La discreción siempre ha sido su máxima y apuesta por mantenerse al margen de los focos, pero este jueves Rosario Domecq ha querido acudir a un acto público consciente de lo mucho que significa para Julián López 'El Juli', con el que comparte su vida desde hace más de dos décadas. El diestro ha recibido el decimocuarto premio taurino ABC, que define como muy "importante para el mundo del toro". Emocionado y "abrumado", ha recogido el galardón mientras su esposa le observaba con atención desde primera fila. Su mirada, llena de orgullo, decía más que las palabras ya que nadie mejor que ella sabe que detrás de este reconocimiento hay tardes de gloria, pero también muchos malos momentos como las graves cogidas.
A su llegada a la ceremonia, presentada por Elena Sánchez, el torero madrileño ha contado cómo reaccionaría si sus hijos le dijeran que quieren seguir sus pasos. "Espero que no, ser torero es la profesión más bonita del mundo, pero es tremendamente dura", ha comenzado a decir con una sonrisa. "Yo sí volvería a serlo, porque las cosas buenas y las malas las sufro yo, pero tener un hijo torero me haría sufrir mucho. Le desearía una vida un poco más tranquila, sobre todo por mí. Egoístamente, para mí sería un sufrimiento muy grande", ha dicho.
Junto a Domecq, ha formado una bonita familia numerosa que es su principal apoyo y su motor para superar todos los obstáculos que le ha puesto su profesión, como las quince cornadas que han dejado cicatrices tanto en su cuerpo como en su mente. En septiembre de 2011 se convirtieron en padres por primera vez con la llegada al mundo de los mellizos Rosario y Fernando y tres años más tarde tuvieron a Isabel. La fuerza la encuentra en los pequeños y en la empresaria jerezana, una de las mujeres más elegantes de nuestro país que tiene parentesco con las tres hijas mayores de Bertín Osborne y con la esposa de Carlos Cortina, Celia Vega-Penichet, quien está embarazada.
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El Juli es la evidencia de que los sueños se cumplen. Aquel niño que fantaseaba con ser novillero como su padre, se ha convertido en una de las figuras más destacadas del toreo. Ahora echa la vista atrás y repasa desde que tomó la alternativa en 1988 de manos de José Mari Manzanares y ante la presencia de Ortega Cano, hasta la actualidad. "Me siento orgulloso, he pasado por todo lo que puede pasar un torero, lo positivo y lo negativo. En el mundo del toro hay triunfos, fracasos, jornadas, épocas en las que no estás como quieres... Pero en estos 25 años prima la felicidad. He tenido la suerte de conseguir lo que me he propuesto y tengo una sensación de agradecimiento porque esto significa mi vida", ha indicado.
Una vida tranquila en Extremadura
El diestro madrileño, que no olvida a "esas personas que me han ayudado en los inicios y ya no están", tiene también desde 2003 su propia ganadería que recibe el nombre de El Freixo, igual que la finca que tiene en Olivenza, que describe como su "verdadero hogar". En esta localidad de Badajoz la familia ha encontrado, según contaba El Juli en Vivir Extremadura, el cariño, la amistad de la gente y la tranquilidad necesaria para vivir y ser feliz.