María Teresa Campos ha fallecido a los 82 años en Madrid rodeada de sus seres queridos, quienes lloran la pérdida de la gran matriarca y figura indispensable de una saga que hoy la recuerda como nunca. La reputada periodista nos dice adiós tras no superar los problemas de salud por los que estaba ingresada en el hospital desde el pasado domingo, unos días donde su núcleo duro y quienes fueron más afines a ella quisieron estar a su lado hasta el último momento.
María Teresa Campos, protección, inspiración y ejemplo para sus hijas Terelu y Carmen
Al frente de ese grupo de personas hemos visto a sus hijas Terelu y Carmen Borrego, volcadas por completo con su madre desde que la salud de esta empeorara de forma notable. Ambas no solo han sido inseparables de su progenitora durante estas fechas en la Fundación Jiménez Díaz, sino que ya lo eran desde hace año y medio cuando María Teresa comenzó a sufrir un paulatino deterioro cognitivo que le apartó de la vida pública.
La principal preocupación de las dos no era otra que cuidar y arropar a la presentadora en todo momento, sufriendo además lo indecible por lo complicado y triste que era acompañarla en esa situación tan difícil y delicada. Esta semana entraban y salían del centro médico las veces que hiciera falta, dormir en la habitación de la paciente para darle todo el calor y el cariño, cogerse el relevo la una a la otra sin descanso... demostrando así el profundo amor que unía a las tres mujeres y seguro permanecerá intacto en sus corazones.
Más allá de las profesionales televisivas, otras a las que embarga el dolor y comienzan ahora el duelo son Alejandra Rubio y Carmen y José María Almoguera, sus nietos; así como el yerno favorito de María Teresa, José Carlos Bernal, marido de Borrego. Por supuesto, sin olvidarnos de aquellos que la acompañaron en casa y trabajaron para ella durante años como era Leo, o su chófer y mano derecha Gustavo.
A ellos hay que sumarles la familia que tiene la periodista en Málaga, quienes también viajaron a la capital lo más rápido que pudieron en vista de los acontecimientos. Entre ellos estaban sus hermanos, Tomás y Concha, que se unieron a la familia y estuvieron junto a la periodista en estos últimos momentos.
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Aunque por sus venas no corría la misma sangre, el caso de Rocío Carrasco se puede incluir como parte del clan que la presentadora tenía en su día a día. La consideraba como una hija más tras una sólida e inquebrantable amistad que duraba ya más de un cuarto de siglo, reflejada a la perfección cuando trabajaron juntas en la pequeña pantalla hace ya tiempo. Vínculo que nació por la estrecha relación que la comunicadora tuvo anteriormente con Rocío Jurado y cuyos lazos se mantuvieron fuertes con la primogénita de 'La más grande'.
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Acompañada siempre por su marido Fidel Albiac durante sus visitas al hospital, la protagonista del documental Contar la verdad para seguir viva ha demostrado igualmente esta semana que María Teresa era como una segunda madre para ella. En estos mismos términos se pronunciaba Belén Rodríguez, para quien la malagueña era mucho más que una mentora y por eso ha estado también a su lado hasta el último momento.
Cabe recordar que, posiblemente, ha habido muchos otros a los que les hubiera encantado dar un beso a la periodista antes de fallecer. Sin embargo, esto resultaba prácticamente imposible dado su precario estado de salud, lo que provocaba que las visitas estuvieran reducidas al mínimo.
Los que sí han tenido la oportunidad de despedirse de ella fueron los familiares más directos -como es lógico- y este reducido grupo de amigos de siempre entre los que también estaban Yusan Acha, Mayte Valdelomar, Nuria González o el padre Ángel, quien, tras visitar a María Teresa en el hospital dijo a la prensa: "Se va y lo importante es que la quieren. Lo más triste de morir es morir en la soledad. Ella no muere en la soledad".