Después de 20 años de carrera, Feliciano López cuelga la raqueta. El tenista toledano, que el pasado 31 de diciembre anunció que este era el año de su retirada, participa a lo largo de esta semana en el Mallorca Championships, su último torneo en casa, cerrando así una brillante trayectoria llena de éxitos: siete títulos y más de 500 victorias individuales en el ATP Tour, cinco veces campeón con España de la Copa Davis y ganador de un Grand Slam de dobles en Roland Garros (2016).
Por este motivo, el pasado sábado 24 de junio, Feliciano recibió un cálido homenaje en el Mallorca Country Club, de Santa Ponsa, sede de la tercera edición del campeonato mallorquín. El deportista, acompañado de su mujer, Sandra Gago, y de su hijo de dos años, Darío, vivió una noche llena de emociones, momentos inolvidables y mucho humor, como la exhibición de dobles que protagonizó junto al también tenista Tommy Haas y los cómicos Arturo Valls y David Broncano, o el minirrecital que le dedicó Carolina Cerezuela junto a Jaime Anglada. Entre los asistentes se encontraban Fernando Verdasco; Toni Nadal, director del torneo, y su sobrina Maribel; Boris Becker, y otros referentes del tenis.
“Voy a echar de menos competir y la vida que rodea al tenis, pero entre eso y estar con mi mujer y mi hijo, en este momento de mi vida, obviamente, elijo a mi familia”
Minutos antes de la fiesta de despedida, pudimos hablar con Feliciano de sus sentimientos y emociones ante su adiós definitivo: “Estoy un poco nervioso, porque este ya es mi último torneo, a pesar de que creo que lo he hecho bastante bien porque no es una retirada por algo repentino, como una lesión. En mi caso fue algo planeado: yo he decidido cómo y cuándo iba a ser y creo que es una suerte”, comenta el deportista, que en septiembre cumple 42 años. “Sinceramente, no me esperaba haber jugado tantos años al tenis. Terminé 2021, con 40 años, ganando a Rublev en la Copa Davis, en Madrid, algo impensable para cualquier tenista de esa edad”, añade.
—¿Qué te dijo Sandra cuando tomaste la decisión de retirarte?
—Le pareció bien. Ella quería que yo acabara mi carrera disfrutando, no quería verme sufrir en la pista de tenis. Y es verdad que, desde que la conocí hasta el día de hoy, ha vivido una parte muy bonita de mi carrera. Antes de la pandemia, gané un torneo muy importante, en Queens, y ya estábamos juntos. Todo lo que nos ha pasado juntos en el mundo del tenis ha sido bonito. En estos años que llevamos juntos, no he vivido momentos realmente difíciles, no he tenido que superar lesiones importantes. Luego, el niño también ha podido verme jugar en algún momento, aunque es muy pequeño. O sea, todas las cosas que nos han pasado hasta mi retirada en lo que se refiere al tenis ha sido muy bonito. A ella le pareció bien y lo que quería era que yo me retirara en buenos términos, que lo hiciera lo mejor posible y que no estuviera sufriendo o jugando torneos ya por jugar y sin disfrutar. Que me retirase lo mejor posible y siendo competitivo, claro. Se planeó bien, con tiempo, creo que ha sido un acierto.
“Muy afortunado”
—¿Qué es lo que más vas a echar de menos?
—Competir, lo echo mucho de menos. La adrenalina de la competición. Soy consciente de que no va a haber nada que me dé las emociones y las satisfacciones que me ha dado el tenis, pero tengo mucha suerte porque trabajo en un torneo como el de Madrid y ahora voy a ser director de la Copa Davis y he vivido en estos años también la otra cara del tenis y experiencias nuevas. He conocido muchos atletas que lo han pasado mal porque de repente les viene un vacío enorme. Hay otros deportistas que tienen la suerte de poder prepararse y estudiar una carrera mientras han sido atletas de élite. No es el caso de la mayoría de los tenistas, con el calendario y la exigencia del tenis profesional. En ese sentido, yo me siento muy afortunado y estoy seguro de que todo lo que me va a pasar después del tenis también va a ser muy bonito. Es una transición bastante fácil y creo que fue un acierto el empezar a trabajar como director del torneo de Madrid cuando surgió la oportunidad.
—También trabajas en televisión, ¿verdad?
—El año pasado hice una colaboración con la BBC para Wimbledon. Lo he vuelto a hacer en Queens y este año vuelvo a colaborar en Wimbledon. Fue una experiencia muy bonita poder trabajar con algunas leyendas del tenis que yo veía cuando era pequeño y tenerlos comentando al lado en la cabina. Y seguramente haré algo más para televisión en Inglaterra.
“No me quiero quedar solo con un hijo y Sandra tampoco. Como mínimo nos gustaría tener dos y a lo mejor tres, pero vamos a paso a paso”
—Así te quitas la espinita de Wimbledon, ¿no? Porque tu sueño era despedirte allí y no ha podido ser.
—Sí. Bueno... una pena. También entiendo las políticas de los torneos. Es verdad que ya tengo casi 42 años. En el último año y medio he jugado poco. No he ganado muchos partidos de los que he jugado el último año y medio. Y es verdad que el año pasado me iban a invitar. Al final, no lo necesité porque mi ranking fue lo suficientemente bueno para poder llegar directamente y no necesité la invitación. Tenía esperanzas de que, como el año pasado, me iban a invitar, pero bueno, al final han decidido que no y no hay que darle más vueltas. Hubiera sido muy bonito jugar un Wimbledon más, pero tampoco puedo quejarme de todo lo que me está pasando.
—¿Te asusta el momento de no tener la rutina que tienes ahora, de entrenamientos, torneos...?
—Un poquito, porque a mí me encantaba mi vida, no solo el tema de competir, también de viajar por el mundo de ir siempre rodeado de gente que me apoyaba y quería, como mis entrenadores, mis amigos del tenis… Esa vida a mí me encantaba. Obviamente, a veces me costaba irme de viaje porque dejaba muchas cosas en casa, pero a la vez era algo que me apasionaba también. No solo lo que es competir, sino la vida que rodea al tenis, una vida muy bonita y en la que yo me sentía cómodo. Eso lo echo un poco de menos. Pero en casa tengo algo que me compensa en la balanza. Entre eso y estar con mi mujer y mi hijo en casa, obviamente, en este momento de mi vida elijo a mi familia.
—¿Quieres que Darío siga tus pasos?
—Es muy difícil. Que haga lo que quiera y lo que le haga feliz. Si quiere jugar al tenis, porque me ha visto a mí (la verdad es que le encanta, va con su raqueta y hace lo que puede), porque le pica el gusanillo, pues bien. Me gustaría que cuando sea un poco más mayor, empiece a hacer actividades extraescolares, todas las que haya. Yo hice mil deportes de pequeño, hice natación, fútbol, tenis... Hacía de todo porque a mi padre le encanta el deporte y creo que eso me ha ayudado mucho para la vida y también para el tenis. Al final, cuando haces muchos deportes de pequeño, seguro que hay uno que se te va a dar mejor que otro, pero el conjunto de hacer muchos te ayuda para uno en concreto, seguro. Entonces, quiero que Darío haga deporte, me parece imprescindible en la educación de cualquier niño, y si el día de mañana quiere jugar al tenis y llega el momento de que quiere ser profesional, le voy a apoyar. Pero es muy difícial, como te decía. No todo el mundo está preparado para para sufrir y, sobre todo, para sacrificar tantas cosas como las que he tenido que sacrificar yo o cualquier cualquier compañero mío. No todo el mundo está dispuesto a hacerlo porque el precio es caro. Yo me fui de mi casa con 14 años, solo por el mundo, me han pasado muchas cosas y no he tenido cerca a mi familia. En ese momento en mi carrera, cuando era más joven, tenía muchas dudas de si merecía la pena o me iba a ver con 25 años sin haber estudiado y sin una carrera exitosa en el mundo del deporte. Entonces, pasar por todo eso, no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio. Yo sí lo estaba porque era mi sueño y luego tuve la suerte de conseguir muchas cosas, pero eso le pasa a uno entre un millón. Por eso, lo que quiero es que mi hijo sea feliz, que, haga lo que haga, sea feliz. Claro que le voy a inculcar el tema del deporte, pero no soy el típico padre, que he visto muchos, obsesionado con que su hijo sea deportista de élite.
—De ti han dicho que no te emocionas fácilmente, pero con él te emocionarás de alegría.
—Imagínate. Es lo mejor que me ha pasado en la vida, lo más bonito. Es increíble y ahora, que es un poquito más mayor, puedo interactuar más con él y pasamos mucho tiempo juntos. Me encanta estar con él y, la verdad, es de las cosas más increíbles que hay; hasta que no lo vives, realmente no te das cuenta. Es lo más bonito que hay.
—¿Vais a quedaros solo con un hijo?
— No, no, qué va. Nuestra intención es ampliar la familia. Yo no me quiero quedar solo con uno. No quiero que sea hijo único. Y Sandra tampoco. No, desde el principio, siempre que hablábamos de formar una familia, en ningún momento estaba la opción de tener solamente un hijo. Como mínimo nos gustaría tener dos y a lo mejor tres, pero vamos a paso a paso. De momento, tenemos a Darío. Ojalá que pronto tenga un hermanito, no queremos que sea hijo único y luego ya, si Dios quiere y tiene un hermano, ya veremos.
“Mi hijo es lo mejor que me ha pasado en la vida, lo más bonito. Me encanta estar con él y, la verdad, es de las cosas más increíbles que hay; hasta que no lo vives, realmente no te das cuenta”
—Hace dos años, dijiste que cuando llegara el momento de tu retirada, tenías intensión de abrir una academia de tenis en Madrid. ¿Sigues teniendo esa idea?
—El tema de la academia es algo que tengo en mente, pero no es fácil. Todo lo que tiene que ver con el tenis está entre Barcelona, históricamente, luego Valencia un poco y ahora con la Academia de Rafa (Nadal) en Mallorca. En Madrid no hay una cultura deportiva como la hay en Barcelona, por ejemplo, y me gustaría que hubiera una academia donde poder formar a niños, no todos van a ser profesionales, obviamente, pero también formarles académicamente y que luego, a lo mejor, puedan ir a Estados Unidos a estudiar gracias a su nivel en el tenis. No sé, hacer algo, no como lo de Rafa, que es absolutamente brutal, nadie se puede comparar ni soñar con hacer algo así, pero sí me gustaría que Madrid, que es una ciudad que, deportivamente, cada vez está teniendo más eventos internacionales importantes, que tuviera una academia buena de verdad, en la que podría entrenar gente de todo el mundo. Pero bueno, es un sueño y está un poco en el aire.