Triste noticia para la familia Falcó. La madrugada del pasado 21 de julio Marta Chávarri fallecía a los 63 años. Meses después de convertirse en abuela por primera vez tras el nacimiento de Philippa, -la primogénita de los marqueses de Cubas- la aristócrata, que marcó la década de los ochenta fue encontrada sin vida en su domicilio del Barrio de Salamanca, Madrid.
La última vez que la vimos ante las cámaras fue precisamente para pronunciarse acerca del nacimiento de la hija de Álvaro Falcó e Isabelle Junot, donde se mostraba como una abuela orgullosa y feliz por la llegada de su nieta al mundo. Una noticia que llegaba un año después de la boda de los marqueses de Cubas, en la que ejerció de madrina.
Precisamente ¡HOLA! ha sido testigo de innumerables momentos en los que Chávarri ha sido portada de la actualidad, como su boda con Fernando Falcó, que tuvo lugar el 2 de junio de 1982 en la catedral de Plasencia y que contó con más de 500 invitados. Hoy, cuatro décadas después de su enlace matrimonial, y tras la triste noticia de su repentino fallecimiento, recordamos uno de los días más importantes en la vida de la exmarquesa de Cubas.
En Plasencia con quinientos invitados
La boda de Fernando Falcó y Fernández de Córdova con Marta Chávarri tuvo lugar el 2 de junio de 1982 en la catedral de Plasencia. El Marqués de Cubas y la hija Tomás Chávarri, embajador de España ante la OCDE y nieta de los marqueses de Santo Floro, reunieron a más de quinientos invitados, entre los que se encontraban la duquesa de Alba y su marido, Jesús Aguirre, la entonces Marquesa de Griñón, Isabel Preysler, cuñada del novio, con su hija mayor, Chábeli, y Manuel y Xandra, los hijos del Marqués de Griñón con su primera esposa, Jeannine Girod; el duque de Alburquerque; Fermín Bohórquez; Juan Abelló, Natalia Figueroa, tía de la novia, y un largo etc.
La novia, de apenas veintidós años (los cumpliría en agosto) llevaba un vestido con volantes y amplias mangas de organza blanca y entró a la catedral del brazo de su padre y padrino, precedida por Jacobo de Alejandra, los hijos de Natalia Figueroa y Raphael, que llevaban las arras; el novio, de cuarenta y tres, lo hacía del de su madre, Hilda Fernández de Córdova y Mariátegui, duquesa viuda de Montellano, marquesa de Mirabel y condesa de Santa Isabel. Durante la ceremonia, oficiada por el padre José María Martín Patino, cantó el grupo vocal Juan Vázquez de Plasencia, que interpretó el Ave María de Mozart, el Iesu Dulcis Memoria de Tor Luis de Victoria y el Coro Nabuco de Verdi.
Por parte del novio firmaron como testigos su hermano, el marqués de Griñón; el duque de Arión, el marqués de la Puente, don Alfonso de Bustamante, el conde de Teba, el duque de Alba, el duque de Fernán-Núñez, el general Cereceda, don Santiago Muguido, don Fermín Bohórquez, don Juan Abelló, don Leopoldo Rodas, don José Manuel Bernal, el marqués de Abelló, el conde de Sepúlveda, don José Sainz de Vicuña y el duque de Alcudia. Por parte de la novia lo hicieron el marqués de Santo Floro, el duque de Alburquerque, el duque de las Torres, Natalia Figueroa, don Agustín de Figueroa, don Felipe de la Morena (embajador de España en China). don Raimundo Bassols, don Carlos Cendra, don Enrique Dupuy de Lome, el conde de Limpias, don Jesús del Pino, don Antonio Chávarri, doña Teresa Audía, doña Carmen Aráez, la condesa de Yebes, el conde de Romanones y sus hermanos Álvaro y Gonzalo Chávarri.
Los recién casados se trasladaron desde la catedral hasta el vecino palacio de los marqueses de Mirabel -uno de los más bellos monumentos de Plasencia, propiedad de la familia del novio- en un Hispano Suiza del año 1907, una pieza de museo propiedad del Real Automóvil Club de España (RACE), que presidía el Marqués de Cubas. El almuerzo consistió en un menú compuesto por gazpacho andaluz, consomé, huevos glée con jamón de York, silla de ternera Alfonso VIII, pechugas de ave neva, tarta nupcial, sorbete de fresa y de limón, y mignardises, todo ello regado con vinos y champán de René Barbier, de cuyas bodegas también presidía Fernando Falcó. Al banquete siguió una fiesta flamenca en la que actuaron Los del Río y Enrique Montoya.
En Dinamarca con treinta invitados
Cinco años después, también un día 2, en esta ocasión del mes de octubre de 1987, contraían matrimonio en Dinamarca, tierra de la novia, Philippe Junot y Nina Wendelboe-Larsen, los padres de Isabelle Junot. La ceremonia tuvo lugar por el rito protestante en un pequeña iglesia cercana a Copenhague ante solo treinta invitados, entre ellos Cari Lapique y Carlos Goyanes.
El novio, que anteriormente había estado casado con Carolina de Mónaco, y su padrino, el Príncipe Henrik de Hanau, se vistieron en un hotel hacia las tres de la tarde. La crónica del momento relata que Philippe “a duras penas disimulaba su nerviosismo a pesar de que la noche anterior, en una cena familiar , aseguraba que no iba a perder los nervios, ni un solo instante”.
Él, seguido de sus padres, su hermana y amigos llegaba a la iglesia justo cinco minutos antes de las cuatro de la tarde, la hora prevista del enlace. “No fue demasiado fácil encontrar la iglesia, incluso los conductores de las limusinas oriundos del país tuvieron sus pequeñas dificultades para encontrarla poniendo los nervios de Philippe al límite, que miraba constantemente el reloj” se cuenta en nuestras páginas.
Nina, de veinticuatro años, llevaba un vestido de Guy Laroche, con detalles diseñados por ella misma y entró en la iglesia del brazo de su padre y padrino, Erik Wendelboe. Sus sobrinos Eva y Andrea, llevaban las arras. Rodeada de jardines, el interior de la parroquia no tenía más ornamentación que unas velas y unos jarrones situados en el altar mayor. La emotiva ceremonia, en la que el novio no pudo reprimir las lágrimas, fue oficiada en danés e inglés, y una vez que la pareja se había dado el ‘sí quiero’ sonó el Ave María de Schubert. “Los recién casados, como es tradición en Dinamarca, saludaron con un abrazo a cada uno de los asistentes. Philippe, muy emocionado, abrazó a su madre y a la madre de Nina, mientras sujetaba con firmeza la mano de Nina, ya señora Junot”.
“ Hoy para Nina y para mi ha comenzado una nueva vida, somos los dos uno, nuestra propia familia, que tendremos que empezar a construir”
Un coche con las banderas de Dinamarca y Francia llevó a los novios a recorrer el camino andado hacia Copenhague, al exclusivo restaurante donde tuvo lugar la celebración. Como marca la tradición Nina llevaba algo azul “pero es un secreto”; algo viejo “son los pendientes y la tiara de brillantes que pertenecen a mi familia y que han llevado desde hace muchos años todas las novias de mi casa”; algo prestado “esta pulsera de perlas que es de la madre de Philippe” y... “bueno y mi nuevo traje de novia”, nos contaba emocionada.
Las amigas de Nina la rodearon al sonido de palmas, y poco a poco, como en un rito, fueron haciendo trozos su velo de novia “es otra de las tradiciones de mi país. Hay que hacer un nudo para tener la suerte bien atada” nos contaba. “Poco después de partir la tarta pasaremos al lugar donde se han expuesto los regalos de boda, es tradición abrirlos delante de ellos y dar las gracias a cada uno por su presente”.
Los recién casados hicieron su entrada en el salón mientras la orquesta tocaba el tema central de la banda sonora de la película Doctor Zhivago. Su mesa estaba adornada con unos candelabros de plata y una bandeja de la familia de Nina y que ya fueron utilizados en su bautizo, también. El menú de la cena consistió en bisqué de langosta, salmón marinée con soufflé de trufas, filete de buey con salsa de mostaza y vino, pasteles moka y vinos franceses y daneses.
La feliz pareja, que unos meses antes había recibido a ¡HOLA! en Nueva York, y había desvelado su intención de residir en España, hablaba con nosotros en su gran día. “Empiezo una vida nueva con una familia fuerte y unida” decía Philippe, de cuarenta y siete años, a quien precedía su fama de conquistador. “Philippe sabe conquistar –nos contaba Nina -, tiene ese don especial que hace que todo el mundo que le conozca le quiera de verdad y confíe en él. Ha sido muy importante para mis padres comprobar que estoy muy feliz con Philippe” nos contaba Nina en Nueva York.
Y el día de su boda, el empresario francés aseguraba: “Hoy para Nina y para mi ha comenzado una nueva vida, somos los dos uno, nuestra propia familia, que tendremos que empezar a construir” y expresaba su deseo de ser padre: “Me gustaría tener niños rápido, son parte de esa familia que queremos formar”.