Tres años después de separarse y poner fin a sus 19 años en común, Bertín y Fabiola siguen uniendo fuerzas. Primero, por los dos hijos que tienen en común, Kike, que nació con daños cerebrales hace dieciséis años, y Carlos, que ya tiene catorce y es un hombretón de 1,86 metros. Pero el cantante y su exmujer también se mantienen unidos para sacar adelante la fundación que lleva el nombre de Bertín y que ayuda a más de 3.000 familias en toda España. “El mérito es de Fabiola”, nos dice el cantante y presentador con rotundidad.
Precisamente, en el último evento benéfico de la fundación, tuvimos la ocasión de hablar con la exmodelo venezolana, que no sólo se sinceró sobre el trato actual con el padre de sus dos hijos. Fabiola también nos habló de su familia y recordó uno de los episodios más desagradables de su vida: el día que un antiguo novio de Venezuela la terminó agarrando del cuello. ¿Cómo salió de esa relación tan peligrosa? ¿Le afectó a sus posteriores parejas? La propia Fabiola responde en ¡HOLA!
-Ya que estamos en un nuevo evento benéfico de la Fundación Bertín Osborne. ¿Qué valoración haces de todo lo que habéis conseguido?
-Estoy súper orgullosa. Primero del equipo, porque la verdad es que se parte la cabeza intentando conseguir siempre ayudas, sacar adelante los proyectos, atendiendo a las familias… Luego, porque atendemos a un montón de familias, más de 3.000 en toda España. Colaboran con nosotros un montón de profesionales y de entidades.
-¿Este evento va dirigido a una causa en concreto?
-Sobre todo, la recaudación es para el proyecto +Family, que da soporte a las familias vía telefónica, de atención directa. Luego, con los profesionales que se pasan los casos específicos para que puedan atender a las familias a través de la aplicación. También para los talleres, que vamos a siete ciudades de España.
-Hay muchísimo trabajo detrás.
-Mucho, mucho trabajo y somos un equipo pequeño, que somos cinco personas. Yo intento ir a todos los talleres, pero el trabajo lo hacen ellas.
-Has querido que tu hijo Carlos esté también esta noche. ¿Cómo le ha ido en sus estudios, ahora que termina el curso?
-Bueno, este año ha sido durillo para él. Pero ahí está… Aprobando como puede (ríe). Hay que traerlo a estas cosas, para que aprenda lo que hacemos, aunque él viene a veces de voluntario a los talleres.
-El año pasado, Carlos estuvo en una academia militar y me sorprende que fuera idea tuya que fuera allí
-Ah, sí.
-Mucha gente pensó que la idea fue de Bertín.
-Como Carlos estaba conmigo, dije: “Dios mío, le tengo que poner en firme. ¿Cómo hago?”. Él necesitaba un poco de disciplina.
-¿Por qué? ¿Es rebelde?
-No es rebelde. Es bueno, pero es muy pasota.
-¿Qué quiere ser de mayor?
-No sé. Todavía ni se lo hemos preguntado. Ya veremos.
-¿Cómo se encuentra tu otro hijo, Kike?
-Queríamos traerlo también, pero es que es difícil traerle con la silla aquí. Pero está enorme y estupendo. Es un tiarrón de 16 años con barba y bigote (ríe). Tenemos que afeitarle todos los días.
-Tus últimas declaraciones sobre un antiguo novio tuyo han sorprendido bastante. ¿Qué valoración haces de la repercusión de tus palabras?
-La verdad es que no me fijo mucho en lo que dice la prensa. Pero ayer, en el programa de Sonsoles, estuvimos comentando un poco todo esto. Sonsoles me decía: “Si alguien puede ver en ti un ejemplo como para sacar fortaleza, pues ya has ayudado a alguien”. Es verdad que yo no me considero una mujer maltratada. No porque el episodio no fuese violento, sino porque no tengo derecho a compararme con mujeres que reciben continuamente palizas, humillaciones y maltrato, de forma diaria y continuada.
-¿Cuánto tiempo estuviste en esa relación tan complicada?
-Casi tres años, pero el incidente ocurrió al final.
-¿Cuándo empezó a enseñar su verdadera personalidad?
-Cuando empezamos a vernos con más frecuencia, incluso a convivir un poco. Aunque él tenía su casa y yo la mía, había veces que pasábamos días juntos en mi casa… Dos o tres días. Ahí empecé a darme cuenta de que siempre estaba bebiendo. Claro, cuando lo veía esporádicamente, no era tan llamativo. Pero, cuando ya empiezas a convivir… Ahí vi que tenía un problema de alcohol. Luego, me di cuenta que había más.
-Hasta que hubo un episodio en el que te agarró del cuello
-Eso fue la gota que colmó el vaso. Él empezó un tratamiento de rehabilitación y, un día, se lo saltó. Entonces, vino a casa borracho y colocadísimo. Tuvimos una bronca y me dijo: “Me has jodido la vida”. Es que yo lo forzaba a que se recuperara, evolucionara.
-¿Hubo algo antes de que sucediese ese episodio?
-No. Esa fue la primera y la única.
-Dijiste: “Una y no voy a aguantar más”.
-Exactamente. Me dijo: “Te voy a matar”. Conseguí calmarlo, lo metí en la cama y, cuando se durmió, me escapé. Y ya nunca más lo volví a ver.
-¿Nunca más?
-No. Afortunadamente.
-¿Ese episodio te ha condicionado posteriormente en tu relación con los hombres?
-No, no me ha generado un trauma como para que eso me afecte en mis relaciones. En absoluto. Lo que sí que me ha demostrado es, por un lado, que puedo superar baches; y, por el otro, que soy vulnerable también. A veces, te crees fuerte y que nadie te puede hacer daño. Y sí, sí te pueden hacer daño.
-Hablemos de tu relación actual con Bertín. ¿Cómo la definirías?
-Bien, ya has visto.… Muy de colegas, de amigos. Hay lazos familiares, así que es así.
-Bertín tiene una casa al lado de la tuya, para ver a tus hijos.
-Sí, bastante cerca.
-Así puede ver a vuestros hijos, que es lo que quieres.
-Claro. No tenemos estipulado unos días concretos. Él vive en Sevilla y no lo tiene fácil muchas veces para venir. Pero siempre que viene lo primero que hace es pasar por la casa y estar con los niños.
-Siempre hablas con bastante transparencia de Bertín, como cuando has hablado de su última relación. ¿Te ha dicho algo por estas declaraciones?
-No me ha dicho nada.
-¿Y cuando has declarado que la sombra de la infidelidad siempre estaba ahí?
-Tampoco.
-¿Alguna vez sospechaste que te podía ser infiel?
-Ese temor lo tienes siempre. Pasábamos mucho tiempo cada uno por un lado y siempre lo pensaba, pero también es verdad que…
-Que no es sano y no puedes vivir con ese temor, ¿no?
-Exactamente.
-Nunca se ha dicho, pero sé que habéis tenido en vuestra relación impasses muy largos. Incluso, crisis fuertes, de querer poner punto y final.
-Sí, sí. Momentos muy difíciles.
-De estar viviendo tú en Madrid…
-Pero eso ha pasado muchas veces. ¿Sabes qué pasa? Que él es muy él y quería que yo viviera su vida… Pero yo me ahogaba. Ésa es la realidad. Uno no se separa de la noche a la mañana queriéndonos. Nos hemos querido mucho, aunque él diga que no ha estado enamorado (ríe). Pero es muy difícil lo de las parejas.
-¿Ahora os llamáis para contaros vuestras cosas?
-No.
-Sólo para los niños
-Sí, bueno…
-No sé si has visto las últimas declaraciones de Claudia, la hija de Bertín. Cuando le han preguntado por Gabi, ella ha dicho, textualmente, que tú eres y serás siempre de la familia.
-Sí, es muy bonito. La verdad es que quiero un montón a ella y a sus hermanas. Pero también te digo una cosa: su madre me enseñó que se puede ser amigo de tu expareja sin crear malos rollos. Porque, en el fondo, si esa persona va a compartir mi vida o su vida, lo mejor es que nos llevemos todos bien. Si no, los que están en medio lo pasan muy mal.
-Hace unas semanas nos contastes que estabas viendo amigos y que estabas picoteando. ¿Puede haber ido a más algo?
-Aquí discreción absoluta (ríe). Pero, de picoteo, nada.
-¿Tienes ganas de enamorarme?
-No. No quiero complicarme la vida con un novio que esté ahí… No.
-¿Qué planes tienes para el verano?
-Me he volcado mucho con el programa y, como hace falta gente en verano, he dicho: “Pues me quedo. Me lo voy a pasar bien, haciendo cosas diferentes”. Me están dando oportunidades en el programa para hacer más cositas.
-¿Tienes algún otro proyecto a la vista?
-Esto volcadísima con el programa de Sonsoles, que ahora va a alargarse a dos horas. Estoy muy contenta.