Después de seis meses sin verse, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin volvieron a encontrarse en Ginebra, la ciudad donde vivieron horas felices como matrimonio y como familia y también los momentos más amargos. Autoexilio, banquillo, pérdida del ducado, ruptura con el Rey, exposición de su vida más privada en los correos de Iñaki, la sentencia definitiva del Caso Nóos y la despedida más dolorosa (horas antes de ingresar en Brieva, Ávila) estando ambos convencidos de que volverían a estar juntos cuando recuperara la libertad. No fue posible. De aquel 18 de junio de 2018 al día 16 de este mismo mes de 2023. Cinco años y un final inesperado.
Doña Cristina se mantuvo firme a su lado y, de alguna forma, lo sigue haciendo ahora por la familia que construyeron… Por eso Irene Urdangarin tuvo su mejor regalo: todos juntos para celebrar el final de sus estudios de Bachillerato y su 18 cumpleaños con once días de retraso, ya que los cumplió el cinco de junio.
Mas allá de sus diferencias, tienen un objetivo común: sus hijos; y la doble celebración de Irene fue la primera ocasión de demostrarlo. Iñaki se perdió la graduación y la mayoría de edad de Pablo y Miguel y nada le podía hacer más ilusión que vivir el gran día de su única hija.
Desde diciembre habían hecho todo lo posible para no coincidir ante las cámaras, pero Irene abrió otro escenario. Ha habido otros reencuentros ante las cámaras, siempre con sus hijos de por medio, pero esta fue la primera ‘cita’ en la que se mostraron más cercanos marcando un cambio en su relación. Después de un año muy difícil, han encontrado la manera de seguir caminos separados sin hacerse daño. Antes había tirantez, tensión, frialdad y mucha tristeza, pero ahora todo es diferente. Después de casi año y medio la situación se ha normalizado.
Su matrimonio saltó por los aires, pero la vida sigue y la infanta lo tiene claro. A nivel personal no quiere nada con Iñaki, pero otro tema es la familia y hará todo lo que esté en su mano para que todo vaya a mejor. Nos lo cuenta un amigo de doña Cristina: “Es el padre de sus hijos y quiere que le vaya bien. Ni en el peor momento hubo un solo pensamiento de venganza. Lo que ha pasado está ahí, pero sabe que tienen que entenderse ahora y en el futuro y que lo que tiene sentido es facilitar el camino y para conseguirlo todo tiene que estar bien entre ellos”.
La infanta llegó a Ginebra en la mañana del jueves 15 con Irene y Miguel. Casi al tiempo que Iñaki y su querida suegra, Claire Liaebert; y el primer plan que hicieron fue cenar juntos con sus cuatro hijos en el hotel favorito de doña Cristina, el Four Seasons Des Bergues, a orillas del lago Lemán. El mismo escenario donde se encontraron en marzo de 2022, semanas después de acordar su separación. Y al día siguiente, después de los reencuentros familiares volvieron a “citarse” en el campus de La Châtaigneraie y des Nations de la Escuela Internacional de Ginebra, conocida como Ecolint, donde tuvo lugar la graduación. Sentados en diferentes filas (Iñaki en la segunda), pero “juntos” en familia y, además, muy rejuvenecidos. Lo vemos en las imágenes que ¡HOLA! publicó en exclusiva.
Doña Cristina, radiante; e Iñaki con el pelo más blanco, destacando su mechón de pelo canoso; en plena forma y vistiendo más a la moda -al igual que su hijo Pablo- con sus pantalones tobilleros. Aunque lo mejor, la sonrisa. Hacía años que no lo veíamos tan alegre y relajado quedando marcada la diferencia entre lo público y lo privado. Cuando se siente enfocado cambia el gesto, incluso la manera de caminar; pero detrás de las cámaras vuelve a ser él. En las calles de Ginebra -entradas y salidas del hotel- se le vio cohibido, con el paso de querer “escapar” y la mano de su madre sosteniéndolo todavía fuerte…. Pero horas después, sintiéndose a salvo, hacía fotos a su hija recogiendo el diploma con el orgullo y la alegría dibujada en la cara.
La infanta tampoco dejaba de sonreír. Es otra persona. De la pena que no podía esconder a la ilusión de una nueva vida. Estaba en su casa, rodeada de las personas que más quiere, se sentía cómoda y todo ello quedó reflejado en su actitud mientras charlaba con su suegra, que se sentó a su lado y dejó claro en este viaje que ella sigue “siendo” de Cristina. Ya lo había dicho nada más hacerse pública la relación de su hijo con Ainhoa Armentia. Entre ellas “todo seguirá igual”. La quiere como a una hija y siente que le debe lealtad. De ahí, seguramente, el por qué no hay hasta la fecha -y ya ha pasado casi año y medio-, una sola imagen suya compartiendo tiempo con la novia de su hijo. Viven en la misma ciudad, pero en mundos diferentes.
Y de ahí también que Claire Liaebert no quiera ni oír hablar de boda. Lo confirmó a su llegada a Madrid, después de la reunión familiar en Ginebra. Cuando le preguntaron por la pareja de su hijo asegurando el reportero de Europa Press que es “una mujer extraordinaria”, asintió con la cabeza y dijo: “Muy bien todo”. Pero eso sí, mejor no mencionar la palabra matrimonio. También lo dejó claro cuando al preguntarle si quería que se celebrara pronto (la boda) reaccionó con un “No, por favor”, un gesto con la mano y cambio de semblante… Pero está feliz de ver a su hijo bien. Alzó la cabeza con la mejor sonrisa para asegurarse de que era así mientras Iñaki tiraba de su mano para añadir que:“Todo super bien” con doña Cristina, que el fin de semana había sido ”muy agradable” y que lo ha “pasado bien”.
Lo peor ha quedado atrás y habrá que ver cómo se desarrolla el verano, estando todavía pendiente la firma del divorcio. Según ha podido saber ¡HOLA! hace ya meses que cerraron el acuerdo (todo consensuado) y solo falta poner la fecha.