Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos, la compañía que prometía revolucionar la sanidad con sus análisis de sangre a bajo coste y que acabó disuelta en 2018 tras ponerse en duda la validez de sus métodos, ya ha dejado atrás su vida de lujos para pasar los próximos 11 años cumpliendo condena por engañar a los accionistas de su empresa, en una cárcel de Texas.
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Nacida en el seno de una familia acomodada de Washington, la exdirectora ejecutiva de esa controvertida compañía dejó claro a su padre con tan solo nueve años que su objetivo en la vida era descubrir algo que la humanidad no sabía que se podía hacer y en 2002 hizo las maletas para mudarse a la Universidad de Stanford y estudiar Ingeniería Química.
En sus años universitarios, Elizabeth pensaba en diseñar un parche que escanease a los pacientes para buscar infecciones y administrarles antibióticos si fuera necesario. A pesar de que sus profesores hicieron hincapié en las lagunas de sus planes, Elizabeth abandonó la facultad y fundó Theranos. Una compañía en la que invirtieron desde Henry Kissinger hasta Rupert Murdoch y que alcanzó un valor de 7.600 millones de euros. De este modo, en 2015 era nombrada por Forbes como la multimillonaria más joven hecha sí misma y copaba las portadas de las revistas.
Sin embargo, la estrella de Theranos y de su fundadora comenzó a apagarse a finales de ese mismo año, cuando el diario The Wall Street Journal cuestionó en diversos artículos los supuestamente revolucionarios métodos de la biotecnológica, provocando la apertura de investigaciones por parte de los reguladores, la disolución de la compañía en 2018 y cinco años después su irremediable ingreso en prisión.
De esta manera, el pasado 30 de mayo, Elizabeth Holmes abandonaba su mansion de Woodside, California, valorada en más de 130 millones de euros, donde residía junto a su marido Billy Evans, nieto de los fundadores de Evans Hotels, y sus dos hijos: William, nacido en 2021, e Invicta, nacida en febrero de 2023, para cumplir su condena junto a otras 500 reclusas acusadas de delitos de guante blanco o delitos no violentos en la prisión federal para mujeres FPC Bryan.
Atrás quedan ya sus viajes en jets privados y sus exclusivos batidos verdes, pues Holmes ha tenido que adaptarse a las reglas de la prisión y además de vestir la ropa reglamentaria de la cárcel deberá hacerse la cama y mantener limpia su habitación. La BBC informa que la empresaria también podría tener compañeros de cuarto, ya que los reclusos se alojan en literas para dos personas estilo dormitorio y cubículos de cuatro a ocho personas.
La exdirectora ejecutiva de Theranos también tiene acceso limitado a revistas, cartas, libros y periódicos, pero debe cumplir con una serie de tareas diarias por las que podrá ganar entre 11 céntimos y un euro por hora. Un trabajo que combina con ciertas actividades extracurriculares, que van desde el aprendizaje de habilidades comerciales a la práctica de diferentes idiomas. En cuanto a las visitas, Holmes podrá ver a sus familiares durante los fines de semana y días festivos, aunque tendrá un contacto físico limitado con ellos.
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El incumplimiento de las reglas será considerado una falta disciplinaria y entre ellas se incluye no estar presente a la hora del recuento de reclusos, no hacer las camas o no mantener las celdas ordenadas. Tal y como informa Us Weekly, Elizabeth tiene que despertarse a las 6 de la mañana y estar presente en los dos conteos que se que realizan a diario. En esos momentos, los reclusos deben permanecer junto a sus camas. Hay un tercer conteo los fines de semana y festivos.
En la misma prisión cumple condena Jen Shah, la estrella de The Real Housewives of Salt Lake City, quien fue condenada a 6 años por ayudar a engañar a miles de personas con una red fraudulenta de telemercadeo.