La cuenta atrás ha comenzado. Restan cinco días exactos para que Tamara Falcó e Íñigo Onieva sellen su amor ante el altar en una ceremonia que tendrá lugar en El Rincón ante sus seres queridos. Una cita inolvidable en la que veremos a la marquesa de Griñón enfundada en un diseño de Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, que ha elaborado el traje en tiempo récord. Uno de los motivos que llevaron a la novia a confiar en el talento del reputado estadounidense es la estrecha relación de amistad que une a su madre, Isabel Preysler, con la empresaria venezolana que fundara su propia casa de moda a inicios de la década de los ochenta. Juntas han compartido un sinfín de experiencias y un pasado sorprendente.
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El nombre de Carolina Herrera siempre estuvo presente en la mente de Tamara Falcó, que incluso antes de elegir a Sophie et Voilà para el diseño de su vestido había reconocido que las apuestas nupciales del imperio que fundó la gran amiga de su madre son sus favoritas. Los ocho años de edad que separan a María Carolina Josefina Pacanins Niño, su auténtico nombre, e Isabel Preysler no impidieron que disfrutaran de divertidas anécdotas y episodios que a día de hoy recuerdan con nostalgia y cariño. Fue durante el documental La Marquesa cuando la ganadora de la cuarta edición de MasterChef Celebrity reveló algunos detalles desconocidos hasta la fecha del extraordinario vínculo que une a ambas mujeres, que llevan la sofisticación y el exquisito gusto por bandera, desde su juventud.
Tal y como puede verse en el segundo episodio del reality, Tamara e Isabel pusieron rumbo a la Gran Manzana con motivo de la Semana de la Moda de Nueva York, una cita ineludible en la que la chef asistió al front row del desfile de Carolina Herrera. Fue durante aquel evento, en el que la futura novia tuvo el privilegio de sentarse entre Carolina Herrera y Carolina Adriana Herrera, cuando la veterana y célebre modista le obsequió con un labial de su colección y le habló con absoluta ternura y emoción de su bonita amistad con Preysler. "Nos hemos divertido como unas locas y hemos bailado hasta las cinco de la mañana", reconoció con una enorme sonrisa Carolina a Tamara cuando esta le dijo que "mi madre me contó que con vosotros fue a Studio 54".
Tamara, que sabía que su madre y la empresaria compartían mucho más que adoración por la moda, olfato estilístico y sintonía, mostró entonces su sorpresa, pues no era capaz de visualizarlas en aquel escenario, un popular club nocturno del Nueva York de los setenta que era frecuentado por celebridades del panorama internacional. "No me las imagino yendo juntas a Studio 54, y fueron, pero me hace gracia porque, claro, yo las veo tan elegantes y tan peripuestas y 'nosotras íbamos todo el tiempo', decía Carolina. Yo no lo he vivido, pero lo que pienso de Studio 54 es 'menuda locura', ¿no? y ellas se lo pasaban fenomenal", reconoció. Una reflexión que después compartió con Íñigo, a quien le dijo que "hemos hablado de Studio 54, me ha hecho mucha gracia... Ella iba a Studio 54 con mi madre y, claro, ahora ves a mi madre y a ella, así tan elegantes, que no me las imagino allí dándolo todo".
La devoción que existe entre Isabel Preysler y Carolina Herrera desde hace décadas es tal que la que fuera marquesa consorte de Torre Casa no dudó en volcarse cuando Tamara necesitó una nueva opción estilística para su boda. Prueba de ello es que en poco más de cincuenta días, Wes Gordon, a quien conoció en ese viaje a la ciudad de los rascacielos, ha creado una espectacular pieza para el día más importante de su vida. "Muy elegantes todas las referencias, es muy de Carolina. Todo lo que haces es como un sueño", le dijo en aquella ocasión sin saber que sería el signatario del vestido más importante que lucirá, que estará firmado por "una marca que es sinónimo de elegancia" en palabras de la protagonista.