Su reciente boda de cuento, celebrada el pasado 26 de junio, en el Château de la Croix des Gardes, en la Costa Azul, fue, en sus propias palabras, “lo más especial de la vida” para Thibaut Courtois y Mishel Gerzig. Este es su primer verano como marido y mujer y, aunque ya han regresado de su luna de miel en Ibiza y Bora Bora, continúan en una nube de felicidad. El portero belga se prepara para la nueva temporada junto a su equipo, el Real Madrid, pero aprovecha cada segundo de su tiempo libre para dedicárselo a su familia.
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El futbolista y la modelo israelí salieron a cenar al restaurante Zuma, ubicado en pleno centro de la capital y especializado en comida japonesa. Pero no fue una velada únicamente para dos, sino que la compartieron con los dos hijos de Courtois, nacidos de su anterior relación con Marta Domínguez. Al abandonar el establecimiento, Thibaut y Mishel, todo sonrisas, atendieron a la prensa. Recordaron, muy felices, el día de su enlace, asegurando que lo mejor fue poder celebrar su amor con sus seres queridos.
El deportista llevaba en brazos al menor de los niños, Nicolás, de seis años. Por su parte, Mishel, que escogió para la ocasión un ceñido vestido verde muy favorecedor, caminaba sin soltar la mano de Adriana, de ocho años, demostrando así la buena relación que mantiene con los hijos de su marido.