Dicen que las mejores cosas suceden cuando uno menos se lo espera, y Cristina Piaget, aunque no había tirado la toalla nunca, jamás imaginó que fuera a encontrar la plenitud, en todos los aspectos de su vida, pasados los 50 años. Acaba de cumplir 54 y está feliz, se dedica a la interpretación, que fue siempre su pasión y su gran meta, está orgullosa del trabajo que hace como madre con su hijo, Paul, que está a punto de cumplir doce años, y con un nuevo camino lleno de nuevos retos en el horizonte.
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“La mayor enseñanza que me han dado los años ha sido aprender a perdonar. No fue fácil, pero me ha ayudado la fe. Cuando perdonas, sientes, en vez de odio, compasión”
Se asoma a nuestras páginas al natural, sin filtros ni retoques y, sobre todo, sin miedo a mostrarse tal y cómo es, porque ha aprendido a quererse a sí misma, a valorarse y a tirar hacia delante sin que las heridas del pasado sean un lastre. De los momentos difíciles ha aprendido a ser más fuerte y resurge con ganas de comerse el mundo, y con el corazón ocupado, porque, como nos dice, “ya me tocaba”. Entre ensayos, guiones, pruebas y proyectos, nos cuenta cómo es su vida entre el campo y la ciudad, cuando se cumplen cuatro décadas de su debut como modelo, una industria en la que llegó a lo más alto, llegando a ser una de las tops españolas más cotizadas. Un mundo al que confiesa que no puede decir adiós para siempre porque le ha dado mucho.
—Acabas de cumplir 54 años y estás estupenda. Dicen que la cara es el reflejo del alma, ¿en qué momento de tu vida estás ahora?
—En el mejor momento de mi vida, celebrando a tope la madurez, pero me siento también como una niña llena de ilusiones y con un nuevo camino por recorrer.
—¿Cuál es la mayor enseñanza que te han dado los años y la experiencia?
—Son varias, pero la mayor ha sido aprender a perdonar. No ha sido fácil, pero me ha ayudado mucho tener fe. Cuando perdonas, solo entonces, sientes, en vez de odio, compasión y es una liberación total. Vivir sin rencor ayuda a centrarse en lo prioritario: metas, familia y amigos. Hay personas que no merecen que entres en sus conflictos, porque los que te necesitan de verdad tienen que llevarse lo mejor de ti. También he aprendido a regenerarme ilusiones cada vez que fracaso en algo, sea emocional o profesional. Intento no depender tanto de la aprobación de los demás y descubrir más mi propia voz interior.
“Tuve un parón en mi carrera de actriz por cuidar de mi hijo, pero nunca pensé en renunciar a mi pasión ni a seguir formándome”
—Después de mucho trabajo y esfuerzo, ¿empiezas a ver cumplidos tus sueños en el mundo de la interpretación?
—¡Sí! Han sido muchos años de esperar proyectos consistentes y, finalmente, han llegado en lo que más amo. He ido pasito a pasito después de mi primera película, junto a Anthony Perkins; una colaboración con Andy García, y el éxito de La monja, que se puede ver ahora en Netflix. Tuve un parón porque tenía que cuidar de mi hijo, pero nunca pensé en renunciar a mi pasión por la interpretación ni a seguir formándome constantemente; pensaba que algún día llegaría una oportunidad y sabría aprovecharla.
—¿Qué proyectos tienes ahora?
—El más ambicioso es una obra de teatro, Conversación con la ambición, de la joven promesa Joe Molina, que protagonizamos dos actrices a duelo durante dos horas y media. Va a ser todo un reto. Se estrenará en varias salas de Madrid y de otros lugares de España y muy posiblemente en Buenos Aires. Otro proyecto más humilde, pero no por ello menos importante, es una obra de teatro de carácter rural que se llama La alberca y habla de la problemática del agua y la guerra que se genera por su escasez. Es un proyecto de la asociación medioambiental Actúa por un Mundo Sostenible, escrita y codirigida por Caroline Coope. La idea de la historia nace en Piedralaves, un lugar donde pasamos mucho tiempo mi hijo y yo, por tanto, era inevitable sumarse y apoyar este tipo de teatro social tan necesario.
—¿Y en el cine?
—En agosto tengo el rodaje de la película Minbera. Será en el País Vasco, con otra joven promesa, Beñat Uribe-Etxebarria y es una historia sobre la dificultad de hacer frente a una realidad cuando de la noche a la mañana perdemos a un ser querido y todo deja de tener sentido. Interpreto a una mujer determinante que se dedica a la política y ha vivido un atentado.
“No esperaba conocer a alguien, pues el trabajo y mi hijo son mi prioridad, pero cuando la otra persona tiene una vida similar, es comprensiva y te apoya, es bonito tener es complicidad”
—¿Qué ha sido lo más difícil para ti en este camino tanto delante como detrás de las cámaras?
—Por mi carácter tan perfeccionista y mi afán de superarme, he sido a veces demasiado exigente conmigo y con los demás y en ocasiones me he sentido frustrada por ello. Hoy siento que la perfección no existe y que tener calma es el mayor éxito, porque, además, repercute en los que te rodean. También me ha costado mucho escucharme a mí misma y no proyectar constantemente lo que se esperaba de mí. Me he reinventado varias veces, pero no me refiero a la imagen, sino, más bien, a buscarme interiormente. Mi hijo va a un colegio donde transmiten valores y eso me ha hecho reflexionar a mí también para tratar de ser mejor persona y seguir el camino más correcto posible.
—¿Crees que se va abriendo el mundo de la interpretación a las actrices de más de cuarenta o aún sigue siendo complicado?
—La verdad, según mi agente, es que se hace más complicado y llegan menos papeles, pero yo he dado con un nicho de jóvenes realizadores sensibles y muy preparados que, además, repiten conmigo y me están llegando oportunidades por ellos, al margen de las demandas del mercado, por tanto, al ser ellos la vanguardia del momento, esto abrirá más mercado para las que somos mas maduritas. Es para mí súper sano poder transmitir las historias desde una perspectiva tan sorprendente como tienen estos jóvenes talentos.
“Le debo mucho a la moda”
—¿Pensaste alguna vez en tirar la toalla?
—Jamás, aunque fue duro compaginar tantas responsabilidades a la vez. He pasado y sigo pasando por momentos de gran estrés, pero la gente que me rodea me recuerda a diario lo que verdaderamente importa. Lo que es cierto es que para los artistas es fundamental seguir creando y eso, a veces, no tiene por qué ir de la mano de tener o no un cierto reconocimiento. Lo importante es tratar de materializar de una manera o de otra tu creatividad a mayor o menor escala; todo sucede cuando menos te lo esperas.
—Tú, además, no paras nunca. También eres antropóloga audiovisual, ¿cómo ha sido esta aventura?
—¡Qué honor! Realicé un curso-taller avalado por la Universidad Autónoma de Madrid, donde se me dio un certificado con el reconocimiento del crédito oficial por escribir, dirigir y grabar un audiovisual antropológico.
—¿Te imaginabas que a esta edad cumplirías tantos sueños?
—Ni por asomo, estoy a veces que no me lo creo. Sobre todo, porque también he superado alguna dolencia física de espalda y de rodilla y ahora parece que se ha recolocado hasta eso.
—Tu salto a la fama fue muy jovencita y fuiste una de las tops españolas más cotizadas, ¿has dicho adiós definitivamente a la moda?
—No puedo. La verdad es que le debo mucho al mundo de la moda y a todos los que apostaron por mí. Fue un poco también una primera escuela donde empecé a interpretar y a quitarme los primeros miedos escénicos.
—¿Fue tu carrera en la moda un camino de rosas con muchas espinas? ¿Tuviste malas experiencias?
—Alguna que otra sí. No me refiero a que alguien tratara de abusar de mí, si alguna vez lo intentaron, yo sacaba las garras y zanjaba el asunto, yo me refiero a otra cosa. No me quería identificar —gracias a dios— con la imagen que se estaba proyectando de mí, trataba de encontrarme a mí misma al margen de mi físico y que valoraran otras cosas más auténticas. Tuve una pequeña crisis de identidad porque me pilló todo muy joven, fue al mudarme a Barcelona y comenzar a estudiar teatro en la escuela Nanty Tuñon y el Col-legi de teatre cuando se puso todo en su lugar, me sentía más llena. Allí hice una colaboración con la aclamada compañía innovadora “La Fura del Baus” y empecé a sentir que necesitaba y podía con personajes más complejos que los que había hecho.
“Con el padre de mi hijo la puerta esta abierta si llama desde el respeto y el corazón. Nunca se le cerró y es una pena que, después de que tuviesen más o menos relación, no se haya responsabilizado”
Paul, una promesa de once años, tras sus pasos
—Tu hijo, Paul, también ha hecho ya trabajos como modelo y como actor, ¿te gusta que siga tus pasos?
—Disfruta mucho de la interpretación y tiene mucho futuro. Va a hacer un importante papel también en la película Minbera, que rodaremos en agosto en el País Vasco. Está muy ilusionado y puede ser que toque el piano en alguna escena, cosa que le intento fomentar, porque compone cosas muy bellas.
—¿Seguís viviendo los dos en el campo?
—No, pero su colegio está a poca distancia de nuestro ‘refugio’. He de agradecer a todos los docentes de su colegio su tremendo apoyo, esto me permite trabajar, ya que está semiinterno y tengo la sensación de tranquilidad. Los lunes le recojo para que vaya a clase de piano y regresa el martes. Él se centra en sus estudios y yo en trabajar y ensayar hasta el viernes, que baja a Madrid o le recojo yo. Intento pasar el máximo tiempo en la naturaleza y tenemos desde hace años tres gatos que él adora. Este año hemos plantado los dos juntos cuatro frutales y yo trato de conectarlo al campo para desconectarlo de la pantalla.
—Ahora que Paul ya es más mayor, tiene once años, echando la vista atrás, ¿te ha costado mucho ser madre en solitario?
—Sinceramente, hubo momentos donde tuve que hacerme muy fuerte para no derrumbarme, al no haber programado la maternidad en solitario y decidir abordarla en pleno campo, pero he de decir que tengo mucha energía, que es lo que más se necesita en estos casos, y que siempre encontraba oportunidades o las creaba, y así, poco a poco, fui cumpliendo objetivos. Dejé bastante de lado la vida personal y social; fue un sacrificio y no lo recomiendo, porque, al fin y al cabo, todo es más fácil y sano cuando te rodeas de gente que te puede apoyar. Yo estuve en survival mode (modo supervivencia) durante varios años, en los que lo que más me preocupaba era que Paul siempre siguiese integrado y que tuviese contacto con familia y amigos queridos, y así fue.
“El amor es un impulso”
—¿Tiene relación con su padre?
—Tan solo quisiera comentar que la puerta está abierta si llama desde el respeto y, sobre todo, desde el corazón, que nunca se le cerró y que es una grandísima pena que, después de que tuviesen más o menos relación, no haya dado el paso para responsabilizarse mínimamente de una vez por todas. Pero yo, a día de hoy, no puedo conceder tiempo a estos asuntos porque tengo que enfocar toda la energía en sacar mis proyectos y a Paul adelante.
—¿Estás orgullosa del trabajo que has hecho con Paul como madre?
—Ahora te puedo decir que sí y un sí con mayúsculas, a pesar de que hay cosas que sigo corrigiendo, como es tener un mayor autocontrol, tratar de no desbordarme por el peso que mantengo sola y no exigirle tanto. Según mis amigos soy una madre entregada (ríe) y así lo seguiré siendo hasta el resto de mis días. Creo que he sabido inculcarle valores de empatía hacia el prójimo, generosidad, sensibilidad y soy muy firme a la hora de quitarle tecnología para que no se vicie. Paul cada vez es más consciente y es muy bonito ver cuando colabora o te sorprende de “motu proprio”. Es muy humano, sabe perdonar y pedir perdón. Está bien educado y repito que para mí es crucial el binomio colegio/familia, que estudie en un colegio donde los valores primen por encima de todo y les eduquen a ser personas (al margen de ser el colegio con mayor nivel de la zona). Estoy agradecida a la labor de acompañamiento que hacen.
—¿Cómo está ahora tu corazón?
—Digamos que está gratamente sorprendido… Sinceramente, no esperaba conocer a alguien, pues, en mis circunstancias, el trabajo y mi hijo son mi prioridad y no me queda mucho tiempo más, pero cuando la otra persona tiene una vida similar, con sus prioridades también y es comprensiva y me apoya, es bonito tener esa complicidad con alguien que tiene paciencia y que entiende tus horarios y yo los suyos.
—¿Qué está aportando ahora el amor a tu vida?
—Suena a tópico, pero mayor serenidad, y en mi caso eso muy importante, por eso no me había decidido antes en otras relaciones. También el amor es un impulso y te da por celebrar y disfrutar un poco más con alguien que está en tu misma línea.
“Me ha costado mucho escucharme a mí misma y no proyectar lo que se esperaba de mí. Me he reinventado varias veces interiormente”
—En estas fotografías te muestras como eres, sin filtros y en el campo, donde encontraste tu felicidad… ¿Te ha costado mucho llegar a este punto de confianza en ti misma?
—Sí. Ha sido el resultado de varias cosas, como aprender a distinguir en qué personas merecía poner mi atención, escoger yo sola el centro adecuado para educar a mi hijo y tomar decisiones arriesgadas donde he visto que el resultado ha llegado a buen puerto. También estar formándome con regularidad me ha dado esa seguridad en mí misma... Son pequeñas metas que suman a la larga y eso pesa, es lo bueno que tiene el cumplir años.
—Por último, ¿cuáles son los próximos sueños que te gustaría cumplir?
—Un viaje en familia en coche con mi hermano al volante, su mujer, Mae, mis sobrinos, Inés y Nico; y Paul. Obviamente, hablamos de un coche tipo mini bus (ríe). Iremos a ver la virgen de Medjugorje, en Bosnia y Herzegovina, este verano. Siempre soñé con hacer un viaje en coche atravesando distintos países en familia y ¡se ha hecho realidad! Y profesionalmente me gustaría que el público vibrara con nuestras funciones, les despertemos emociones y poder contribuir a que este mundo cada vez más “virtual” se siga rigiendo por el latido del corazón.