El pasado sábado, ocho de julio, será un día que permanecerá para siempre en el recuerdo de Tamara Falcó e Íñigo Onieva . La marquesa de Griñón daba el ‘sí, quiero’ a su prometido, en la que ha sido considerada la boda más esperada del año.
Es habitual que, antes de pasar por el altar, los nervios estén a flor de piel... Pero no en el caso de Íñigo. El nuevo marqués de Griñón pasó sus últimos momentos como soltero rodeado de sus seres más queridos, familiares -como su madre, Carolina Molas, que se convirtió en la madrina perfecta del enlace- y amigos íntimos -como Yago Antón-, con los que incluso descorchó una botella de champán para brindar por esta ocasión tan especial.
El marido de Tamara se preparaba, además, en un lugar muy especial, la habitación que un día fue de Carlos Falcó , padre de la que estaba a punto de convertirse en su esposa, y en el palacio que este dejó como legado a su querida hija, a la que, como recordaba Xandra Falcó unos días antes de la boda, “adoraba”. ¡Dale al play!