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EXCLUSIVA

Hablamos con Íñigo Onieva el día de su boda

La entrevista más esperada del nuevo marqués de Griñón


17 de julio de 2023 - 8:09 CEST

Íñigo Onieva no tiene ninguna duda:  Tamara es la mujer de su vida . El empresario y la marquesa de Griñón ya son marido y mujer tras tres años de relación, y protagonizar la boda más esperada del año el pasado sábado ocho de julio en El Rincón, el palacio que el recordado Carlos Falcó dejó a su hija Tamara.

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Nos decía Tamara que este ‘sí, quiero’ es el triunfo del amor, y lo mismo opina el nuevo marqués de Griñón que habla, por primera vez, y en exclusiva para ¡HOLA! después de su enlace.

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Íñigo con su hermano, Jaime, que le ayuda con el cuello y la corbata

—¿Qué te ha venido a la cabeza cuando has visto entrar a Tamara?

—¡Guau! La verdad es que verla entrar tan guapa ha sido de caerte al suelo: con su vestido, con la música y el coro… Había una solemnidad y una belleza espectacular en ese momento.

—Habéis tenido muchos momentos especiales y de gran complicidad. ¿Cuáles también te guardas con especial cariño?

—Cuando Manolo me ha entregado en nombre de su padre a Tamara. Eso ha sido precioso. Luego, cuando los sobrinos de Tamara nos han entregado las arras y las alianzas… Muy tierno. También cuando nuestras familias y nuestros hermanos han hecho las peticiones y las lecturas. Ha habido muchas miradas de complicidad con los testigos y con nuestras familias. Todo ha sido precioso: las lecturas, el coro…

“Tamara es mágica, generosa… En cuanto encuentras a una persona tan pura como ella, ya sabes lo afortunado que eres. Siento mi alma llena”, dice Íñigo, que rompe su silencio en ¡HOLA!

—El anillo lo ha diseñado tu tío José González Onieva y ha sido un regalo de tu padre.

—Es un gesto de mi padre, pero yo siempre he querido llevar una alianza de mi tío José, que es escultor y joyero. Cada vez que hay un momento importante en nuestra familia, siempre acudimos a él para las alianzas y anillos de compromiso. Mi tío trata el oro de una forma muy especial. Al principio, Tamara no lo veía mucho, porque tiene un oro un poco machacado y es irregular. No es el anillo perfecto. Pero hicimos una visita al taller de mi tío y a Tamara le encantó su trabajo. Su alianza tiene grabada mi nombre y la mía, el suyo.

—Al terminar la ceremonia, cuando ya os habéis convertido en marido y mujer, ¿qué has sentido?

—La verdad es que he sentido mi alma llena. Como si me hinchara… Me he sentido pleno.

—¿Qué tiene Tamara para que la consideres la mujer de tu vida? ¿Qué has encontrado en ella?

—Es pura luz, pura bondad… Es mágica, es generosa y no tiene ningún tipo de maldad. Son cualidades difíciles de encontrar, así que, en cuanto encuentras a una persona tan pura como ella, ya sabes lo afortunado que eres.

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Íñigo, que se vistió en el dormi­torio de Carlos Falcó, se toma una copa de champán momentos antes de su encuentro con Tamara. Brinda por su felicidad en el día más importante, antes de encontrarse con Tamara en el altar

—Te has preparado en la habitación de su padre. ¿Qué ha supuesto para ti?

—Un honor. Todo lo que me puede vincular con el padre de Tamara, ya sea celebrar la boda en su casa o cambiarme en su habitación, es un absoluto honor. No lo conocí, pero he ido descubriendo su personalidad a través de sus hijos.

—¿Qué supone para ti convertirte en el nuevo marqués de Griñón?

—De momento, es algo que no lo tengo interiorizado. Ni creo que lo haga a corto plazo. Es un título que ha llevado su familia por muchas generaciones y no te conviertes en marqués de Griñón por simplemente el hecho de casarte con la marquesa de Griñón. En cualquier caso, no estamos hablando solo del legado del padre de Tamara, ya que, como le dijo a ella, el título no es algo que te pertenece, sino algo que tú custodias.

—¿Alguna vez te imaginaste cómo sería tu boda y si sería como esta?

—Íntima no podía ser. Tengo bastantes amigos en diferentes ciudades donde he ido viviendo, así que algo grande sí iba a ser. Nunca he querido que mi boda fuera demasiado masiva. Aquí no hemos incluido mucho compromiso y era el plan que yo quería en todo momento y que también compartía Tamara.

“Al perdonarme, ha sido también valiente y generosa. Ahora mismo, lo que importa es priorizar nuestra unión y dejar atrás todo aquello que pueda suponer una barrera”

—En un principio, fijasteis que tendríais a 400 invitados y es el número de personas que finalmente han estado en vuestra boda. ¿Ha costado ajustarlo?

—Aunque hubiésemos querido hacer una boda muy muy íntima, ya nos salían 200 personas de cada uno. Nosotros extendimos un poco el rango e incluimos amigos y algún compañero de trabajo… Personas que han estado con nosotros a lo largo de nuestra vida. Pero hemos tenido que dejar fuera a otra gran parte de amigos que nos hubiese gustado invitar. No ha podido ser por restricciones de capacidad.

—Has preparado varias sorpresas, como el espectáculo de drones. ¿Cómo surgió la idea?

—Vi un  show   de drones en diferentes eventos y supe que tenía que estar en mi boda. Cosas del destino, una empresa española que hace este tipo de eventos nos contactó. Ha sido un show muy muy especial.

—¿Te ha costado mantener esa y otras sorpresas en secreto?

—No, porque Tamara lo ha respetado. Ha estado expectante, así ha sido todo más emocionante.

—Os hemos visto disfrutar del baile. ¿Habéis ensayado mucho? 

—Recibimos bastantes clases hace un mes. Ahora lo retomamos para refrescar y se nos había olvidado por completo. Pero dimos el último paso antes de la boda.

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—¿Cómo has llevado la expectación mediática que ha generado vuestra boda?

—Bueno, dentro de lo abrumadora que puede ser la situación, lo he llevado bien. Todo lo que concierne a Tamara genera mucha atención y su boda ha generado más todavía. La verdad es que se lleva como se puede, no se ha llevado mal.

—¿Habéis pasado muchos nervios estos días?

—Nervios no. Como cualquier pareja que se va a casar, ha habido un pelín de estrés con las tareas que quedaban pendientes, pero hemos estado en las manos de grandes profesionales.

—Pero sí llegaste preguntar a Tamara si podía haber algún ensayo.

—Sí, quería hacer un ensayo de las intervenciones durante la ceremonia, pero Tamara dijo que eso era una americanada (ríe). Quería practicar para que todo fuese perfecto. Sin embargo, nuestra preocupación era la lluvia, pero todo ha ido bien.

Un tándem muy completo

—¿Quién de los dos ha tenido más nervios? ¿Ella o tú?

—Para ser la que ha nacido con cámaras, a Tamara le ha incomodado más que a mí salir de casa y encontrarse a la prensa. Al final, yo paso un poco. Dejo que hagan las preguntas que quieran, porque soy cordial, aunque no doy entrevistas en la calle. Tampoco es desagradable para mí. A Tamara sí le afecta más.

—Pasada la boda, ahora comenzarán las preguntas sobre vuestros futuros hijos. ¿Te gustaría ser padre pronto? 

—Cuando Dios nos bendiga con ello. Después de habernos casado, lo que nos hace ilusión es tener hijos. Pero cuando vengan...

“Todo lo que me puede vincular con el padre de Tamara, ya sea celebrar la boda en su casa o cambiarme en su habitación, es un absoluto honor. No lo conocí, pero he ido descubriendo su personalidad a través de sus hijos”

—Tamara te ha visto jugar mucho con los hijos de su hermana Ana. ¿Eres muy niñero?

—No soy muy niñero con los niños que no están relacionados conmigo, pero a Miguel y Mateo —hijos de Ana Boyer— los considero mis sobrinos y me encanta pasar tiempo con ellos.

—¿Te gustaría formar una familia numerosa?

—Ni muy pequeña ni muy grande, porque se complica la logística de viajar, moverte, etcétera. Tres es el número perfecto.

—¿Cómo definirías la convivencia con Tamara?

—La verdad es que me encanta. Me encanta pasar horas en casa con ella. Trabajo entre la oficina y casa. Ella también trabaja mucho desde casa, así que pasamos bastantes horas juntos y es una maravilla.

© ROSITA LIPARI

Íñigo y Tamara a punto de darse su primer beso como marido y mujer.

—¿Es fácil convivir con ella?

—Sí. A veces, es un poco jaleo porque de repente vienen 200 personas a casa para maquillarla, peinarla, estilismo arriba, estilismo abajo…Viene un paquete, otro… Pero, por lo demás, ella también está muy pendiente de que yo esté a gusto. Por ejemplo, se encarga de decidir el menú de cada día. La verdad es que somos un tándem muy completo.

—¿Quién dirías que tiene más manías? 

—Tamara y yo somos muy perfeccionistas y a los dos nos gusta que todo esté muy ordenado. Ambos somos muy organizados, muy ordenados.

—A nivel profesional, estás poniendo en marcha un restaurante. ¿Nos puedes hablar de ello?

—Estoy involucrado en un proyecto que me ilusiona mucho. Ahora mismo, está llevándose a cabo y, a finales de este año o a principios del próximo, se podrá decir algo.

“No tengo interiorizado haberme convertido en el nuevo marqués de Griñón. No estamos hablando solo del legado del padre de Tamara. El título no es algo que te pertenece, sino algo que tú custodias”

—¿Por qué has cambiado de rumbo tras dejar Mabel Hospitality? ¿Te apetecía probar nuevos campos?

—No estoy cambiando de rumbo, la industria es la misma. Simplemente, ahora ya estoy por mi cuenta.

—Ya tienes una discoteca en Madrid. ¿Tienes en mente desarrollar nuevos proyectos más de la noche? 

—En este momento, son proyectos de otra índo­le.

—Durante estos meses, ¿has sentido que ha habido muchos obstáculos en la celebración de la boda?

—Siempre hay gente que se alegra del mal y las desgracias de los demás. Efectivamente, ha habido gente que ha ido buscando esto y ha sacado de contexto cualquier tipo de situación. Pero hay de todo, hay gente con buen corazón y gente que se regocija en lo negativo.

Íñigo dirigió unas sentidas palabras a sus invitados, a los que confesó que el secreto para “reconquistar” a Tamara, por la que siente admiración absoluta, fue ser “honesto”

—Han salido muchas noticias sobre los contratiempos antes de casaros, como cuando Tama­ra se hizo un esguince en el pie. Ahora que ya sois marido y mujer, ¿qué le dirías a todas esas personas que decían que vuestra boda estaba gafada?

—Bueno, al final, la gente necesita dar titulares y sacan cualquier tipo de incidencia. Algunas fueron reales, otras falsas. Pero cualquier boda tiene sus contratiempos. Es el pan de cada día en cualquier boda. Lo que pasa es que, en la nuestra, todo se ha magnificado.

—Tamara no cree en estas supersticiones, pero ¿y tú? ¿Te has tomado a broma estas afirmaciones sobre el supuesto gafe o directamente has pasado?

—Directamente, he pasa­do.

© ATONIO TERRÓN / UMILES Drone Light Show

“No quería perderla”

—En estos meses se ha hablado mucho de ti. ¿Has estado pendiente de lo que se ha dicho y te has reconocido en ese perfil que se ha proyectado de ti?

—Es difícil conocer a una persona por lo que se dice o se deja de decir. Tampoco presto mucha atención ni le doy gran importancia. Lo que me importa es mi entorno, que esté cuidado y que no se le falte el respeto. Es lo único que me preocupa.

—Sobre lo que se ha dicho de ti, ¿crees que ha sido injusto o que no era cierto? 

—Obviamente, ha habido muchísima, muchísima, información que se ha comunicado y que el resto de medios se han hecho eco sin ni siquiera contrastar. Eso es así. Pero, en general, las personas serias y profesionales han sabido perfectamente distinguir entre qué es verdad y qué es un bulo.

—Tamara dice que tampoco está atenta a lo que dicen de ti. Ella sabe quién es el Íñigo que tiene en casa y con eso le basta.

—Efectivamente.

“Mi madre es generosa y, sobre todo, buena persona. El mejor consejo que me ha dado en este tiempo es que pensemos en nosotros”, nos revela Íñigo
© MICHELANGELO LG

Carolina Molas, madre y madrina de Íñigo Onieva, vestida por Lorenzo Caprile y con pendientes de esmeraldas de Del Páramo Vintage

—Para Tamara, esta boda es el triunfo del amor.

—También lo siento así.

—¿De qué te diste cuenta durante el tiempo que no estuvisteis juntos?

—Me di cuenta de que Tamara era mi prioridad. Que no iba a anteponer nada a Tamara y que ella se convertía en el centro de mi vida.

—¿Te costó reconquistarla?

—La verdad es que nadie en mi entorno tenía ninguna esperanza y yo tenía pocas, pero no iba a dejar de intentarlo, dado que no quería perderla.

—¿Cuándo te diste cuenta que podía haber una segunda oportunidad?

—Cuando me reuní con ella en noviembre, la primera vez. Ahí supe que seguía enamorada de mí.

—Eso te dio más fuerzas para seguir luchando para recon­quistarla.

—Sí.

 —¿Cómo lograste el perdón de la Tamara?

—Siendo honesto.

“Al igual que Tamara, yo también siento que esta boda es el triunfo del amor”, nos confiesa Íñigo Onieva tras su “sí, quiero”

—Entiendo que Tamara te ha enseñado el significado de la palabra “perdón”. ¿Esperabas que fuese tan generosa?

—Al darnos una oportunidad, ha sido muy valiente. Al perdonarme ha sido también valiente y generosa, efectivamente.

—¿Sientes que esos obstáculos o vicisitudes os han reforzado como pareja?

—Sin duda. Muchísimo.

—Después de la segunda oportunidad, ¿ha cambiado tu forma de ver vuestra relación?

—Claro. Cuando una novia se convierte en tu prioridad, dejas unos hábitos que están enfocados en uno por los que están enfocados en los dos. Ahora mismo, lo que importa es priorizar a la familia y a nosotros, a nuestra unión, y dejar atrás todo aquello que pueda suponer una barrera.

© Riccardo Lozza

—Parece que te has vuelto una persona más espiritual, más religiosa. ¿Es así?

—Siempre he sido creyente y toda mi vida he rezado por la noche. Sí que es verdad que Tamara me ha acercado más a la parte espiritual, que es muy importante en su vida. Ella tiene la convicción de que la religión y Dios dan la plena felicidad y me estoy dejando también guiar por estas creencias de Tamara.

—¿Habéis conseguido un punto de sinceridad absoluta y plena?

—Sin duda. Rotundamente.

Una situación dura

—Durante el tiempo que vuestra relación se interrumpió, fuiste la persona más buscada del momento y llegaste a desaparecer realmente. ¿Te costó salvaguardar tu intimidad?

—La verdad es que sí. Efectivamente, estuve un par de semanas en las que no quise que se supiera dónde estaba.

—¿Cómo gestionaste la presión mediática, sabiendo que eras una de las personas más buscadas del momento? 

—Fue duro, pero bueno… Lo llevé como pude, apoyándome en la familia, en la gente que me quiere. La verdad es que me sentí muy querido y muy apoyado por muchísima gente.

—Pero hubo gente que metió cizaña. ¿Notaste más cariño que odio?

—Por la gente de mi entorno recibí mucho cariño y mucho apoyo. Sabían que era una situación muy dura para mí, independientemente de que hiciera bien o mal. Me apoyaron y me dieron mucho cariño para salir de ahí.

—En los momentos difíciles, ¿te llegaste a sentir desbordado?

—Han sido situaciones complicadas, pero siempre he estado muy apoyado y muy bien asesorado.

Tamara e Íñigo se mostraron cómplices y entregados durante toda la fiesta, desde el concierto de Aston Band hasta las sesiones de los tres DJ que amenizaron la noche

—¿Quién ha sido tu mejor apoyo en esos momentos?

—Mi familia. Mi madre y mi familia.

—¿Has ‘googleado’ tu nombre estos meses?

—De vez en cuando, para saber qué se va comentando.

—¿Cuáles han sido tus reacciones y qué te ha llamado más la atención?

—Lo que más me llama la atención es que los medios se hagan eco de información que ni siquiera está contrastada y alcance una magnitud increíble.

—¿Qué nos puedes decir de Isabel Preysler y de tu relación con ella?

—Es una persona maravillosa y mi relación es muy buena.

—Todo el mundo conoce a Isabel de la crónica social, pero ¿qué te ha llamado la atención de su personalidad al conocerla de verdad?

—Me parece increíble cómo está absolutamente conectada con toda la familia, a pesar de que la tiene en diferentes puntos del mundo y en diferentes husos horarios. Que ella sea el punto de unión, ese engranaje entre todos y ese papel de madre, que es de matriarca. La verdad, es de admirar.

© ATONIO TERRÓN / UMILES Drone Light Show

Junto a estas líneas, la pareja, en actitud romántica.

“Le mandé una carta a Isabel”

—¿Has notado un cambio de comportamiento con Isabel después de ese tiempo sin Tamara?

—Isabel es muy respetuosa y la verdad es que va a tope con Tamara; está alineada con su hija. Si Tamara ha decidido dar una oportunidad e ir a por todas con nuestra relación, Isabel lo ha respetado. Lo que más le importa a una madre es la felicidad de sus hijos.

—¿Has mantenido alguna conversación con Isabel, a solas, estos meses?

—Bueno, lo típico que puedes tener son encuentros. Pero, cuando yo volví con Tamara, le mandé una carta.

—¿Y con el resto de la familia de Tamara? ¿Con quién tienes más conexión? 

—A quienes más veo son a Ana y a Fernando, son con los que más relación tengo. Además, Ana y yo ya éramos amigos antes de que empezara con Tamara. Es de mi edad y era del grupo de amigos en común.

—¿No se sorprendió Ana cuando empezaste a salir con Tamara?

—No, fue todo muy normal.

—Isabel Preysler es una de las referencias de elegancia en este país, pero tu madre también tiene mucha clase. ¿Qué destacarías de ella?

—Lo buena persona que es. Lo generosa y buena persona que es.

—¿Te ha dado algún consejo que te haya servido estos meses?

—Sí. Que dejemos atrás todo tipo de pensamientos individualistas. Estamos dando un paso muy importante y se acabó el pensar en uno mismo, porque ya tenemos que pensar en un nosotros.

—Hablemos del origen de vuestra relación. Os conocisteis en el cumpleaños de vuestra amiga Luisa Bergel y Tamara dice que fue un flechazo por tu parte.

—La verdad es que sí, fue un encuentro especial.

—¿Qué te llamó la atención de ella?

—Su alegría.

© ATONIO TERRÓN / UMILES Drone Light Show

Arriba, una imagen de los novios, exultantes, antes de iniciar la ‘DJ session’ que tuvo lugar en el interior del palacio para los invitados más trasnochadores.

—¿Tamara era como te la esperabas o cambió mucho con respecto a la imagen que tenías de ella? 

—No tenía ninguna imagen predefinida.

—Entonces, te dejaste sorprender.

—Sí, claro.

—¿Te resultó difícil conquistarla esa primera vez?

—Tuvimos mucha química desde el principio, por lo tanto, fue una evolución natural.

—Desde el principio, ¿tuviste claro que era la mujer de tu vida?

—Desde el principio, tuve claro que tenía delante a una mujer muy muy especial y tardé poco en saber que era la mujer de mi vida.

—¿Cómo te visualizas con Tamara dentro de diez años?

—Feliz.

—¿Con muchos hijos?

Con los que sea, pero feliz con Tamara.

—¿Qué le dirías a la gente que no es tan opti­mista con tu futuro con Tamara?

—No les diría nada, que cada uno es suyo.

TEXTOM. GORDILLO / A. DIÉGUEZ / L. NEMOLATO
FOTOSATONIO TERRÓN
COORDINACIÓNTHE LAB TALENTS