Puede que Pilar Vargas Rodríguez sea socialmente identificada como la madre de Manuel Vega, el empresario que sale desde finales de 2021 con Tana Rivera y que tiene discotecas, bares y otros negocios de hostelería en Sevilla. Pero ella, nacida en la capital hispalense, es mucho más: ha hecho historia en el fútbol femenino español al haber sido de las primeras jugadoras en nuestro país, llevando también la camiseta de la Roja. Y no sólo eso, porque fue la primera mujer en obtener el título de entrenadora nacional, con el que se ha podido dirigir a hombres y compañeras que han brillado en los terrenos de juego.
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En conversación con ¡HOLA!, Pilar, que fue presidenta de Fútbol Femenino en la Federación Andaluza de Fútbol y miembro del Comité Nacional hasta 2015, no sólo celebra los éxito de nuestra Selección, que acaba de proclamarse campeona del mundo. “Esto ha sido explosivo, algo muy fuerte y espero que esto no acabe dentro de dos meses, sino que sea el principio”, nos confiesa. La sevillana no sólo nos cuenta su trayectoria y sus logros, sino que también se moja a la hora de opinar sobre el caso Rubiales, presidente e la Real Federación Española de Fútbol.
—¿Cómo has vivido la victoria de la Selección femenina de España? Porque entiendo que te ha traído muchos, muchos recuerdos.
—Con sensaciones de todo tipo. La primera y la más importante, lógicamente, la alegría compartida por todas. Porque ha sido una lucha de muchísimos, muchísimos años. Ha tardado, pero se ha convertido en realidad. También me he acordado de momentos pasados, tanto de mi trayectoria como la de mis compañeras, como de mujeres y hombres que han apoyado al fútbol femenino desde sus comienzos.
—No sé si te consideras una pionera en el fútbol español femenino.
—Realmente, sí. Yo fui la primera jugadora andaluza en ser convocada por la Selección española [femenina].
Sobre la reciente victoria de la Selección femenina, convertida en campeona del mundo, nos ha dicho Pilar: “Ha sido una lucha de muchísimos, muchísimos años. Ha tardado, pero se ha convertido en realidad”
—¿Jugadora de la Roja femenina?
—Sí. La verdad es que he pasado por todos los estamentos del fútbol: he sido futbolista y he sido entrenadora tanto de hombres como de mujeres. También he sido seleccionadora, tanto de hombres como de mujeres; seleccionadora de la Selección sevillana de fútbol; de la andaluza; miembro del Comité Nacional; presidenta del fútbol andaluz… He pasado por todo. Creé el fútbol 11 en Sevilla, después de mi actividad como futbolista. Había muy pocas niñas que jugaban al fútbol y muchísimas barreras sociales. Esas pocas chicas que jugaban, cuando cumplían 15 o 16 años, lo dejaban por la presión social y por la de los padres, pues tenían que ir a trabajar. Incluso, cuando tenían pareja, lo dejaban. Por eso, empecé a hacer equipos de fútbol sala, porque era mucho más fácil aglutinar a menos niñas que en equipos de fútbol 11. Y con un combinado de fútbol sala, se hizo la el equipo Híspalis, que después fue el Sevilla Fútbol Club. A partir de ahí, empezamos a jugar otra vez la liga federada que jugó en Primera División.
—Con muchos logros.
—Fuimos tres veces campeonas de España con tres categorías distintas en fútbol femenino y estructuré la competición. Se hizo la Copa de la Copa de Clubes, se hizo la Autonómica también de Sub 12… O sea, son muchas cosas, y mucho, mucho trabajo. El fútbol femenino comenzó a finales de los 70 y yo empecé a jugar a finales de los 70, con lo cual me siento pionera.
—¿Cuántos años tenías?
—Diez años cuando jugaba en el primer equipo que había, en el Parque Alcosa.
—¿Cuál fue la reacción de tu familia cuando dijiste que querías jugar al fútbol?
—La reacción de mis padres siempre fue estupenda. El fútbol en mi casa era una cosa común, muy normal, porque mi padre era árbitro –Manuel Vargas Zamorano–. Yo siempre jugaba con mis hermanos. Pero en el barrio estaba sometida a crítica permanentemente, porque había muchísimas barreras sociales. En el recreo, no podía jugar con los niños al fútbol, pero sí al baloncesto o cualquier otro deporte… O me castigaban. La verdad es que mi ilusión siempre fue jugar al fútbol.
—¿Sentiste una mayor dificultad por ser de etnia gitana?
—Para nada. Tengo sangre por parte de mi padre, pero yo nunca he sentido ningún tipo de rechazo. Quisiera destacar una cosa: se nos está olvidando de que el fútbol femenino ha salido adelante, además de nuestra constancia y esfuerzo, gracias el apoyo de nuestros padres. Ellos han sufrido mucho. Económicamente, muchísimo. Han costeado muchísimos viajes en autocar y llevado a las chicas en el coche. Recuerdo que la primera selección mía, siendo yo entrenadora, las jugadoras de fuera de Sevilla se quedaban en casa para que pasaran la noche de la concentración. Los padres han sido los verdaderos baluarte de que estas chicas pudieran continuar. En los comienzos más, porque había muchísima barrera social.
“La reacción de mis padres siempre fue estupenda. El fútbol en mi casa era una cosa común, muy normal, porque mi padre era árbitro, Manuel Vargas Zamorano”
—Además de en el Híspalis, ¿en qué otros equipos jugaste?
—En el primer equipo de la historia de fútbol en Sevilla y en el Málaga, para poder ir a la Selección porque en Sevilla no había equipo federado.
—¿Hasta qué edad jugaste?
—Pues hasta los 26 ó 27 años. Luego seguí jugando al fútbol sala. En ese momento, ya era entrenadora y tuve la mala suerte de que no se permitía presentar dos licencias, como jugadora y como entrenadora. Pero nadie mejor que yo iba a luchar, enseñar y defender también la figura de la mujer en el banquillo, porque nadie apostaba por el fútbol femenino.
—En tu época de jugadora, escucharías cosas como “esto no es para niñas” o “las mujeres no juegan igual que los hombres”. Incluso comentarios sobre tu condición sexual.
—Siempre he tenido una imagen muy femenina y, a pesar de eso, me llegaban esos insultos, como al resto de mis compañeras. Muchos los han padecido los padres…. La expresión más común es que éramos “camioneras”. O nos mandaban a fregar. El insulto era permanente. Incluso, cuando he sido entrenadora de hombres, los insultos han sido grandísimos, que no voy a reproducir ahora.
“A pesar de que siempre he tenido una imagen muy femenina, me llegaban esos insultos. Muchos los han padecido los padres…. La expresión más común es que éramos “camioneras”. O nos mandaban a fregar”, se lamenta Pilar
—Como nos decías anteriormente, uno de tus grandes logros fue fundar el Híspalis, que es el Sevilla Fútbol Club.
—Pasó igual que el Tacones, que pasó a ser el Real Madrid. Hice una selección de niñas de fútbol sala en la que yo competía también como jugadora. Y sí, creé el Híspalis. Recuerdo que llevaba a las jugadoras a entrenar a un campo de albero en mi casa. Me moví por todos los polígonos industriales, para ver quién nos patrocinaba, porque sostener los gastos de la liga era imposible. Casualmente, un día, entrenando, pasó Manolo Peña, ya fallecido, que fue el presidente del Híspalis. Como era amigo de mi padre, le saludé y le expliqué que estaba desesperada buscando patrocinador. Me dijo que, cuando terminara el entrenamiento, me pasara a hablar con él… Y así surgió Híspalis, que compitió en la Primera División.
—¿Cuál fue tu siguiente paso?
—Después de entrenar, saqué la titulación de tercer nivel y ya fui entrenadora nacional. Entrené a muchos equipos masculinos, como La Milagrosa, el Culturales, el San Benito, el Pilar… La Selección masculina sub 16 y sub 18 andaluza… La Selección sevillana femenina, la Selección andaluza sub 16 y Sub 18… Bueno, muchos equipos.
—¿Te resultó fácil entrenar a hombres?
—No me costó nada.
—¿No escuchaste ciertos comentarios? ¿Te costó ganarte el respeto que te merecías?
—He entrenado a muchísimos equipos masculinos e, incluso, mayores que yo. Tan sólo me he encontrado a un jugador que no quería que le entrenara una mujer. El resto estaba encantado. No me ha costado. Es cierto que, cuando llegaba el primer día a entrenar a equipos, yo tenía incluso que utilizar palabras técnicas de fútbol que sabía que los jugadores no sabían interpretar. Lo hacía para que causara un poco de sensación…
—De impacto, para demostrar que ibas en serio, ¿no?
—Sí. La verdad, se quedaban sorprendidos. Hoy existen preparadores físicos, fisios y demás, pero, entonces, yo lo era todo en los equipos masculinos: preparación física, táctica, técnica… Todo. Recuerdo que había personas que querían entrar a mis charlas tácticas, para ver la manera en que me expresaba y cómo transmitía a los jugadores. Psicológicamente, me movía muy bien.
—Durante toda esa etapa de entrenadora, ¿salió algún jugador que se convirtiera en una gran figura?
—En la Selección andaluza, he tenido a jugadores que triunfaron, gracias a Dios: Varela del Betis, Capi Redondo… Del Sevilla, a Lauren, Campano, Carlitos y José Mari, que también jugó en el Milán y en el Atlético de Madrid. También a Manu Sánchez, del Málaga… Vamos, que he tenido jugadores.
“Cuando llegaba el primer día a entrenar, hasta utilizaba palabras técnicas que sabía que los jugadores no sabían interpretar. Lo hacía para que causara un poco de sensación”
—¿Hasta qué edad estuviste entrenando?
—Entrenando, toda mi vida. Últimamente, he estado llevando escuela. Alternar la enseñanza del fútbol con la pedagógica es realmente un trabajo muy, muy gratificante. Yo soy licenciada en Pedagogía y llevo cuatro años dedicándome a eso, trabajando desde fuera y reestructurando el tema del femenino, para que nuestra federación evolucionara al ritmo que las niñas están pidiendo.
—¿Has entrenado a alguna jugadora de la Selección femenina de fútbol actual?
—Sí, he tenido otras jugadoras muy importante de la Selección, como Rosita Castillo de Barbate, que ha tenido 57 internacionalidades. Luego, a Vanessa Quimper, Ana Romero, Priscila Borja… Jugadoras con muchas internacionalidades. O María Pry, que fue la entrenadora del Betis y del Sevilla, ascendiendo a los dos equipos. Ahora ella es la secretaria técnica del Betis. A las tres mundialistas Olga, Rocío Gálvez e Irene Guerrero han pasdo por la Selección andaluza durante mi periodo como Prsidenta del Fútbol Femenino Andaluz, incluso ganando tres campeonatos de España.
—¿Cuándo te convertiste en Presidenta andaluza del fútbol femenino?
—En el año 2015. Actualmente, no sigo ocupando ese cargo, pero no descarto… Es mi ilusión luchar desde Andalucía por el fútbol femenino. Qué mejor referente que yo, con la experiencia que albergo ya. Durante cuatro años, creo que aporté muchísimo al fútbol femenino.
—Echando la vista atrás, ¿cómo valoras tu trayectoria dentro del fútbol, con la que has ayudado a abrir camino a otras compañeras?
—Lo valoro de diez, tanto mi esfuerzo y mi lucha. Igual que al resto de mis compañeras. No sé decirte si tenía más felicidad por lo que han conseguido estas chicas al convertirse en campeonas del mundo o por la a satisfacción de haber sido pionera, junto a otras mujeres.
—Viendo todo lo que has conseguido, habrá merecido la pena el esfuerzo, aunque también ha debido de ser muy duro.
—Mucho. Además, yo tengo dos hijos y fui madre muy joven. Cuando jugaba en Málaga, iba los fines de semana a jugar, con mi niña de un año. Si era difícil, todavía más con hijos. Ya sólo cuando salías a jugar a la calle, escuchabas críticas… Pero no me llegué nunca a acomplejar. De niña, pedía muñecas para jugar… Mi intención era no parecer lo que la gente decía.
—¿Lo dices porque te llamaban “marimacho” o algunos insultos de este tipo?
—Sí, sí. Totalmente.
—¿Alguno de tus hijos ha querido jugar al fútbol, ser futbolista?
—Sí, mi hijo, Manuel. Se formó en la cantera del Sevilla y fue campeón de España con juveniles del Sevilla. Pero dejó el fútbol cuando jugaba en Tercera División con el Alcalá, porque quería dedicarse a su profesión y era imposible de llevar las dos cosas.
—¿A tu hija le ha llamado la atención el fútbol?
—Sí. Es una gran aficionada, pero no le dio por eso. Ella venía a entrenamientos, a los partidos e, incluso, a muchas concentraciones. Me ha comentado muchísimas veces que han sido muchas horas de mi vida y mucho desgaste para para lo poco que me ha dado el fútbol.
“Mi hijo, Manuel, se formó en la cantera del Sevilla y fue campeón de España con juveniles del Sevilla. Pero lo dejó porque quería dedicarse a su profesión y era imposible de llevar las dos cosas”
—¿Qué les ha sorprendido a tus hijos de tu carrera futbolística?
—Sobre todo, mi conocimiento del fútbol. Manuel siempre me dice qué poco valorada estoy con la sabiduría futbolística que tengo. Luego, cuando era pequeño, me decía: “Mamá, dale pataditas al balón”. Así se engrandecía con los niños.
—¿Tus parejas siempre han entendido tu carrera deportiva?
—Sí. Nunca he tenido problemas, siempre he tenido apoyo. Pero siempre he antepuesto mi familia, mi pareja y mis hijos al fútbol. He sabido cómocompensar esa situación. Cuando saqué el título nacional, hay gente que me aconsejaba que quizás tenía que abandonar un poquito el tema familiar y buscar fuera posibilidades… Pero no lo hice.
—Por último, me gustaría conocer tu opinión sobre el beso de Rubiales.
—Que te voy a decir… Es una pena que hayamos conseguido lo que hemos conseguido y que esto esté enturbiando todo un éxito. Mi opinión… No me sirven disculpas. La mejor disculpa es que presente su dimisión. Con eso te lo digo todo.
—Durante tu época de futbolista, ¿llegaste a vivir algo parecido?
—He vivido muchísimas cosas que no te puedo contar y que se quedan atrás… Pero verdaderas barbaridades de todavía dirigentes que existen en el fútbol y nos han tapado la boca.
—Entonces, si te preguntamos si hay machismo en el fútbol, la respuesta la tienes clara.
—Sí. La mujer debe tener más presencia y acaparar visibilidad en el fútbol femenino. Estoy hablando de fisioterapeutas, de ATS, de preparadoras físicas, de entrenadoras en los banquillos, tanto en lo femenino como en lo masculino. Gracias a Dios, creo que se van a abrir muchas puertas. Somos muchas entrenadores nacionales que estamos para empoderar a la mujer y para protegerla. En las juntas directivas, casi no hay mujeres. Es importantísimo para controlar todo este tipo de de situaciones.
—¿Qué le dirías a una niña que sueñe con jugar al fútbol?
—Pues que lo haga, que tenga ilusión, que que haga lo que le guste. Ahora es mucho más fácil y hay muchos recursos. Que si quiere un sueño, que lo persiga, que lo puede conseguir ahora con más facilidad.