El pasado ocho de julio el señorial palacio El Rincón se convertía en un idílico escenario para acoger la boda del año. Con la caída del sol, en el patio de las Caballerizas, habilitado como capilla para poder acoger a tantos asistentes, Tamara Falcó e Íñigo Onieva se daban el “sí, quiero” en una ceremonia llena de momentos emotivos, como fue el final del acto religioso, que guardaba un significado muy especial para la hija de Isabel Preysler.
Con Madre como banda sonora, canción del grupo católico Hakuna, la diseñadora de moda y el empresario hacían el ‘mítico’ paseíllo convertidos ya en marido y mujer, entre pétalos de rosa blancas. La marquesa de Griñón siempre ha tenido muy claro que, para su gran día, la decoración floral sería uno de los hilos conductores del enlace, que corrió a cargo de David Henríquez y Antonio Rodríguez, de Floreale, recreando un pequeño jardín. ¡Dale al play y no te pierdas esta lluvia de pétalos blancos!