alejandra dominguez© Juanlu Real

En su posado más 'salvaje'

Hablamos con Alejandra Domínguez: ‘Empecé como modelo a los 14 años, fue muy duro, ahora me doy cuenta de que no estaba preparada’

La también periodista y experta en marketing digital concede una entrevista a ¡HOLA! y se fotografía con joyas de RABAT


Actualizado 29 de julio de 2023 - 10:06 CEST

Sevillana de 33 años, Alejandra Domínguez comenzó en el mundo de la moda siendo prácticamente una niña. Con el paso del tiempo, recuerda que fue una época muy dura y que no estaba preparada. Su nombre está siempre en las listas de las más elegantes aunque ella se considera una persona muy sencilla y huye totalmente de la fama. Es tímida y aparentemente frágil pero al mismo tiempo se considera valiente, aventurera y visceral. Alejandra posa para ¡HOLA! con joyas de RABAT y nos habla de su última colección, ‘Magia Salvaje’. A través de esta conversación hemos conocido a una mujer ecléctica y polifacética que comenzó a estudiar Biología, se licenció en Periodismo, es experta en Marketing digital, le encanta viajar y toca el piano. De pequeña, le mordió un perro y le hizo una cicatriz en la cara que marcó su infancia provocándole una gran inseguridad. Un rasgo que, sin embargo, le ha beneficiado en su carrera como modelo y ha potenciado esa ‘belleza imperfecta’ de la que se siente tan orgullosa. Amante de la Semana Santa sevillana y de las tradiciones, pide a Dios salud para su familia. Sus padres son los pilares de su vida y muere por sus cinco sobrinos. Descubre a Alejandra Domínguez, una modelo genuina y muy atípica a la que ya no le afectan las críticas.

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© Juanlu Real

¿Qué supone para ti ser una de las embajadoras de RABAT?

Bueno, no me considero en sí una embajadora de RABAT. Me considero familia. Para mí es un gran privilegio que ellos cuenten conmigo, pero no solamente porque es una marca muy importante y soy una privilegiada en ese sentido, sino porque además me siento arropada como un miembro más de la familia.

¿Qué hacen únicas a las joyas de RABAT?

Me parecen muy femeninas y resaltan la belleza de la mujer. Y al mismo tiempo son actuales y muy polivalentes. Lo mismo pueden servir para una noche de gala que para un día en el que puedas ir más informal a algún evento.

¿Y cómo defines la colección ‘Magia Salvaje’?

Muy exótica y atrevida. Hay algunas piezas que son más sutiles, como la del colgante de la araña y los pendientes, y luego otras que son totalmente selváticas como la del anillo de la serpiente o los broches de los sapos, que son superllamativos. ‘Magia Salvaje’ me parece una apuesta muy arriesgada, en el buen sentido, porque nadie se atreve a hacer joyas de esas características. Y es de agradecer porque al final es una obra de arte que puedes llevar.

¿Cuál es tu joya favorita de la colección?

Me encanta el anillo de la serpiente de pavé. Y también el que tiene la cabeza solamente de pavé y el resto, de oro rosa. Me parece una locura.

¿Qué joyas son imprescindibles en tu joyero?

Yo tengo algunas piezas que suelo llevar siempre puestas. Por ejemplo, una esclava de oro amarillo y una pulsera de brillantes y oro amarillo. Me encanta el oro amarillo. Y tengo dos colgantes: un escapulario de mi abuela y una cruz de brillantes. También tengo unas argollitas muy antiguas de mi tía, que se las regaló mi abuela.

¿Cuál sería tu joya con más valor sentimental?

Es una de las que te acabo de comentar, el miniescapulario de mi abuela, superpequeñito que tiene un gran valor sentimental. Ella falleció hace como 15 años, con 102 años, y de hecho es la única abuela que recuerdo.

¿Y la que más te ha impresionado en tu vida?

En general, me llaman mucho la atención las joyas antiguas. Y luego, por ejemplo, hay un solitario de RABAT impresionante, que tiene un brillante, talla baguete, que es superminimalista. Discreto, pero impresionante.

© Juanlu Real

Desde que apareciste en el panorama social siempre los medios especializados dicen de ti que eres una de las mujeres más elegantes, ¿Cómo se lleva eso?

Obviamente me halaga, pero yo me considero una persona muy normal. En mi día a día suelo vestir con vaqueros y camiseta. No te voy a negar que me siento halagada pero tampoco le doy demasiada importancia.

¿Cuáles son las claves de la elegancia en una mujer?

A mí personalmente me parece muy elegante la discreción y el saber estar. La sofisticación, pero siempre comedida. Incluso puedes llegar a ser atrevida, pero con un punto de discreción. Para mí, todo lo que es muy obvio, deja de ser elegante. Y luego, por supuesto, me parece muy elegante la educación, las maneras de gesticular, de moverte e, incluso, de pensar y de expresarte.

Me gustaría que me dijeras tres mujeres españolas que te parecen elegantes.

Por ejemplo, Pitita Ridruejo era una mujer elegantísima, me gustaba mucho su apariencia física y su personalidad, así como más clásica, me llamaba mucho la atención. Laura Ponce y Ángela Molina también me parecen superelegantes. Otra mujer que se caracteriza por su elegancia en todos los aspectos es Carmen Tello. Es discreta y físicamente imponente, porque además para la época era extremadamente alta y a mí me encanta la altura en las señoras. Es una mujer a la que le tengo especial cariño, es guapísima y además muy divertida, con ese punto sevillano que le caracteriza.

¿Y a nivel internacional qué mujeres te parecen un ejemplo de elegancia?

A nivel internacional se me vienen más a la cabeza hombres. Me parecía muy elegante Yves Saint Laurent. Y el duque de Edimburgo, por la discreción que te he dicho antes y por su saber estar. Y también por su aspecto y su planta, por cómo le sentaba la ropa. En realidad, el estilo inglés me gusta mucho aunque él no fuera realmente inglés. Por ejemplo me parecen elegantísimos Liam Neeson y Jeremy Irons. Respecto a mujeres, me encantan las icónicas del cine clásico, como Audrey Hepburn, un estilo que nunca pasa de moda.

¿Más allá del mundo de la moda a qué personas admiras?

Me gustan las mujeres naturales, fuertes y valientes. Me gusta mucho por ejemplo María Jiménez. Me encanta su naturalidad y su fortaleza. Me parece una persona con muchísimo carácter, muy sensual cuando cantaba. Me parecía supersexy cuando la veía por televisión y con el pelo ideal. Y Cher también me encanta. Es un icono. Se reinventa una y otra vez. Otra mujer que admiro muchísimo es Laura Pausini, me parece que tiene una personalidad arrolladora. Cuando la veo en los programas de la televisión me fascina. ¡Menuda mujer! Si yo fuese hombre me enamoraría de ella al cien por cien. Tiene mucho carisma. También me hace mucha gracia Rihanna porque pasa de todo, es políticamente incorrecta. Me fascina también Mónica Naranjo porque la veo también muy auténtica. Son mujeres muy fuertes y naturales. Yo creo que esa fortaleza es la que les hace ser ellas mismas. Y al final yo creo que lo que tienen en común todas ellas, o al menos lo que yo percibo, es que son muy naturales y eso es lo que más valoro de una persona, la naturalidad. Bueno, yo soy así y y a quien le guste bien y al que no, pues nada.

¿Cuáles son tus tres trucos de belleza?

Lo primero que hago cuando me levanto es hacerme mi ritual de belleza, que no es corto, aunque luego no me pongo ni una gota de maquillaje. Digamos que mi clave tanto de día como de noche es llevar la cara perfectamente desmaquillada y perfectamente tratada con todos los pasos de belleza. Luego también diría que soy un osito dormilón. Creo que dormir beneficia muchísimo la salud y la piel. Y, luego, alimentarse bien. O sea, evitar los azúcares refinados. Aunque, por supuesto, el Nutella cae de vez en cuando (risas).

¿Te cuidas mucho?

Sí, intento llevar una alimentación que sea muy sana.

¿Eres delgada por naturaleza o te cuesta mantener la línea?

En mi casa, mi padre es extremadamente delgado y una de mis hermanas también lo es. Luego tengo otra hermana que es delgada normal. Yo estoy en medio de la extremadamente delgada y de la normal. Pero en mi casa no somos de hacer dieta. Mi casa es de cuchareo y de potaje, de lentejas, de chícharos, de garbanzos. Y eso para mí es comida sana porque al final es comida rica en nutrientes.

¿Qué tres prendas básicas que no pueden faltar en armario?

Camisa o camiseta blanca, blazer negra y unos vaqueros.

© Juanlu Real

Más allá de tu profesión de modelo, también empezaste a estudiar Biología...

Sí, es mi verdadera pasión.

Pero no terminaste la carrera, ¿qué ocurrió?

Por aquel entonces, yo tenía 18 años. Lo que más me gustaba del mundo era la Zoología y yo quería vivir en contacto con la naturaleza. Pero justo me pilló en una época de muchísimo trabajo en la moda y vi que no podía dedicarle a la carrera tanto como necesitaba, porque además de las clases teóricas estaban las clases prácticas, que eran el laboratorio y tal. Yo viajaba mucho y veía que me perdía. En aquella época yo tenía agencia en París y entonces era muy complicado compaginarlo. Y decidí dejarlo y dije: - Si no puedo trabajar con los animales de esta manera, pues puedo trabajar como periodista en el National Geographic-. Y entonces elegí Periodismo que me resultaba más compatible para estudiar y llevar simultáneamente.

¿Qué edad tenías cuando empezaste en la moda?

Catorce años. Empecé en Sevilla en la agencia de Raquel Revuelta, Doble R. Y luego estuve con otra agencia que desapareció, que se llamaba Group y estaba en Madrid y Barcelona, ahí tendría 15 o 16 años. Y ya luego, antes de cumplir los 17, estaba en ING por todo el mundo. Pero en realidad solamente estuve moviéndome en París, Londres y Milán.

¿Y cómo fueron esos años a nivel emocional?

Muy duros.

¿Mucho estrés?

A lo bestia.

¿Lo repetirías?

Lo repetiría pero con la experiencia actual. Ahora me doy cuenta de que entonces no estaba preparada. Entonces, lo repetiría en el sentido de que yo creo que me ha curtido y que me ha hecho ser quien soy a día de hoy. En ese sentido, no me arrepiento de nada porque todo me ha llevado hasta este preciso momento. Pero ha sido muy duro.

Cuando una niña de 14 años le dice a su familia que quiere ser modelo, ¿qué te dicen?

Bueno, que fenomenal, pero que lo primero son los estudios. O sea que, mientras no me afectase a a mi carrera académica, perfecto, pero que en el momento en el que me afectara de alguna forma u otra que se cerraba el grifo. Ellos no lo entendían y en ese sentido pues quizás no me sentí tan apoyada como hubiera necesitado. Al final, eres una niña y encima de una ciudad como Sevilla, que es una ciudad pequeñita. Allí yo estaba muy arropada por mi familia y de pronto te llevan a Barcelona, te dan una guía de de la ciudad porque en esa época no existían los móviles con internet. Y yo en plan: -Mamá, es que me paso el día entero de un sitio para otro sola y tal, yo de verdad estoy que no puedo, y llorando-. Era muy duro, no sabía a lo que me enfrentaba. Y ella me decía: -Déjalo y vente para casa. Venga, que lo que tienes que hacer es estudiar-. A eso me refiero cuando digo que quizás no sentí todo el apoyo que necesitaba. Pero ahora comprendo perfectamente su postura.

¿Qué recuerdas cómo lo más duro de aquella época?

Los pisos de modelo eran muy complicados, era una vida muy inestable y yo necesitaba cierta estabilidad. Y luego siempre he sido muy ‘agonías’ con los estudios y compatibilizar eso con la moda me generaba muchísima ansiedad.

© Gtresonline

Eres licenciada en periodismo y luego hiciste un máster para especializarte en marketing digital, ¿cómo ves el mundo de las redes sociales? ¿Qué les dirías a todas esas adolescentes que se dejan llevar por el mundo idílico que allí se vende?

Pues que efectivamente es un mundo idílico, porque estamos creando un espejismo de la realidad y ese mundo no existe. A ver, las redes sociales bien usadas me parecen fenomenal. Pero hay una cosa más importante: tu felicidad y tu estabilidad no pueden depender de las redes sociales, de los ‘likes’ que tengas, porque entonces pueden llevarte a un desasosiego interior muy peligroso llegando a afectar a la autoestima y a crear unos egos desmedidos. Porque al final todo es mentira. A ver, tenemos miedo al metaverso, yo la primera. Y creo que vivimos en cierto modo en un metaverso, la gente vive con una serie de máscaras que no son auténticas. Las redes sociales mal usadas fomentan la no autentificación de la persona. En ese sentido es muy peligroso porque creas un personaje y puedes creértelo. Entonces, si no distingues quién eres realmente, llega a ser muy peligroso.

¿Tú conoces casos de este tipo de los que estamos hablando?

Claro que sí. Y no te digo que sean el 100%. De hecho no sabría decirte qué porcentaje es pero, por desgracia, sí que conozco muchas personas que en las redes no son auténticamente ellas. De hecho hay gente que se ha transformado, que yo conocía de antes y de pronto digo: -Esta persona es totalmente diferente a la que yo conocía-.

En 2018, saltaste a la opinión pública porque asististe junto a tu entonces pareja a la boda de los duques de Huéscar. Llevabas un estilismo por el que recibiste muchas críticas en redes sociales y te viniste abajo, ¿cómo recuerdas aquel episodio?

Pues sí, pero no es así tal y como se contó, no es del todo exacto. Las críticas venían de mucho antes. Al final, cuando eres modelo estás sometida al escrutinio de los demás, incluso de tus propios clientes y de tus agencias. Y entonces, dentro de lo que cabe, yo ya tenía callo en cierto modo. Y ese día no vine abajo exactamente por eso, sino porque las críticas fueron mucho más allá y me pillaron muy cansada. No fue para tanto, pero luego en los medios se magnificó y en realidad fue porque más allá de las críticas al físico y al estilismo, me dijeron cosas muy desagradables como “Muérete” o “pareces que estás muerta”. Este tipo de cosas y muchas más. Me pilló en un momento más sensible de lo normal y por eso me dolió tanto. A día de hoy, me pueden decir muchas cosas que no me afectan. Hombre, me duelen porque veo que a mis padres, sobre todo a mi madre que sufre, pero a mí ya no me afectan.

¿Entonces ya has aprendido a digerir mejor las críticas?

No le doy especial importancia porque yo soy una persona crítica y objetiva y soy consciente de que tengo los dientes imperfectos y es mi decisión, y de que tengo la nariz grande y es mi decisión por no habérmela retocado. Y lo mismo sucede con las cejas, que me las podía haber depilado. Pero también es mi decisión. Yo soy la primera que tengo ojos y que me veo en el espejo y cuando se meten con mi aspecto físico, puedo asumirlo. Yo siempre me he considerado que tengo una belleza imperfecta. Y como te digo puedo asumir cualquier crítica. Si me duele es por mi familia, pero por mí ya no.

¿Y de niña te llegó a afectar esa belleza imperfecta de la que hablas? ¿Lo pasaste mal de alguna forma?

A mí de pequeña lo que pasaba es que tenía cierta inseguridad, como considero que es normal en esas edades, sobre todo porque tengo en la cara (al lado del ojo derecho) unas cicatrices porque me había mordido un perro. Entonces, lo que me pasaba es que no quería enseñar nunca ese lado de la cara y al final, de hecho tengo los dos lados como superdiferentes. Uno más dulce y el otro más agresivo.

¿Y esto te generaba inseguridad?

Sí, de pequeña claro que sí. Sobre todo por las cicatrices del perro. Pero luego en la moda, este lado tiene más fuerza y agresividad, y es algo que me ha beneficiado.

¿Entonces al final has potenciado ese lado?

Sí, al final lo que de niña era una hándicap me acabó dando mayor seguridad en la moda, y más en esos años de adolescencia en los que todavía te estás formando. Si todas esas personas que para mí eran un referente, me decían cosas buenas, pues por qué me iba a afectar lo que dijeran los demás. Y ahora mucho menos a estas alturas de mi vida.

© alejandradominguezgila

¿Cómo está Alejandra Domínguez ahora mismo a nivel sentimental? ¿Cómo está tu corazón?

Estoy muy bien. Estoy tranquila y yo valoro mucho la paz y la tranquilidad.

¿Estás abierta al amor?

No me lo planteo. De hecho, creo que quien sale de una relación y se mete en otra realmente no ha sanado. Y que en realidad lo que no quiere es enfrentarse al dolor ni a la pena. Y que tiene una carencia que va tapando de persona en persona o con otros aspectos que intentan distraerla. No es mi caso.

¿Cómo tiene que ser ese hombre o esa persona que te enamore?

Tiene que ser un hombre extremadamente sensible, que empatice, que tenga los mismos valores que yo, que entienda una relación como yo la entiendo, y que ambos nos cuidemos mutuamente.

¿Te gustaría pasar por el altar?

No lo sé, no te puedo dar una respuesta clara.

Pero, ¿nunca has imaginado cómo sería tu vestido de novia?

Sí, eso sí.

¿Cómo sería tu vestido de novia ideal?

No, no te lo puedo decir, que eso da mala suerte si lo cuento. Es como enseñarlo.

¿No me puedes dar alguna pista?

No sería clásico. Sería discreto, pero nada clásico.

¿Nunca has desfilado con alguno que hayas dicho "este es mi vestido"?

No, creo que no, me he puesto algunos que me han encantado. De hecho, había uno que me encantaba porque era como el de Grace Kelly, pero no, no me veía con ellos.

He leído en alguna entrevista que siempre intentas escaquearte de los flashes, ¿no te gusta la fama, verdad?

No, no me gusta. Como te decía antes, yo valoro la tranquilidad en todos los aspectos, la paz interior, el poder irme a la cama todos los días con la conciencia tranquila, y sobre todo satisfecha de haber cumplido con mi trabajo, de haber sido un día provechoso. Y valoro mucho mi intimidad.

Dime tres rasgos de tu personalidad que te definan en las distancias cortas.

Me considero leal, transparente y natural, bastante natural. También soy superfiel, honesta y visceral. Visceral soy mucho conduciendo, ahí me sale mi lado salvaje total.

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¿Cómo fue tu infancia? ¿Soñabas alguna vez con ser modelo?

Vengo de una familia muy normal en cuanto a estructura: padre, madre y dos hermanas. Bueno, con la diferencia de edad de mis hermanas (me llevo quince años con la mediana). Tuve una infancia yo diría que muy feliz. Eso sí, era muy traviesa. Mi madre dice que era un peligro, que veía una cuesta y me tiraba sin pensármelo. Me acuerdo que los Reyes Magos me trajeron una vez unos patines, de hecho los sigo usando, y ese mismo día perdí los frenos, varias ruedas (risas). Me tiraba de los árboles, me subía. Era una niña salvaje totalmente. Veía una tirolina y me tiraba. Mi madre me perdía, por ejemplo, en un parque de atracciones y pensaba: -¿Dónde puede estar? ¿cuál es la peor atracción?-. Pues allí allí estaba yo. De niña era como Chicho Terremoto. Y rubia, muy rubia, con el pelo rizado.

¿Qué le pides a la vida con 33 años?

Pues le pido mucha salud para mi familia, especialmente para mis padres. Ellos son los pilares fundamentales de mi vida. Son las personas que más quiero y mis sobrinitos que ya no son tan niños.

¿Cuántos sobrinos tienes?

Tengo cuatro carnales y uno adoptado ucraniano que es Chicho Terremoto también. Me encanta disfrutar de ellos. Le doy gracias a Dios por la familia que tengo, por mis amigas, por la gente que tengo a mi alrededor que creo que es gente estupenda. Lo más imporatante es tener salud para poder seguir disfrutando de todas las personas que quiero.

¿Te gustaría ser madre?

Tengo un dilema con eso, pero sí, creo que sí. Nunca he tenido un instinto maternal desarrollado y no me llaman especialmente la atención los niños si no son los de mi familia. Pero sí me gustaría aunque si no, tampoco pasaría nada. No sería una frustración para mí.

¿Algún sueño que te quede por cumplir?

Muchísimos. Me gustaría por ejemplor recorrer el mundo, un viaje por la zona del Pacífico, empezando por Australia y llegando hasta la Costa Oeste de EEUU para conocer todos los estados más desconocidos: Washington, Oregón, Wyoming. Y la zona de Alberta de Canadá. O sea, todo al final es naturaleza. O sea, me encantaría vivir rodeada de naturaleza. De hecho, uno de mis sueños es vivir en el campo. Por ejemplo, también me atrae muchísimo Islandia.

Está claro que viajar es una de tus pasiones.

Sí, y al mismo tiempo odio los aviones. Me pongo enferma, pero no dejo de viajar por el miedo. Tengo miedo a los aviones desde pequeña. Creo que es heredado porque mis padres, antes de montarme en un avión ya me decían: -Qué horror, qué espanto-. Y me condicionaron.

Sientes especial debilidad por Grecia, país al que viajas muy a menudo.

Sí, muchísimo. Estuve hace muchísimos años en Grecia y es un país que me llama la atención como cultura. Bueno, la mezcla de culturas y su paisaje, su historia me parece interesantísima. De hecho voy casi todos los años. Me parece que tiene algo especial. Es como si cuando soplan los Meltemi, que son los vientos de allí que hay unas olas que flipas, es como si estuviese de verdad el dios Eolo soplando. Y me encanta la mitología griega.

Antes me dijiste que otra de las cosas que te quedan por cumplir es terminar Biología.

Sí, quiero terminar Biología. Bueno, en realidad me gustaría empezar una carrera nueva y terminar dos. Me gustaría terminar Biología. Y luego también fui pianista en el Conservatorio de música y tengo la carrera, pero no la terminé. Entonces me gustaría conseguir el el título de grado medio. Y luego me encantaría estudiar Historia, aunque sea Letras y lo otro Ciencia. Pero es que literalmente en mi tiempo libre me gusta leer de temas variopintos y me encanta la Historia.

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Otra de tus pasiones es la Semana Santa sevillana, ¿eres mucho de tradiciones?

Me encantan las tradiciones españolas y además me gusta reivindicarlas. Ahora que estamos en un mundo globalizado y la identidad se va perdiendo, pues yo al revés. Podemos ser todos supermodernos, pero no perdamos las raíces porque además me parece que enriquecen muchísimo y que dan tanto... Me encanta también el Rocío y todas las romerías.

Y ya por último, ¿cuál sería el planazo de verano de Alejandra Domínguez?

Pues por ejemplo, a mí me encanta irme a las playas del sur, a las de Cádiz especialmente. Me parece un planazo irme allí con mi familia, con mis hermanas y mis sobrinos y luego hacer tertulias en la playa con todos ellos y mis amigos. En un momento dado, yo desaparezco, me voy a dar un paseo de una hora larga o incluso más, que es lo que más me gusta y es adictivo. Y voy mirando al suelo buscando las típicas orejitas de Cádiz, que les llaman habitas. Y luego, cuando vuelvo, están todos en el chiringuito tomándose una cerveza y charlando. Y esas tertulias me dan la vida, me lo paso genial, cada uno de su padre y de su padre. Al final se mezcla gente de todo tipo de edades, desde mis padres que son señores muy mayores a amigos míos de mediana edad. Se acaba conversando un poco de todo. Y nos reímos mucho, muchísimo. Eso es la felicidad para mí.