“Ser subcampeona del mundo; tener la tranquilidad de haber conseguido la vía directa a los Juegos Paralímpicos del año que viene, que serán en el estadio Saint-Denis, de París, y casarme con un hombre maravilloso… Es mi año”. Sara Andrés no puede estar más feliz. Tras sumar un nuevo triunfo en las pistas de atletismo —la medalla de plata en 100 metros en la clase T64 de discapacitados físicos en el Mundial de Atletismo Paralímpico—, la deportista dio el “sí, quiero”, el sábado 29 de julio al amor de su vida, el abogado Juan Van den Eynde, en una emotiva boda celebrada en el pueblo de Polientes, en el valle de Valderribe (Cantabria).
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La atleta nos cuenta que se conocieron en 2012, en unas fiestas de verano en el valle, pero fue en 2019 cuando surgió el flechazo: “Nos volvimos a encontrar y conectamos enseguida”. Cuatro años más tarde, después de una romántica pedida de mano, la pareja ha puesto el broche de oro a su historia en un marco de excepción: el Molino de Tejada, que perteneció a su tío abuelo Tasio y ahora es un hotel.
“Cuando llegué al altar, se calmaron todos mis nervios. Al ver a Juan tan guapo, tan elegante y que me miraba con esos ojos… Desde que nos conocimos, sentí que era mi hogar, y solo quedaba disfrutar. Era todo idílico, no quería que acabase la ceremonia”, señala emocionada. “Nos sentimos tan afortunados de estar rodeados de familia y tantas buenas personas, que lloramos constantemente”.
“Ser subcampeona del mundo, haber conseguido la vía directa a los Juegos Paralímpicos del año que viene y casarme con Juan van den Eynde, un hombre maravilloso… Es mi año”
El secreto mejor guardado de la novia, su vestido, era un modelo muy especial: eligió el mismo con el que se casó su madre, quien falleció, a causa de un cáncer de pulmón, cuando tenía tan solo trece años: “Lo había guardado todo este tiempo. Al ser una prenda de 40 años, confié en la modista Laura Malingraux para los arreglos y los añadidos, como los bordados del escote. Mi madre llevó una chaquetita de tul con encaje, así que me hizo una muy parecida, dándole un aire más moderno”.
“Del peinado y maquillaje se encargó mi amiga Ana Lago”; del catering, Luis Manuel Montero y Clemente Roldan, del restaurante Los Molinos de Ruente, y de la música, los grupos Complejo de Edipo, Revolt y Vanden, además de un DJ. Aunque el momento estelar llegó cuando Sara cambió su chaquetita de tul por una cazadora de cuero. Los recién casados sorprendieron con fuegos artificiales y una actuación musical. “Juan —que también es músico, aunque trabaja en banca— me enseñó una canción con el bajo… Yo toco la guitarra, pero muy poco… Aunque el número gustó mucho… ¡Me lo pasé tan bien!”.
Tras la celebración, Sara y Juan pusieron rumbo a su luna de miel, en Tailandia y las Maldivas, aunque la estrella del deporte español ya tiene la vista puesta en su próximo reto: los Juegos Paralímpicos. “La plata que me llevé en París me supo a oro porque ya voy directa a los juegos. Lo que me queda por lograr es una medalla en unos juegos. La he conseguido en los mundiales, que no es poca cosa; sin embargo, creo que todo deportista sueña con una medalla olímpica. Cuando miro atrás, la verdad es que me siento orgullosa de mí, del equipo que me apoya y de la gente que me quiere bien”.