La mujer más imponente de Madrid. Así se referían a Marta Chávarri en los años ochenta y noventa, cuando ‘reinaba’ en las portadas y en los círculos de la Alta Sociedad. Y en verdad, era una mujer fascinante: bella, culta, elegante, con mucho estilo y magnetismo y, según los que la conocieron bien, excelente conversadora y con un gran sentido del humor.
El pasado viernes 21 de julio, toda España amaneció conmocionada con la noticia de su muerte, a los 63 años —los habría cumplido el 1 de agosto— y un mes después de convertirse en abuela. Una noticia impactante, por inesperada y por el nuevo y duro golpe que supone para la familia Falcó: su único hijo, Álvaro, perdió hace dos años a su padre, Fernando Falcó, marqués de Cubas, pocos meses después de despedir a su tío Carlos, marqués de Griñón, y al marido de su prima Xandra, Jaime Carvajal Hoyos, muerto repentinamente tras sufrir un infarto. Cuentan que el nacimiento de su primera nieta, Philippa, la hija de Álvaro e Isabelle Junot, los nuevos marqueses de Cubas, fue la mayor alegría que Marta recibió en mucho tiempo. Porque, a pesar de que parecía tenerlo todo, su vida estuvo llena de muchas luces, pero también de infinitas sombras. Como si del guion de una película de amor y lujo se tratara, Marta Chávarri fue la protagonista de unos años convulsos, no exentos de polémicas y escándalos.
‘Collages’ y meriendas
Ahora, sin embargo, vivía tranquila, pintando, haciendo collages, quedando a comer o a merendar con sus amigas y siempre arropada por sus hermanas Isabel y María. Por voluntad propia, hacía muchos años que se había alejado del foco mediático y de la vida social. La última vez que la vimos ante las cámaras fue, precisamente, para pronunciarse acerca del nacimiento de Philippa, donde se mostraba como una abuela orgullosa y feliz por la llegada de su nieta al mundo. Una gran noticia que llegaba un año después de la boda de su hijo, en la que fue su madrina y en la que supuso su gran reaparición.
Su boda con Fernando Falcó, marqués de Cubas, el 2 de junio de 1982 en Plasencia, fue el acontecimiento social del año y a la misma acudieron 500 invitados
Marta había querido desaparecer, metafóricamente hablando. Después de llevar años en lo más alto, de haber saboreado las mieles del éxito social —llegó a ser coronada ‘Lady España’, una especie de reconocimiento social que también ostentaron otras damas ilustres, como la duquesa de Alba y la baronesa Thyssen, o de notable fama, como Laura Valenzuela y Rocío Jurado—, de ser la mujer más admirada e imitada por su estilo, vio su imagen arrastrada por el fango, tras ser el centro de una jugarreta con tintes de conspiración político-financiera que, al parecer, la dejó tocada para el resto de sus días.
Famosa desde la cuna
Marta Chávarri Figueroa era famosa desde la cuna. Su llegada al mundo, el 1 de agosto de 1960, apareció en los ecos de sociedad. Bisnieta de Álvaro Figueroa y Torres, I conde de Romanones, marqués de Villamejor y grande de España, fue la primera de los cinco hijos del embajador Tomás Chávarri y de Matilde Figueroa, hija del marqués de Santo Floro y hermana de Natalia, la mujer de Raphael.
“Personalmente, pienso que el casarme con un hombre bastante mayor que yo me ha ayudado mucho”, confesaba Marta en ¡HOLA! sobre la diferencia de edad (20 años) que existía entre ella y el marqués de Cubas
Marta y sus hermanos, Álvaro, Isabel, María y Gonzalo, pasaron su infancia y juventud de embajada en embajada, viviendo en países tan dispares como Suiza y Estados Unidos. Con tan solo 19 años, la que años más tarde se convertiría en marquesa de Cubas recibió el golpe más duro de su vida, con la muerte de su madre, el 20 de agosto de 1979, en el hospital Puerta de Hierro de Madrid, a consecuencia de un aneurisma cerebral. Matilde Figueroa tenía solo 37 años. Los cinco hermanos se apoyaron en su tía Natalia, quien se convirtió en una segunda madre para ellos y les ayudó a superar, de la mejor manera posible, una pérdida de tal magnitud. Marta y su tía desarrollaron una gran complicidad, hasta el punto de que Natalia fue testigo de la novia el día que se casó con Fernando Falcó, y sus hijos mayores, Jacobo y Alejandra, fueron los encargados de llevar las arras.
Siete años después de la muerte de Matilde, Tomás Chávarri se volvió a casar con Carolina Thieu, de origen vietnamita, con la que tuvo otros dos hijos, Fernando y Carlos Chávarri, quienes, a pesar de su diferencia de edad, guardan mucha relación con el resto de sus hermanos. Años más tarde, en 1991, la tragedia golpearía de nuevo a la familia, con la muerte de Álvaro, uno de los hermanos varones de Marta, que falleció con 28 años en un terrible accidente de moto.
Flechazo instantáneo
Marta y Fernando Falcó y Fernández de Córdova se conocieron cuando la aristócrata se instaló en Madrid, después de vivir fuera. Marta contó en nuestras páginas que, tras llegar de México, necesitaba convalidar su permiso de conducir y acudió al marqués de Cubas, que era presidente del RACE, para pedirle consejo. El flechazo fue instantáneo. Fernando, perteneciente a una de las familias más importantes de la nobleza española, era el soltero de oro del momento. Se le habían atribuido romances con Ava Gardner, Gina Lollobrigida o Soraya, la exemperatriz de Irán. Él tenía 42 años, ella 21. Su boda tuvo lugar el 2 de junio de 1982 en Plasencia y contó con 500 invitados. Fue uno de los acontecimientos sociales de ese verano: una misa multitudinaria en la catedral y un elegante banquete en el palacio de Mirabel, que reunió a todos los Grandes de España. Entre los asistentes se encontraban Isabel Preysler y su entonces marido, Carlos Falcó; Raphael y Natalia Figueroa, tíos de la novia; la duquesa de Alba; el duque de Alburquerque…
La celebración terminó con una fiesta flamenca a cargo de Los del Río . La jovencísima novia, vestida por Dafnis, fue portada de ¡HOLA! Justo un año después nacía Álvaro, el primer y único hijo de Fernando y Marta. “Te casas cuando te toca, cuando te tienes que casar. El amor —el Matrimonio— es algo que no se debe programar. Llega cuando llega. Personalmente debo decir que el casarme con un hombre bastante mayor que yo me ha ayudado mucho”, confesaba la marquesa en estas páginas sobre la diferencia de edad con su marido. Y añadía: “Tengo mucho genio, me cuesta ceder... y Fernando ha sabido llevarme. Pienso, a veces, que si me hubiera casado con uno de mi edad acaso ya hubiera saltado por los aires. Convivir no es fácil... y creo que he tenido suerte con mi marido”.
En el maletero del coche
En 1988, la marquesa de Cubas fue nombrada ‘Lady España’ en una fiesta celebrada en Ibiza, en la que recibió la banda de su antecesora, Cayetana de Alba. Eran los años de la era dorada de la jet set, la de las fiestas interminables regadas con champán de aquella Marbella que todos denominaban la Milla de Oro. Y Marta era la estrella. Fue la primera it girl de España, en un momento en el que esa palabra ni siquiera existía en nuestro vocabulario.
Su estilo icónico, de melena rubia, minifaldas y vaqueros ajustados, marcó a la Alta Sociedad española: combinaba como nadie unos jeans con sus abrigos de visón, pareos muy cortitos con bañadores monocolor y deportivas blancas, chaquetas sastre masculinas con chalecos, botas de montar, hombreras superlativas y gafas de sol de montura ovalada. Los relaciones públicas se rifaban su presencia y no había fiesta o cóctel al que no se la invitara. Se convirtió en la más buscada por los fotógrafos, tanto en las calles de Madrid como durante sus vacaciones, en Marbella o en Mallorca. “Salía de mi casa en el maletero del coche para evitar que me siguieran”, así recordaba Marta su época dorada —finales de los ochenta y principios de los noventa— en declaraciones a Vanity Fair en 2011.
Marta Chávarri y Alberto Cortina se convirtieron en protagonistas de un escándalo financiero amoroso, que derivó en las rupturas de sus respectivos matrimonios
Era la reina de corazones, a su pesar. Un trono que le costó —o le hicieron pagar— caro. En mayo de 1990, Marta Chávarri volvió a ser portada de ¡HOLA!, después de su divorcio del marqués de Cubas, cuando comenzó su relación con Alberto Cortina. Entonces compartió primera plana con la empresaria Esther Koplowitz, que se estaba separando de Alberto Alcocer. Caprichos del destino, años después, la exitosa empresaria se casaría con Fernando Falcó y también sería marquesa consorte de Cubas.
Marta y Cortina se casaron en 1991, al filo de la medianoche, en una ceremonia civil en el salón del Ayuntamiento de la localidad manchega cercana a la finca del banquero, en Ciudad Real
Las leyendas cuentan que Alberto Cortina, consejero delegado de Construcciones y Contratas y marido de la multimillonaria Alicia Koplowitz, se quedó prendado de ella cuando la vio desembarcar un día en Puerto Portals. Pero en realidad, de acuerdo con la hemeroteca de ¡HOLA!, se conocieron cuando les presentó Enrique Sarasola en una de las exhibiciones de sus caballos. Junto a su primo Alberto Alcocer, Cortina copaba las páginas de la prensa de color salmón. Los banqueros eran conocidos popularmente como los ‘Albertos’ y la imagen de ambos, con sus respectivas gabardinas, pasó a ilustrar también las páginas del papel cuché, además de la prensa internacional.
Cortina y Chávarri se convirtieron en protagonistas de un escándalo amoroso y finaciero, que derivó en sus respectivas rupturas matrimoniales. De acuerdo con el convenio de divorcio, cuyas claves fueron recogidas en ¡HOLA!, Marta estableció primero su residencia en París, pero después regresó a vivir a un céntrico apartamento en Madrid. La aristócrata renunció a la custodia de su hijo Álvaro, que permaneció viviendo con su padre en el domicilio familiar.
Su segunda boda
El 15 de diciembre de 1991, Marta y Alberto Cortina se casaron en la localidad manchega de Navas de Estena. La boda civil se celebró a las once y media de la noche y con la misma ropa que llevaban después de un viaje de cinco días, por distintas capitales de Europa. Según contaba la crónica de ¡HOLA!, la intención de los novios era contraer matrimonio en la finca ‘Las Cuevas’ de Ciudad Real, pero la juez preparada para el caso informó de que si se celebraba la boda en ese escenario, no iba a ser válida. Por este motivo, el enlace se llevó a cabo al filo de la medianoche y en el salón del Ayuntamiento del municipio manchego, con la única presencia como padrinos de Isabel Chávarri y su marido, Miguel Rosillo.
Antes de alejarse de la vida social, la aristócrata fue protagonista de la portada de ¡HOLA! en numerosos momentos de su vida, por sus romances o su apoyo a diversas causas
Al día siguiente, los recién casados ofrecieron un almuerzo íntimo en ‘Las Cuevas’ para celebrar su unión. Durante el mismo, la gran protagonista fue Marta, que estrenó para la ocasión un traje de chaqueta y falda negro de Valentino, sobre una blusa de animal print. Los invitados fueron los otros dos hermanos de Marta, Gonzalo y María; el hermano del novio, Alfonso Cortina, y sus primos José Luis y Alberto Alcocer.
Tras su segunda boda, Marta redobló sus esfuerzos por llevar una vida discreta. En 1992 acudió a un acto benéfico para la lucha contra el sida y habló sobre su alergia a los focos. “Soy muy feliz con la vida que hago, que es la que quiero hacer”, aclaró a ¡HOLA!
Su estilo icónico marcó a la sociedad española, todas querían imitar sus trajes de baño monocolor y sus minifaldas
Pero su matrimonio empezó a flaquear —y de nuevo a hacer correr ríos de tinta y a ocupar portadas—. Marta Chávarri buscó de nuevo refugio en brazos de su tía Natalia, que entonces vivía en Miami con Raphael. “Necesito tranquilidad, porque tengo muchas cosas que pensar”, declaraba la aristócrata en nuestra revista. El divorcio llegó en 1995 y, con él, el ansiado deseo de la que había sido marquesa de Cubas de hacerse invisible.
Tanto tras la muerte de su madre como en los momento más difíciles, Marta siempre encontró refugio en su tía Natalia Figueroa, que era como una segunda madre
Consiguió vivir alejada de la prensa y de los focos. Se le atribuyeron varias relaciones sentimentales, entre ellas con Philippe Junot, el primer marido de Carolina de Mónaco y padre de Isabelle, la mujer de su hijo Álvaro, en cuya boda, celebrada el año pasado en Plasencia, volvieron a encontrarse . El banquero Javier Salaverri y el escultor británico Richard Hudson fueron otros de los nombres que, dicen, devolvieron la sonrisa a Marta que, en los últimos años, también contó con el apoyo del abogado Antonio Gutiérrez.En 2013 sufrió un aparatoso accidente doméstico que le causó graves lesiones en el rostro. A consecuencia del mismo, tuvo que ser operada de uno ojo, en el Instituto Oftalmológico Fernández Vega de Oviedo, y de la mandíbula.
Sin embargo, su recuperación fue espectacular, como se pudo comprobar en las escasas apariciones que hacía por los alrededores de su domicilio del barrio de Salamanca, o en la boda de su hijo Álvaro, donde volvió a ser la mujer bella y deslumbrante que unas décadas atrás había asombrado a todos. Descanse en paz.