“Una noche suena el teléfono. Era mi compañera Angeles Macua, me dice que llame a mi casa, que me tienen que decir una cosa... ‘Dime lo que pasa’, le rogué angustiada... y me lo dijo: “Tu marido se ha pegado un tiro”. Así daba comienzo uno de los episodios más trágicos en la vida de María Teresa Campos. La presentadora confesó en Mis dos vidas: memorias -su primer libro publicado en 2004-, la muerte de su único marido, José María Borrego, padre de sus dos hijas.
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Su historia de amor se selló en el año 1964, cuando pasaron por el altar. Se conocieron cuando María Teresa Campos solo tenía 16 años; su único marido, con el que se dio el ‘sí, quiero’ a los 23 años en Málaga... La radio fue el lugar donde se conocieron. “Tenía dos cosas importantísimas en mi vida: el trabajo y el novio. De no ser así, en esa época ningún hombre habría admitido que me casara con él y continuara siendo locutora de radio”. Y añadía: “En ese sentido, José María me entendía muy bien”.
“Cuando mi gran preocupación era cómo podrían mis hijas superar lo ocurrido, ellas me dijeron una cosa: ‘Mamá, necesitamos que no te hundas. Si estás bien, nosotras estaremos bien’”
Un carácter ‘muy fuerte’
La eterna ‘reinas de las mañanas’ siempre reconoció que se sintió protegida por su marido, sin embargo, tenía un carácter muy fuerte. “Se enfadaba por cualquier cosa y pasamos peleados una buena parte de los siete años de noviazgo. Era muy susceptible: saltaba por la tontería más pequeña”, contaba.
Además, José María era el encargado de emisiones en la radio, un cargo que jugaba en contra de la matriarca Campos: “Si yo tenía un fallo en el trabajo podía dejarme de hablar durante quince días. En esas etapas de silencio él se iba arriba y abajo con unas y con otras. Yo me enteraba, porque, naturalmente, siempre había almas caritativas dispuestas a que estuvieras puntualmente informada de lo que estaba pasando”. Sus encuentros con otras personas fueron un punto de inflexión entre ellos: “algo se había roto definitivamente”.
“He tenido muy poca autoridad con mis hijas, poquísima. He sido una madre cercana, no una amiga, que eso es algo muy difícil, porque nunca te cuentan lo mismo, pero sí una madre con la que pueden hablar”
La terrible noticia
“José María era cazador, le gustaban mucho las armas y tenía una pistola guardada entre los calcetines y los pañuelos. Yo he vivido con una persona que cuando hacía cosas que yo consideraba que estaban mal, su reacción era violenta. Si le llevaba la contraria en algo, iba al armario donde tenía la pistola, la cogía y decía algo que todavía hoy me estremece recordar: ‘Yo lo que tengo que hacer es quitarme de en medio’”, relataba la malagueña. Ella nunca habló mal de su marido, simplemente relataba un rasgo de su personalidad.
En 1984, tres años tras su traslado a la capital, la presentadora recibía una terrible noticia y es que José María Borrego decidía quitarse la vida, un hecho del que apenas ha querido hablar en público por respeto a sus dos hijas en común. Así daban por finalizado más de veinticuatro años de relación, diecisiete años de matrimonio y siete de noviazgo.
“Se enfadaba por cualquier cosa y pasamos peleados una buena parte de los siete años de noviazgo. Era muy susceptible: saltaba por la tontería más pequeña”, confesaba la presentadora sobre su marido
“Yo me siento satisfecha de haber compartido con él siete años de noviazgo y diecisiete de matrimonio. Quizá en otra época, otra mujer que no fuera yo, independiente económicamente como era mi caso, a lo mejor se hubiera separado antes de él. Yo no lo hice. Tenía dos motivos: mis hijas y que no quería hacerle daño”, confesaba.
“No sé si mis hijas tienen algo que agradecerme, porque a una madre no hay que agradecerle nada; sólo quererla. Lo que sí sé es lo que yo tengo que agradecerles a ellas: la felicidad que han dado a mi vida, el permitir que pueda sentirme orgullosa de las dos”
Sus hijas, su gran orgullo
En sus memorias, la presentadora de Día a día reconoció que, durante años, tuvo un sentimiento de culpa por pasar largas jornadas trabajando fuera de casa, porque la educación de los hijos es una tarea muy difícil: antes, ahora y siempre. “Después de haber tenido ese complejo de culpa, por ser una mujer que trabajaba en la calle y no se dedicaba por completo a su familia, cuando Terelu y Carmen han sido mayores he tenido la gran satisfacción de sentirme respetada por ellas”.
“He tenido muy poca autoridad con mis hijas, poquísima. He sido una madre cercana, no una amiga, que eso es algo muy difícil, porque nunca te cuentan lo mismo, pero sí una madre con la que pueden hablar”, añadía María Teresa Campos.
“En Terelu valoro su manera de trabajar duramente, aprendiendo cada día, para superar la para mí injusta crítica de ser sólo la hija de mamá”
La unión entre la comunicadora y sus hijas era evidente en cada aparación pública, donde aprovechaban para lanzarse mensajes de cariño y así también lo evidenció María Teresa en sus memorias. “No sé si mis hijas tienen algo que agradecerme, porque a una madre no hay que agradecerle nada; sólo quererla. Lo que sí sé es lo que yo tengo que agradecerles a ellas: la felicidad que han dado a mi vida, el permitir que pueda sentirme orgullosa de las dos”.
“A Carmen le debo en estos momentos su apoyo en mi trabajo; sin su eficacia y buen hacer, seguramente no podría soportar después de tantos años un programa en directo de tres horas y media. En Terelu valoro su manera de trabajar duramente, aprendiendo cada día, para superar la para mí injusta crítica de ser sólo la hija de mamá”. “Por todo, gracias, queridas hijas”.