Como cada verano, las islas Baleares se convierten en el destino favorito de celebrities internacionales que apuestan por el Mediterráneo para recargar pilas. Es el caso de Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, quienes han aprovechado su estancia en Mallorca para compartir tiempo con amigos y hacer planes culturales como recorrer el museo de arte moderno y contemporáneo Sa Bassa Blanca, que celebra 30 años de historia. Acudir a esta pinacoteca en la que hay una rosaleda, dos parques y un observatorio se ha convertido en toda una tradición que repiten año tras año ya que se trata de un lugar al que están íntimamente ligados por varios motivos.
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El matrimonio Douglas ha podido conocer la nueva zona del museo de Alcudia, la sala de confluencias, situada dentro del edificio Hassan Fathy, con elementos decorativos traídos de Andalucía, el norte de España y Marruecos. En su interior pudieron conocer las 49 obras de artistas de Essaouira y de aborígenes de Australia que conforman la exposición Artistas Marroquíes dialogan con Artistas Aborígenes Australianos. Han recorrido las instalaciones junto a los dueños fundadores Ben Jakober y Yannick Vu, con los que mantienen una estrecha relación de amistad que se remonta a décadas atrás. De hecho, el protagonista de títulos como Instinto básico y Alguien voló sobre el nido del cuco es patrono honorífico de la pinacoteca
Para Michael y Catherine, que llevan 25 años juntos, este museo es como su segunda casa. Y es que cuando se remodeló s'Estaca, su refugio mallorquín, se inspiraron en la arquitectura de Sa Bassa Blanca. Han pasado ya 35 años desde que el actor, que entonces estaba casado con Diandra Luker, adquirió esta vivienda costera construida por el archiduque Luis Salvador de Habsburgo en 1867. Se encuentra entre Valldemosa y Deiá, tiene vistas a la sierra de Tramontana y al Mediterráneo y es el enclave donde cada verano reúnen a familiares, amigos y compañeros. Pagó unos tres millones y medio de euros por la casa, que tiene más de 1000 metros construidos y 77 hectáreas y está equipada con con bodega y acceso privado a la playa.
Hasta 2021, el hijo del recordado Kirk Douglas compartió esta vivienda con su exmujer, teniéndola seis meses cada uno, pero finalmente le compró a Diandra su parte para ser el único propietario y dejar atrás la incómoda situación que provocaba esta casa compartida. Antes de la transacción, de hecho, puso la mansión a la venta por 50 millones de euros que rebajó a 30, pero no encontró compradores y decidió en 2020 negociar con la que fue su esposa. "Mis hijos seguirán viniendo y mis nietos y sus hijos. Estoy seguro que durante generaciones esta isla será suya. Esta casa es de mi familia y lo seguirá siendo. A Cameron, Dylan y Carys les encanta. Mi hija habla perfectamente español", dijo en Última hora.