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Puede que el marquesado de Torroja , título nobiliario que ostenta desde el año pasado, la haya convertido en la marquesa del pop pero, sin duda, Ana Torroja es una auténtica reina de la música española. Un icono que ha sobrepasado los parámetros de la canción con su estética —cómo olvidar su pelo corto en los 80— y también una leyenda viva. Hizo historia junto a los hermanos José María y Nacho Cano, porque Mecano sigue siendo el grupo español más exitoso —con 25 millones de discos vendidos— y su larga lista de hits se mantiene intacta en el imaginario popular.
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“No es factible una reunión de Mecano. Es complicado… Cada uno está haciendo su vida y tampoco hay intención de reencuentro”
Sin embargo, la carrera de Ana Torroja ha seguido evolucionando después de que Jose María decidiera disolver Mecano, en 1998, de manera inesperada hasta para sus compañeros. De hecho, ya en solitario, la cantante ha publicado otros seis discos con los que ha cimentado su estatus de icono. Por eso, la academia de los Latin Grammy acaba de reconocer sus cuatro décadas de trayectoria musical, concediéndole el Premio de la Excelencia, que recogerá el próximo noviembre en Sevilla —la primera vez que estos galardones se entregan fuera de EE.UU.—.
Claro que los mayores éxitos de Ana, a sus 63 años, los ha conseguido en el plano personal: su matrimonio con Rafael Luque, con quien acaba de cumplir —en mayo— sus 20 años de casada y su hija en común, Jara, que alcanzará la mayoría de edad a finales de agosto. De los logros personales y profesionales ha hablado la cantante con ¡HOLA! desde México, donde reside desde 2015.
—Los Latin Grammy acaban de concederte el Premio a la Excelencia, que suena muy bien. ¿Qué significa para ti?
—Cómo suena, eh (ríe). Cuando me lo dicen, me emociono de verdad. Me dan ganas de ponerme a llorar, pero de alegría. Mi carrera musical, aunque no lo parezca, ha sido un poco de obstáculos. El hecho de mantenerse no es una tarea fácil, tras 40 años en la música y prácticamente 30 de solista.
—Más bien, todo lo contrario.
—Exactamente. Y viniendo de donde vengo, con ese background musical de Mecano. Entonces, cuando me enteré [de que me concedían el premio], de verdad, fue como una especie de guau (ríe). Ay… Es demasiada emoción… Es muy difícil de explicar con palabras. Y también hay agradecimiento por ese reconocimiento.
—Siendo reconocida, además, por una academia internacional como la de los Latin Grammys.
—Sí, es como si fuera el Oscar de la música. Este premio llega en un momento increíble en mi vida, en mi carrera. Me ayuda a afianzarme en lo que he estado haciendo hasta ahora. Siempre he intentado ofrecer algo de calidad, independientemente del éxito que haya tenido en cada momento, siendo consecuente y honesta conmigo misma. Para mí eso es importantísimo y este Latin Grammy también es un reconocimiento a eso.
“Mantengo el contacto (con José María y Nacho Cano). De vez en cuando nos decimos: “Hola, ¿qué tal, cómo vas?”
—En la música, se habla de la reina del pop, de las princesas del pop… En tu caso, eres la marquesa del pop.
—¡No lo había oído todavía! (ríe). Claro, por lo de heredar el título (ríe).
—Has sido una gran trabajadora toda tu vida, pero ¿cómo es la vida de marquesa en el siglo XXI, que además es cantante?
—(Ríe) No he cambiado nada. Ni mi entorno de alrededor, ni cómo me trata la gente… Simplemente, es un título, aunque lo de marquesa del pop es un buen titular (ríe).
—¿En qué momento personal te encuentras?
—Me habían dicho que los 60 eran maravillosos, porque es una edad en la que todo se asienta. Y es así. Entré en los 60 con cierto vértigo. Este año lo termino cumpliendo 64 y estoy encantada en mi piel, tanto con la parte personal como con la profesional.
—Físicamente, estás estupenda.
—Ahí seguimos, eh (ríe).
—Se habla mucho de los brazos musculados de la Reina Leticia, pero los tuyos ya estaban definidos hace muchísimo años.
—Sí, sí (ríe). Bueno, he hecho ejercicio prácticamente desde que me acuerdo, que empecé con el baile. Forma parte de mi rutina diaria. De hecho, el día que no lo hago es como si me faltara algo. Además, me pone las pilas y me despierta. Incluso, la creatividad. Soy muy perezosa y me cuesta arrancar el día pero, después del ejercicio, que me echen lo que sea (ríe).
Su faceta familiar
—Sin duda, uno de tus logros personales es haber cumplido veinte años de casada, estando en un mundo tan complicado e inestable como es el del espectáculo.
—He encontrado a la persona perfecta. No solo me entiende y me da el espacio que necesito, porque nos damos el espacio que necesitamos los dos, sino que, además, me empuja y me anima a hacer cosas (ríe).
—¿Qué destacarías de él?
—Pues ya te lo he dicho, es perfecto (ríe).
—¿Y tu hija? ¿Es consciente de lo grande que ha sido su madre en la música española?
—Lo está siendo. Pero está muy bien educada y, entonces, es siempre muy prudente.
—¿Qué le llama la atención? Porque Mecano tenía una imagen rompedora en los 80 y a tu hija le sorprenderá ver a su madre así.
—Hay cosas de aquella época que le hacen gracia. Para la gente de su generación, realmente es como si fuéramos un poco marcianos: la forma de vestir, los pelos… (ríe). Pero le gusta y le hace gracia bucear en el pasado. Por supuesto, también está muy orgullosa [de su madre], aunque no es una persona que le guste nada llamar la atención. Siempre es muy prudente y muy reservada. En eso ha salido a mí también (ríe).
—¿Crees que seguirá tus pasos?
—No, no. Le encanta la música, canta muy bien, baila increíble y tiene muy buen gusto musical, pero no va a ir por ahí.
—¿Prefieres que no se dedique a esto?
—A mí me da igual… Lo que ella decida y le haga feliz. Con eso, ya me doy por satisfecha.
La situación de Mecano
—Supongo que estarás hasta el moño de la pregunta pero, a estas alturas, ¿es factible una reunión de Mecano o ya no la esperas?
—No. No hay mucho más que decir. No es factible. Así de claro lo dejo (ríe).
—¿Por las otras partes?
—No, es la situación en general. O sea, ni por uno ni por otro. Es complicado… Cada uno está ya haciendo su vida y tampoco hay una intención de reencuentro.
—¿Digamos que se ha cerrado el capítulo Mecano?
—Exactamente. Pero el libro musical no, porque continúa.
—¿Mantienes contacto con José María y Nacho?
—Sí. De vez en cuando nos decimos: “Hola, ¿qué tal, cómo vas?”.
—Estás inmersa en una gira, pero ¿tienes algún plan para este verano?
—Ahora mismo, descansar un poquito, unos días, porque en septiembre arranco otra vez en España y, después, me vuelvo otra vez para este lado del mundo: México, Chile, Puerto Rico… La gira está siendo más larga de lo que yo esperaba (ríe).
“A mi hija le hacen gracia cosas de los 80. Para su generación, éramos un poco marcianos: la forma de vestir, los pelos… Por supuesto, también está orgullosa (de su madre)”
—Eso es muy bueno, porque significa que el público te demanda.
—Sí, es maravilloso. Además, cada concierto es más redondo. Los fans lo disfrutan, que vienen a verme a todos los conciertos o prácticamente todos. Yo les digo: “Pero, ¿no os aburrís?”. Y me responden: “¡No! Es que cada concierto es distinto, aunque sea lo mismo”. Y tienen razón, porque cada lugar es distinto y cada energía es distinta. Ahora estoy con la gira, que terminará a finales de este año o a principios del otro. Soy de esas personas que necesitan cerrar capítulos para abrir otros.
—Y después, lo que venga, ¿no?
—Exacto. Ahora, hay tantas opciones, que aún no sé si realmente me apetece hacer un disco completo o sacar canciones. Ya veremos.
—En tu último álbum, hay colaboraciones de Rosalía. ¿Cómo surgieron?
—Realmente, Rosalía pasaba por allí (ríe).
—Porque tú estabas trabajando con su mismo productor, El Guincho, ¿verdad?
—Exacto. Ella estaba grabando El mal querer también con el Guincho y se pasó por el estudio. Nosotros estábamos atascados con una letra en [la canción] Llama. Con esa naturalidad maravillosa que le caracteriza y esa facilidad de meterse en distintas pieles, se sentó allí con nosotros. Nos pusimos a escribir y a compartir ideas… Y así salió. En Mil razones, también hizo algunos giritos con la voz, así medio andaluces, que luego se procesaron con tecnología. Dejó su toque ahí (ríe).