Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer. El pasado 8 de julio, la marquesa de Griñón y su ya marido, se dieron el ‘sí, quiero’ en El Rincón, un palacio repleto de historia, por cuyos pasillos y estancias han paseado reyes y aristócratas; y del que Tamara atesora grandes recuerdos.
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En su boda, la más esperada del año, la marquesa de Griñón reunió a más de cuatrocientos familiares y amigos, venidos de todas las partes del mundo -de Sassa de Osma y Christian de Hannover a Khali El Assir Fernández Longoria-.
Pero fue su hermano Manolo Falcó quien jugó un importante papel, al acompañarla hacia el altar. El marqués de Castel-Moncayo pronunció, además, un significativo discurso.
“Hoy ha sido un día un día muy importante, con una Misa increíble. Esta familia no era famosa por matrimonios largos hasta que llegamos nosotros. Tardé mucho en casarme, como sabe Amparo muy bien. Hasta que te casas, las puedes hacer cuadradas, pero cuando te casas, ahí estás”, dijo dirigiéndose a Íñigo y recordándole también lo que había dicho el padre Cruz: “Íñigo, hay que pedir perdón”.
Manuel Falcó recordó, además, la historia de El Rincón, a tía Paloma, a su tío Fernando y lo feliz que está ahora su hijo, Álvaro, con los vinos a los que su padre dedicó su vida y, gracias a él, ahora está bebiendo el mejor vino de España.
El perdón de Íñigo
Y tomó la palabra entonces Íñigo: “Quiero dar gracias a mi familia -familia Molas, familia Onieva- porque llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas, no ha sido fácil. Y la verdad es que sin vuestro apoyo y sin vuestro cariño no hubiese podido llegar; habéis sido mi gasolina, ¿vale?” Y añadió: “Querida familia política, os quiero pedir perdón de nuevo. Ya sé que en la pedida dijimos que el pasado se queda en el pasado, que miramos al futuro, pero os he hecho sufrir por mis errores a todos vosotros y es algo que no me perdonaré y que compensaré cada día de mi vida”.
“Esta familia no es famosa por matrimonios largos hasta que llegamos nosotros. Tardé mucho en casarme, como sabe Amparo muy bien. Hasta que te casas, las puedes hacer cuadradas, pero cuando te casas ahí estás”, dijo Manolo dirigiéndose a Íñigo
Manuel, un padrino muy orgulloso
Tamara bajó la imponente escalinata de El Rincón convertida en una princesa. Y a su lado, ahí estaba él: su hermano mayor, Manuel, orgulloso padrino en el día más importante de la marquesa de Griñón y especial para todos. La tiara que llevó la hija de Isabel Preysler fue en origen de su abuela paterna, Hilda Fernández de Córdova y Mariategui, que la llevó en su boda, en 1928, con Manuel Falcó Escadón, duque de Montellano. La hija de la duquesa de Montellano, Rocío, la usó el día de su puesta de largo y, el 6 de diciembre de 1963, Jeanine Girod en su boda con Carlos Falcó. Tras la muerte del marqués de Griñón, la heredó Manolo.
De la rama Falcó, Tamara contó, como no podía ser de otra manera, con sus hermanos mayores: su padrino de boda, su hermano Manolo Falcó, marqués de Castel-Moncayo, junto a su mujer, Amparo Corsini, testigo de la novia, y sus hijos, Manuela, Carlos y Mariana, y Xandra Falcó, con un rojo Caprile, acompañada de sus hijas, Isabela, Camila y Blanca Carvajal.
También Aldara, la hermana pequeña de Tamara, hija del marqués de Griñón y Fátima de la Cierva, a quien pudimos ver durante la celebración con un vestido negro con lazada lanca y cabello ecogido en una trenza. Sin duda, Manuel Falcó se ha convertido en un padre para Tamara y, quien mejor que él para acompañarla hasta el altar y ser el padrino en este día tan especial.