En el “Pez de Abril”, una preciosa unidad de regatas que toma parte en la 41 Copa del Rey MAPFRE, una mujer es la encargada de analizar los datos del viento, del mar y de la navegación para conducir el barco hasta la línea de meta, a ser posible en primera posición. Se llama Elvira Llabrés y no lo hace nada mal, porque tras la tercera jornada de competición en aguas de la bahía de Palma este equipo está liderando la clase ClubSwan 42, con cinco primeros y un
segundo en su casiller.
A bordo, el arte de su oficio consiste en analizar los datos que recibe en su tableta de un total de 15 sensores: velocidad del barco, posición respecto a la baliza, intensidad del viento y otros muchos números. Luego los interpreta y extrae conclusiones, casi al momento: que si toca ir hacia la derecha, que si ahora conviene soltar más velas… Y, a partir de su diagnóstico, el
patrón decide y la tripulación ejecuta órdenes, en un vals con las olas y el viento. “Es un trabajo en equipo”, explica esta experimentada mallorquina, una de las pocas mujeres navegantes que vemos por los pantalanes del Real Club Náutico de Palma, aunque, como ella misma dice, “cada vez somos más”.
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¿Os imagináis ejecutar este mismo trabajo con un total de 600 sensores en lugar de 15? ¿Y con sensores que envían datos 10 veces o 50 veces cada segundo? Pues es lo que hace Elvira Llabrés en la Copa América, la competición deportiva más antigua del mundo, la más preciada, la más espectacular.
Ella es la gurú del viento y del mar en el equipo británico Ineos, uno de los cinco que tomarán parte en la que es la Fórmula 1 de la vela, en la edición que se celebrará en Barcelona el próximo año. La lucha por la llamada Jarra de las Cien Guineas está reservada sólo a los mejores del mundo y Llabrés es una de ellos. Es la única participante de Copa América que
estos días toma parte en la competición del Real Club Náutico de Palma. “Esto son mis
vacaciones”, confiesa.
Los equipos de Copa América están ya instalados en la capital catalana, todos enzarzados en las pruebas de mar para dar con el mejor diseño. “Los millones de datos que recogemos y analizamos ahora en las pruebas de mar tienen que servir para diseñar la embarcación más veloz. Cuando tengamos construido el barco definitivo, el que usaremos en la Copa América,
entonces tendremos que analizar los datos para descubrir la manera más rápida de navegarlo en las condiciones de viento y mar que tengamos en cada momento”, explica esta ingeniera informática. Porque, en su opinión, “la Copa América históricamente siempre la gana el equipo que tiene la unidad más rápida”.
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Los avances tecnológicos en este campo han sido muchos en los últimos años, y por una parte ayudan y por la otra complican, “cada vez con más sensores y más datos”, dice la experta de números y navegación. Además, en esta edición de la Copa América también tienen a su disposición informes sobre sus rivales: “Antes cada equipo hacía espionaje del resto dentro de unos límites permitidos, ahora es la misma organización quien facilita estos informes a todos los equipos para democratizar la información e igualar condiciones”.
La de Barcelona será la sexta Copa América para Elvira Llabrés, que se considera “muy afortunada de haber podido unir sus dos pasiones, la vela y la informática”. En cada campaña ha trabajado para un equipo distinto, y ahora ayudará al Ineos británico a intentar acrecentar la gloria de su líder y patrón, Sir Ben Ainslie, el regatista más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos, con una medalla de plata y cuatro de oro consecutivas de 1996 a 2012.