Cuando su popularidad se disparó, en los 90, Emilio Aragón se volvió especialmente protector de su intimidad y se mudó a Estados Unidos con los suyos. Por eso sorprende que su hija mayor, Icíar, se muestre tan transparente en las redes. A sus 38 años —cumplidos este fin de semana—, comparte su día a día sin filtros: tanto su faceta de empresaria —con sus panaderías— como su agitada vida con su marido, Hugo Rodríguez de Prada, cofundador de las pizzerías Grosso Napoletano. Hace tres meses, el matrimonio tuvo a su cuarta hija, la pequeña Cuba.
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—¿Cómo es ser madre de cuatro hijos?
—Es más complicado, pero, a partir de tener dos, la logística ya está montada y todo está organizado.
—La niña se llama Cuba. Es un nombre muy especial para tu familia.
—Mi padre y mi abuela son cubanos. Me apetecía hacer ese homenaje.
—¿Cómo es la pequeña?
—Ha nacido en una casa tan ‘jaleosa’ que es la más tranquila de todos (ríe). Es la que nos da paz. Es maravillosa.
—¿Alguno tiene celos?
—Es que son muy buenos y, de verdad, están siendo súper cariñosos con ella. Me encanta verles interactuar. Es maravilloso.
—¿Cómo ves a tus padres en su faceta de abuelos?
—Imagínate… Se les cae la baba continuamente.
—¿Quién tiene más mano para los niños, tu padre o tu madre?
—Los dos. Cada uno tiene su cosilla y se ocupa de una cosa.
—Te dedicas al mundo del pan…
—Por mi marido, que es emprendedor y un poco culo inquietillo. Mi empresa, Madre Amiga, surgió porque íbamos a comprar el pan en la panadería de Bego San Pedro, nuestra socia. En septiembre abrimos dos panaderías, así que son cuatro panaderías y un obrador.
—Eres muy activa en redes y llama la atención lo bien que te desenvuelves.
—Es cuestión de ser natural. Empecé por la falta de realidad de lo que era ser madre trabajadora. Por ejemplo, si vienes a mi casa, todo no está perfecto.
—¿Querías romper mitos?
—Eso es, con lo bonito y lo duro.
—Siendo tu padre tan discreto, ¿qué dice de que muestres tu vida en redes?
—Cada uno tiene que llevar su camino, pero todos somos bastante discretos.
—¿Qué destacas de él como padre?
—Es muy protector y muy cariñoso.
—¿Cómo recuerdas tu infancia con un padre tan conocido?
—Maravillosa. De verdad, como la de cualquier otro niño.
—Pero no todos hemos tenido a Emilio Aragón de padre y Miliki, de abuelo.
—Ya. Pero, en casa, no lo ves como el resto. Para mí, son mi padre y mi abuelo.
—¿Y qué te decían tus amigos?
—Lo único, me preguntaban qué iba a pasar en Médico de familia. Pero como mi padre no me lo decía ni a mí…
—Eras consciente del ‘boom’, ¿no?
—Bueno… sí. Es que Médico de familia marcó mucho.
—¿Nunca te ha llamado ser actriz?
—Me gustan los monólogos. Ahí lo dejo.
—Tu hermano se va a casar.
—Estamos emocionadísimos. Llevan ya muchos años y tengo ganas de ser tía (ríe).
—Tu hermana se dedica al mundo de la moda. ¿Te asesora?
—Sí. De repente, le pregunto qué me pongo. Ella me dice: “Eso sí o eso no”. Me ayuda en todo.