo nunca mejor dicho. Que ¿cuánto han adelgazado Shaila y Carmen Morales? 20 y 15 kilos, respectivamente. Lo contábamos esta semana en nuestra revista. Las hermanas comenzaron el verano con el método PronoKal y lo han terminado con una nueva y estilizada silueta. ¿¡Dieta en verano?! Ya… ¡Qué duro! Olvídate de la cañita, de la tapita de lomo, del heladito (y el cucurucho)… Sin embargo, ellas están encantadas. Y no, no han perdido el juicio. De hecho, han visto la luz. Tanto, incluso, como para dar la vuelta a una situación que podría entenderse como nada apetecible y convertirla, a un tiempo, en una oportunidad. “El verano en realidad es una muy buena fecha para empezar una dieta -dice Carmen-, porque es cuando te apetece comer ensaladita, te apetece comer pepino, lechuga… y los batidos fresquitos están buenísimos. De hecho, de los batidos, nos hemos hecho helados. Y que es una época que, con el calor, pues la verdad que se te quita un poquito el hambre… Es mucho más fácil”.Pero que nadie se confunda. Hacer una dieta o seguir una metodología nutricional como PronoKal no puede ser algo “de verano”. O sea, pasajero. Como nos contaba Shaila, lo que ellas han hecho ha sido un “cambio de estilo de vida totalmente”. Algo que les ha supuesto replantearse por completo su modus vivendi porque han acometido lo todos sabemos que debemos hacer algún día pese a que siempre lo dejemos para mañana como Escarlata O’Hara. Exacto. Han puesto orden en el desorden. De horarios, de comidas, de compra de productos frescos, de gimnasio… Todo eso que es fundamental y con lo que sabemos que ganaríamos batalla al estrés, a los trabajos de horas intempestivas, a las responsabilidades… y, en cambio, nunca abordamos. “Estamos súper contentas con los kilos que hemos perdido. Mucho ¿eh? Pero es solo un número. Lo importante es lo que hemos aprendido: cómo cuidarnos, cómo saciarnos, identificar cuándo tenemos hambre… Pero hambre de verdad”, recalca la cantante de “Convénceme” para quien también la ayuda del deporte, en esta dieta, ha sido algo fundamental. Porque, tal y como nos contaba, con este método desaparece la sensación del estómago vacío al ser cetogénica (de mayor aporte de proteínas) y no se pierde músculo. “Y que sentirme más ágil, más ligera, me hacía sentirme mejor conmigo misma lo que me impulsa a seguir queriéndome cuidar… Y a quererme. Porque de eso se trata ¿no? De quererte y de querer ser un poquito mejor”.Nos lo ponían en bandeja: Quererte. Venga, vamos al reverso de la moneda del body positive. ¿En qué momento uno se deja de querer y por qué? ¿Qué pasa cuando uno dice: “oye no me gusto, qué le voy a hacer… Yo quiero cambiar”?. Carmen Morales nos cuenta que ella se asomó a ese abismo y que le pasó con la edad. “Llega un punto en el que empiezas con la premenopausia y es una palabra que te da... Miedo. Empiezas a sentir cambios en el cuerpo, cosas que a lo mejor se te van de las manos o, por lo menos, eso crees. Y entonces para mí fue un súper “push” el decir: “Voy a hacer PronoKal. Esto me va a ayudar a cambiar de estilo de vida y eso me va a hacer sentir mejor. Con vitalidad”. Para Shaila fue una cuestión de lesiones musculares. “Como soy muy alta, -explica la cantante- siempre he tenido escoliosis y, con el peso (mejor dicho, con el exceso de peso), la movilidad me costaba mucho. Me costaba mucho, incluso, terminar mi “show”. Me dolía la espalda, me dolían las piernas, los pies… Adelgazar no significa estar como un palo, sino que, dentro de tu estructura ósea, estés en tu peso idea. En el saludable”, puntualiza la cantante quien, por cierto, dos días antes de esta entrevista cumplía 44 años. Ya. Ya sé lo que están pensando: Tela tristeza celebrar tu cumpleaños con… acelgas… “Eso es mental. ¿Para pasártelo bien tienes que tomarte una copa? Pues no. Eso es mentira”, replica Shaila. Y Carmen apunta. “A ver, que nosotras este verano no nos hemos perdido nada. Que nos hemos ido al Summer Fest y, oye, estupendas con nuestro agua mineral. Como dos valientes. De hecho, nos preguntaban: “Pero, oye, ¿de verdad que no queréis una copa?” ¿Una copa?! ¡Pero si eran vasos de plástico! “Pues mira, no, tengo mi botella de agua. O de agua con gas. Le pones hielo y limón y…”Y no. No son trampas. No es el sucedáneo del gin tonic para los abstemios y/o personas a dieta. Para ambas hermanas, las trampas nos las ponemos los demás con eso de “Total, si tan solo es un día”; o comiendo cosas hipercalóricas porque si no “qué tristeza de vida”; o “qué más da. Si estoy sol. Como esto y andando…”. “Todos hemos interiorizado esos mensajes”, nos lo recuerda Carmen que, ahora, con su nueva vida de soltera, también ha tenido que enfrentarse a ese diablillo sobre el hombro que le aconseja siempre lo peor y también, obviamente, lo más fácil. “No es lo mismo cocinar para más gente que cuando te cocinas para ti sola… Ni siquiera mi hijo vive ya conmigo… Es muy fácil que, en esa situación, te abandones y comiences a tirar de comida que no es saludable. Y no te hablo ya de hacerte una pizza congelada, no, te hablo de ni sentarte a cenar y estar de picoteo, de refrescos… A ese ritmo de vida te acostumbras con taaanta facilidad”. Sin embargo, a lo otro, a la disciplina, cómo cuesta… Todos nos sentimos almas libres hasta que tenemos que aflojarnos un agujero más del cinturón. “Yo, por ejemplo, cuando empecé hace cuatro meses, lo que sí hice fue prepararme perolos enormes de verdura… Ya. Daba pereza. Pero me di cuenta que, con las especias, y cocinado bien, con cariño… ¡estaba riquísimo! Así que, comencé a hacerme distintas combinaciones de verduras y a llenar el congelador con mini dosis diarias. Unas para la comida. Otras para la cena. Entonces, era muy fácil tener siempre algo para comer o para cenar”, relata Shaila a lo que Carmen apostilla. “Tampoco es cuestión de sacarse de quicio. Es encontrar el balance. Encontrar ese punto en el que descubres que la organización y lo bien que te encuentras te compensa”.
¿Argumentos por los que hacer una dieta ? Mogollón. Políticamente correctos y… también de los otros, de los incorrectos, que no vamos a ser ingenuos (¿Tengo una boda y voy caber en este vestido de antes de la pandemia sí o sí? ¿Les suena? ¿Se están acordando ya de aquellos meses de bizcocho ad eternam? Pues eso) Que, ojo, el Body positive está muy bien. “Hay que quererse uno tal cual es”. Eso es obvio. De hecho, podríamos acortar la frase: “Hay que quererse”. Fin. Pero ahora, hagamos de abogado del diablo: ¿Qué hay de malo en lo aspiracional? Es decir, ¿qué hay de malo en que uno quiera verse/encontrarse mejor y que eso pase por estar más o menos delgado/a? Vale. Ya. Saltamos de ese jardín que si no, luego va a ser más complicado hacerlo… Efectivamente, la dictadura del peso, la báscula y la talla 38 son insoportables pero, como cantaba Sandro Giacobbe en Aplauso: “La vida es asíííí, no la he inventado yoooooo” (al menos, por ahora). Y que tampoco podemos eludir que, en cuestión salud, unos kilos de menos nunca vienen mal… Aunque, por supuesto, conseguir tu peso ideal (es decir, el que te corresponde por tus condiciones físicas, a tu edad….) no significa que tengas que boicotearte a ti mismo pasando hambre, sometiéndote a dietas milagros, blablabla… Pues bien, dicho todo esto, vamos a alimentar el morbo, nunca mejor dicho. Que, ¿cuánto han adelgazado Shaila y Carmen Morales? 20 y 15 kilos, respectivamente.
Lo contábamos esta semana en nuestra revista. Las hermanas comenzaron el verano con el método PronoKal y lo han terminado con una nueva y estilizada silueta. ¿¡Dieta en verano?! Ya… ¡Qué duro! Olvídate de la cañita, de la tapita de lomo, del heladito (y el cucurucho)… Sin embargo, ellas están encantadas. Y no, no han perdido el juicio. De hecho, han visto la luz. Tanto incluso, como para dar la vuelta a una situación que podría entenderse como nada apetecible y convertirla, a un tiempo, en una oportunidad. “El verano en realidad es una muy buena fecha para empezar una dieta -dice Carmen-, porque es cuando te apetece comer ensaladita , te apetece comer pepino, lechuga… Y los batidos, fresquitos, están buenísimos. De hecho, de los batidos, nos hemos hecho helados. Y que es una época que, con el calor, pues se te quita un poquito el hambre… Es mucho más fácil”.
Pero que nadie se confunda. Hacer una dieta o seguir una metodología nutricional como PronoKal no puede ser algo “de verano”. O sea, pasajero. Como nos contaba Shaila, lo que ellas han hecho ha sido un “cambio de estilo de vida totalmente”. Algo que les ha supuesto replantearse por completo su modus vivendi porque han acometido lo todos sabemos que debemos hacer algún día pese a que siempre lo dejemos para mañana como Escarlata O’Hara. Ellan han puesto orden en el desorden. De horarios, de comidas, de compra de productos frescos, de gimnasio… Todo eso que es fundamental y con lo que sabemos que ganaríamos la batalla al estrés, a los trabajos de horas intempestivas, a las responsabilidades… pero que, en cambio, nunca abordamos.
“Estamos súper contentas con los kilos que hemos perdido. Mucho ¿eh? Pero es solo un número. Lo importante es lo que hemos aprendido: cómo cuidarnos , cómo saciarnos, identificar cuándo tenemos hambre… Pero hambre de verdad”, recalca la cantante de Convénceme para quien también la ayuda del deporte, en esta dieta, ha sido algo fundamental. Porque, tal y como nos contaba, con este método desaparece la sensación del estómago vacío al ser cetogénica (de mayor aporte de proteínas) y no se pierde músculo. “Y que sentirme más ágil, más ligera, me hacía sentirme mejor conmigo misma, lo que me impulsaba a seguir queriéndome cuidar… Y a quererme. Porque de eso se trata ¿no? De quererte y de querer ser un poquito mejor”.
Shaila nos lo ponía en bandeja: Quererte. Venga, vamos al reverso de la moneda del body positive. ¿En qué momento uno se deja de querer y por qué? ¿Qué pasa cuando uno dice: “oye no me gusto, qué le voy a hacer, y yo quiero cambiar”? Carmen Morales nos cuenta que ella se asomó a ese abismo y que le pasó con la edad. “Llega un punto en el que empiezas con la premenopausia y es una palabra que te da... Miedo. Empiezas a sentir cambios en el cuerpo, cosas que a lo mejor se te van de las manos o, por lo menos, eso crees. Y entonces para mí fue un súper push el decir: “Voy a hacer PronoKal. Esto me va a ayudar a cambiar de estilo de vida y eso me va a hacer sentir mejor. Con vitalidad”. Para Shaila fue una cuestión de lesiones físicas. “Como soy muy alta, -explica la cantante- siempre he tenido escoliosis y, con el peso (mejor dicho, con el exceso de peso), la movilidad me costaba mucho. Me costaba mucho, incluso, terminar mi show. Me dolía la espalda, me dolían las piernas, los pies… Adelgazar no significa estar como un palo, sino que, dentro de tu estructura ósea, estés en tu peso ideal. En el saludable”, puntualiza la cantante quien, por cierto, dos días antes de esta entrevista cumplía 44 años.
Ya. Ya sé lo que están pensando: Tela tristeza celebrar tu cumpleaños con… acelgas… “Eso es mental. ¿Para pasártelo bien tienes que tomarte una copa? Pues no. Eso es mentira”, replica Shaila. Y Carmen apunta. “A ver, que nosotras este verano no nos hemos perdido nada. Que nos hemos ido al Summer Fest y, oye, estupendas con nuestro agua mineral. Como dos valientes. De hecho, nos preguntaban: “Pero, oye, ¿de verdad que no queréis una copa?” ¿Una copa?! ¡Pero si eran vasos de plástico! “Pues mira, no, tengo mi botella de agua. O de agua con gas. Que le pones hielo y limón y…”
Y no. No son trampas. No es el sucedáneo del gin tonic para los abstemios y/o personas a dieta. Para ambas hermanas, las trampas nos las ponemos los demás con eso de “si total tan solo es un día”; o “qué tristeza de vida”; o “qué más da. Si estoy solo, como esto y andando…”.
“Todos hemos interiorizado esos mensajes”, nos lo recuerda Carmen que, ahora, con su nueva vida de soltera, también ha tenido que enfrentarse a ese diablillo sobre el hombro que siempre te aconseja lo peor y también, obviamente, lo más fácil. “No es lo mismo cocinar para más gente que cuando te cocinas para ti sola… Ni siquiera mi hijo vive ya conmigo… Es muy fácil que, en esa situación, te abandones y comiences a tirar de comida que no es saludable. Y no te hablo ya de hacerte una pizza congelada, no, te hablo de ni sentarte a cenar y estar de picoteo, de refrescos… A ese ritmo de vida te acostumbras con taaanta facilidad”.
Sin embargo, a lo otro, a la disciplina, pues como que no… Todos nos sentimos almas libres hasta que tenemos que aflojarnos un agujero más del cinturón. “Yo, por ejemplo, cuando empecé hace cuatro meses, lo que sí hice fue prepararme perolos enormes de verdura… Ya. Daba pereza. Pero me di cuenta que, con las especias, y cocinado bien, con cariño… ¡estaba riquísimo! Así que, comencé a hacerme distintas combinaciones de verduras y a llenar el congelador con mini dosis diarias. Unas para la comida. Otras para la cena. Entonces, era muy fácil tener siempre algo para comer o para cenar”, recuerda Shaila a lo que Carmen apostilla ante la visión de verdura all the time. “Tampoco es cuestión de sacarse de quicio. Es encontrar el balance. Encontrar ese punto en el que descubres que la organización y lo bien que te encuentras te compensa”.
La fuerza de voluntad también es importante. Al menos, al principio. Y si no, también tienes la competencia (a ver quién adelgaza más) o el apoyo mutuo. En el caso de las hermanas ha habido un poquito de ambas cosas cuando alguna de las dos flaqueaba porque siempre hay un momento de ¡Ay Dios mio, mi reino por una bamba de nata! Y ellas, ahí, se han tenido la una a la otra. Lo duro, en esta pareja, viene ahora. En el mantenimiento porque, como con el éxito, no basta tan solo con llegar a la cúspide, luego hay que enquistarse en la cumbre. “Ahora sí que hay que motivarse la una a la otra. Y tenemos que ser fuertes en esta transición: en la de la vuelta de las vacaciones al curro, a los viajes…”, nos adelanta Shaila. Y aunque Carmen confiesa que está “acojoná” porque Shaila desaparece el mes de septiembre por sus compromisos musicales en México y Estados Unidos, nos revela que tiene un mantra para luchar contra lo puñetera que es la vida social: “Ahora, sé escuchar a mi cuerpo. He aprendido a hacerlo y juntos vamos a tirar para adelante”. Pues, ea, que nadie pueda con ellas.