Vive en una nube desde que el pasado 20 de marzo por fin en sus brazos a la pequeña Ana Sandra. Ana Obregón se convertía en madre adoptiva y en abuela por gestación subrogada, cumpliendo así uno de los últimos deseos de su hijo Aless. La noticia hizo correr ríos de tinta, dio la vuelta al mundo y se convirtió en el tema de conversación en diversos círculos. Recibió críticas de todo tipo, también mucho apoyo, tanto de personalidades como de gente anónima, y uno de los puntos que más se ha cuestionado y juzgado gratuitamente es su edad.
Nuestro Bertín, con setenta, que va a ser papá y abuelo a la vez. Pues me parece genial, ¿quién soy yo para juzgar nada?
Ana cumplió 68 años dos días antes de que Ana Sandra llegara al mundo, y, aunque ya ha explicado que a la pequeña no le faltará nada y que tiene todo planeado para ello, sigue siendo objeto de algunas críticas. Hace unos días, Ana nos recibía en su casa de Mallorca junto a la niña de sus ojos y allí, además de revelarnos que será su sobrina Celia quien se ocupe de la niña en caso de que a ella le ocurriera algo, también nos ha dado su opinión sobre tener un hijo pasados los sesenta años.
Los guardeses de casa están alucinando porque dicen que nunca han visto un bebé tan pequeño que dé esos gritos de alegría
“Robert de Niro ha sido padre a los setenta y nueve y Al Pacino a los ochenta y tres. Y la gente dice: “No, pero es que su mujer tiene treinta”. Y digo yo: “Ya, y mi hijo tenía veinticinco”. ¡Qué tonterías me estáis diciendo! ¿Quién tiene la vida garantizada? Y nuestro Bertín, con setenta, que va a ser papá y abuelo a la vez. Pues me parece genial, ¿quién soy yo para juzgar nada? ¿Quién soy yo para juzgar la bendición que es una nueva vida? ¿Pero dónde está el corazón de la gente? Es que yo flipo, de verdad es que flipo. Qué machismo más enorme”, dice rotunda.
También nos cuenta cómo es su rutina diaria con la pequeña en Mallorca, como madre y abuela. “A las cinco y media me levanto, me hago mi café, y entonces, a las seis ya empezamos con el primer biberón. Tomamos el biberón viendo el amanecer. Anita está empezando a ver ahora y se pone a dar grititos de alegría al ver el mar, el sol, las palmeras y los estanques que tenemos con pececitos de colores”.
Asegura que la pequeña es muy buena y que le encanta tenarla en sus brazos, como hacía con Aless. “Los guardeses de casa están alucinando porque dicen que nunca han visto un bebé tan pequeño que dé esos gritos de alegría. Toma el biberón cada cuatro horas. Yo me baño en la piscina tres veces al día, mientras ella duerme. Entonces, ya como aquí hace tantísimo calor y es tan pequeñita, no la puedo tener fuera a partir de las diez y media de la mañana, entramos dentro y ella duerme. La duermo en brazos, y lo siento, pero la pienso dormir en brazos hasta que me dé la gana”.