En un lunes en el que nadie habla de otra cosa que no sea la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, el enlace del año del que ¡HOLA! ofrece en exclusiva todos los detalles en la edición especial de este 10 de julio, los pasos de la feliz pareja son seguidos de cerca. Ahora, todavía con las emociones a flor de piel después de un frenético fin de semana repleto de alegrías y celebraciones, los recién casados han llegado a la casa del empresario subidos en la parte de atrás de un vehículo del que el ahora marqués de Griñón se ha bajado y ha ofrecido unas breves, pero significativas declaraciones. Por su parte, la hija de Isabel Preysler ha continuado su recorrido en dirección al domicilio de su madre, en Puerta de Hierro.
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Radiante y con una gran sonrisa que evidencia el dulce momento que vive tras sellar su amor ante el altar de El Rincón este sábado 8 de julio, Íñigo Onieva, de 34 años, ha entrado a su casa en solitario, mientras que su esposa no se ha bajado del coche, pues se dirigía a la mansión de Isabel Preysler, a donde ha llegado minutos más tarde. Tras unos segundos en los que el vehículo en el que ambos iban montados se ha detenido frente al portal de la residencia del diseñador de coches, el conductor ha salido de su interior y ha sacado un traje, que no iba cubierto con funda protectora ni ningún tipo de bolsa pero sí perchado, del maletero. Una vez cerrada la puerta, ha esperado pacientemente a que Íñigo saliera del automóvil.
Con un look casual y una gran bolsa en la que llevaba una caja roja de grandes dimensiones y una americana en sus manos, el marido de Tamara se ha desplazado hasta la puerta de entrada de su edificio al tiempo que ha atendido amablemente a la multitud de medios que allí se agolpaban. Todo, tras despedirse de su mujer, a quien ha besado cariñosamente antes de bajarse del coche. Visiblemente entusiasmado, ha asegurado que tanto él como la ganadora de la cuarta edición de MasterChef Celebrity están "muy bien" y "muy contentos". Sobre la luna de miel que harán próximamente ha preferido no pronunciarse ni dar ningún detalle sobre la fecha.
Una vez Íñigo ha cerrado la puerta, el conductor ha regresado a su puesto para llevar a Tamara, de 41 años, a la mansión de su madre. Minutos después de este momento, la marquesa de Griñón ha llegado a su destino, donde el vehículo ha realizado su entrada sin detenerse y sus cristales tintados han evitado que la protagonista fuera vista.
Ahora el matrimonio ultima detalles para comenzar su luna de miel, un fantástico viaje en el que podrán rememorar los instantes más especiales de su boda y celebrar en la más estricta intimidad que su historia de amor ha triunfado con mayúsculas. Un romance que pasa a una nueva etapa que, con toda seguridad, estará repleta de grandes momentos, desafíos y bendiciones.